En un reciente coloquio público, el cardenal Joseph Ratzinger se ha dejado interrogar por el periodista italiano Vittorio Messori sobre el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica. Extraemos del texto íntegro que publica Il Sabato la respuesta de Ratzinger a una pregunta de Messori sobre si de verdad se incluye una lista de nuevos pecados o nuevos exámenes de conciencia a los que deberán someterse los católicos.
«El cristianismo para nosotros es un punto fundamental, no es un moralismo. El cristianismo es una realidad. La realidad de una historia común entre Dios y el hombre, y en esta historia común, en la que prevalece el don de Dios, aprendemos a actuar como hombres. El cristianismo es un encuentro humanizante con Dios, donde el hombre aprende a ser hombre. En la estructura general del Catecismo tenemos cuatro elementos: lo que la Iglesia cree, celebra, vive y pide. Tenemos, por tanto, como elementos estructurales, el signo apostólico, los sacramentos, la moral y la oración. Controlando los porcentajes cuantitativos hemos observado que existe la misma proporción que ya existía en el Catecismo romano, elaborado por el Concilio de Trento. Más de dos tercios está reservado a fe, oración y sacramentos; menos de un tercio, a la moral. La moral se presenta en el contexto de la historia de Dios con la humanidad y de la revelación de Dios que se ofrece en la concreción, incluso corporal, de los sacramentos, de la comunión, de la Iglesia.
Esta moral, que naturalmente es parte de la fe, ya que la fe es siempre una praxis y no solo un conjunto de doctrinas, no es una lista de pecados, sino que tiene como intención la de mostrar cómo se construye, en una perspectiva cristiana, la vida moral. La misma creación habla. Y la palabra de la creación es explícita en la alianza del Sinaí, en los diez mandamientos, que expresan un mensaje profundo del corazón humano. Y después se hace carne en Jesús, que es la culminación (el sumun), de tal forma que la moral se convierte en algo mucho más sencillo. Es decir: amistad con el Señor, vivir con el Señor y como el Señor, caminar con Él. De nuevo todo esto se sintetiza en una palabra más sencilla: el doble amor de Dios y del hombre. Es esta la síntesis de toda moral, el resto es interpretación. Hemos presentado el marco de cómo se construye una vida moral, para después hacer explícito incluso la concreción (lo concreto) de este amor, que es el contenido de nuestra amistad con Jesús. Por ello era importante no hablar de un cristianismo atemporal, sino de un cristianismo concreto y vivo en el presente (en el hoy). Se hace la siguiente objeción: la Iglesia católica (está obsesionada) tiene (tendría) la obsesión de la moral sexual, habla siempre de estos problemas. Nosotros, no descuidando/olvidando la dimensión sexual del ser humano, queremos sin embargo demostrar que entre los diez mandamientos sólo uno se refiere a esta dimensión. Y que existen otras dimensiones no menos importantes, como la ética política y social. No podíamos olvidar el grito que surge del sufrimiento del Tercer mundo, y no sólo de América Latina, sino también de África, de Asia. No podíamos olvidar la petición de justicia. ( ... )»
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