La asamblea nacional de la Cdo. De un hecho gratuito nace un pueblo
Hechos. Hechos precisos, puntuales. Irreductibles.
Uno, dos, tres y cuatro. Tanto, que casi no das a basto.
Por la mañana, antes del desgranarse de obras, la presencia de monseñor Giussani. Pocas palabras para una intervención breve, pero no discreta. Defensor fidei, la voz recogida y mesurada que se anima cada vez que se refiere a Cristo: «¿Por qué creéis que Cristo ha causado impacto sobre la gente de su tiempo? volvió la mirada y tuvo compasión de ellos... ».
Cuando monseñor Giussani termina y desciende del palco, todos tienen claro -milagro, milagro- que no se ha consumado el sólito ritual clerical. Para entendernos, el ritual de quien tiene que cumplir su papel.
«Muchos comentan de lo que hacéis: esto es idealismo. Que equivale a decir: abandonad esa sobreabundancia que puede alterar el éxito de vuestra actividad. Pero el motivo adecuado de lo que hacéis está en algo que se sale de todos los cálculos. Es la imitación de Dios. Mejor: de Cristo ... ». Así, si al final de la jornada los testimonios provocaran por la inmediatez del impacto y por la irreductibilidad de los hechos, la intervención de monseñor Giussani permanecerá como un interrogante en espera de respuesta.
Los testimonios se dan según las directrices anticipadas por Vittadini. Pippo Ciantia para la misión; la recogida de ayudas para Croacia; el Banco de alimentos como modo de afrontar las necesidades en Italia. También el Consorcio-desarrollo-ocupación, la Sogema, la Microtel, para las necesidades de trabajo.
Pippo Ciantia, médico. Desde hace diez años responsable del Avsi en Uganda: 23 profesionales presentes con sus familias para la realización de 4 voluminosos programas sanitarios, agrícolas y de desarrollo social, un ulterior programa a punto de iniciarse, cuatro oficinas regional es para auxilios ortopédicos, una pequeña empresa artesanal (siete obreros y cuatro aprendices elegidos entre los hijos de las víctimas del sida), la asistencia en los slums, un meeting point para amigos afectados por el sida, un centro de formación profesional en Kenia (40 jóvenes al año), otro de próxima apertura (150 jóvenes).
De este modo se ha presentado el sábado 5 de febrero, en el Palalido de Milán (¿cuántos en las gradas?¿Cinco mil? En la sala el ministro Guarino, un mensaje del secretario de la DC Martinazzoli: «lo vuestro es un ejemplo en cuestión de método ... »), la asamblea anual de la compañia de las obras. Relatos, testimonios a seguir, en las tres directrices en las que -explica el presidente Giorgio Vittadini- se había desarrollado la acción: la misión, el encuentro con la necesidad en Italia, el trabajo. Relatos de inscritos a la Compañía de las obras y de amigos encontrados en el camino ( «porque queremos -explica Vittadini- inscribirnos en el gran surco de la tradición católica»).
Luego interviene don Mazzi, sin inhibiciones: «antes el staff de los dirigentes se preocupaba por lo yo que pudiera decir. ¡Tranquilos! -les he dicho-, soy un independiente al servicio del movimiento ... », y después don Felice Rizzini, responsable salesiano de los centros de formación profesional: «me es muy fácil estar aquí. El trabajo era para don Bosco el lugar del cumplimiento de la vocación personal... ».
El Banco de alimentos, es decir la historia de una idea. (Una idea sencillísima convertida en una gran obra, dirá Vittadini presentando al presidente del Banco Pieralberto Bertazzi). En las industrias alimentarias quedan grandísimas excedencias de productos perfectamente íntegros pero no distribuibles en la red comercial.
¿Por qué no intentar una recuperación? Dicho y hecho (Bertazzi: el Banco no compra nada, no vende nada, pero intenta capitalizar para vol ver a distribuir gratuitamente») con el pequeño obstáculo delante (a diferencia de lo que pensaba Hegel, el pensamiento no contiene en sí el ser) de que, para todo eso, hacen falta naves, instalaciones de refrigeración, medios de transporte, colaboradores profesionales. Y encuentros afortunados y gratuitos con gente que se implique en este servicio.
Hoy son más de 50, entre instituciones y asociaciones, los que se benefician del Banco. Entre ellos, la institución Cardenal Ferrari, las hermanas de la Madre Teresa de Calcuta, las hermanas de la casa de Nazareth. Cinco mil personas asistidas cada día, mil toneladas de productos distribuidas por un valor de 400 millones de pesetas al año, 28 haciendas regularmente inscritas en el circuito de distribución, más de 100 contactadas, otras tres sedes añadidas a la casa madre y otras cinco a punto de comenzar.
Para unas necesidades estimadas en unos tres millones de familias que hoy en Italia deben recurrir a ayudas externas para no pasar hambre.
Y, finalmente, la última directriz. La necesidad de trabajo.
El Consorcio desarrollo ocupación de Bergamo que, sólo en el 92, ha encontrado 500 puestos de trabajo. Los 2500 puestos encontrados por los centros de solidaridad. Los ejemplos de iniciativa empresarial de base como el de la Microtel tecnología electrónica. O de la Sogema, servicios logísticos para la distribución, que se independiza de la casa madre, recicla a sus dependientes e, iniciada con la perspectiva de tener que reducir el personal para poder ser competitiva en el mercado, pasa de 27 a más de 120 dependientes actuales, abriendo ocho sedes en Italia y una en el extranjero.
¿Cómo ha obtenido todo esto?
Subdivisión de parte de los beneficios entre los dependientes, reinversión de la otra parte en la empresa, organización de cursos internos para la mejor cualificación del personal, aceptación de trabajos no remunerados para crear puestos de trabajo antes que beneficios, individuación de nuevos perfiles profesionales para recuperar a dependientes inhábiles, valorización del part-time; y bien, ¿no es esto un ejemplo de lo que anunciaba monseñor Giussani por la mañana?
«Que en vuestros propósitos se tenga en cuenta todas las condiciones necesarias para que alcancen buen fin. Pero que no todo se agote en los cálculos. Que a imitación del Señor se vaya más allá. El motivo adecuado está en algo que excede todos los cálculos; es la imitación de Cristo. Más aun, ese debe ser el único y verdadero cálculo de la vida; que entra en la vida, llena sus intersticios y responde totalmente».
Una larga jornada, la de la asamblea nacional de la Compañía de las obras, rebosante de testimonios, de ejemplos extensamente contados como los citados.
Una jornada confiada, para la conclusión, a Giancarlo Cesana, presidente del Movimiento Popolare.
Y, como la jornada había empezado con el recorrido de los hechos, aquí vemos una réplica en el estilo de su intervención.
Uno, dos, tres y cuatro. Juicios y conceptos uno detrás de otros en rápida sucesión:
1) La Compañía de las obras no es el sindicato de quien pertenece a ella. Su finalidad no es la tutela de los socios, sino la apertura hacia el exterior, la valoración de quien quiera construir. Valorar es ayudar a tomar conciencia del valor de uno mismo. No puede darse más que en una amistad, en una compañía. Compañía de las obras precisamente.
2) La moralidad no está en no equivocarse, sino en la conciencia de la propia fragilidad. Por esto queremos ser ayudados y estamos frente a quien nos pueda reclamar.
3) El único trabajo verdadero es el que está hecho para el cambio de sí y del mundo. El trabajo no coincide con el puesto de trabajo. Muchísimos tienen puesto pero, literalmente, no trabajan. Porque para poder trabajar es necesaria una gratitud. Un destino encontrado al que responder.
4) Esto es un trabajo gratis. Pero es la razón por la que estamos en el mundo: conquistar el destino del que venimos. Esta es también la pretensión de la compañía cristiana. Pretensión para quien es cristiano y para quien no lo es.
5) La Compañía de las obras puede ser reducida a buena voluntad, valor, espíritu religioso. Incluso es todo esto. Pero también es, y lo es esencialmente, un juicio. Una conciencia crítica de sí. La conciencia de ser un recurso, una gota que es un signo.
Pero un signo, para las personas inteligentes, es el anticipo y la certeza de que la meta está presente. Por esta razón, en esta Compañía, no estamos perdidos. Estamos manos a la obra.
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