La trama de la obra. El significado de los personajes y de los acontecimientos
La anunciación a María. La explicación del título es la explicación del drama; el anuncio del ángel definió la función que aquella joven hebrea debía tener en el mundo; cada ser está hecho para una tarea particular en el conjunto de las cosas, es una piedra en la catedral de Dios que es el mundo. Todos los personajes del drama son, por tanto, tomados en el momento de la definición de la propia vocación. Se dividen en dos grupos: Pierre de Craon, Anne Vercors y Violaine son los personajes según el espíritu; Mara, Elisabeth y Jacques Hury son los personajes según la carne.
La historia se desarrolla en un castillo medieval, Combemon, cercano a una montaña con un convento de clausura, Monsanvierge, mantenido por el castellano Anne Vercors. Los tiempos son tristes: la Iglesia tiene un Papa y dos antipapas, Francia no tiene rey, ya que está prisionero.
El protagonista masculino, Pierre de Craon es el genio, el constructor de catedrales, el hombre en su vibración más profunda y consciente. Se enamora de Violaine, hija de Anne Vercors, prometida ya con Jacques, tipo normal pero completo de quien está enamoradísima. El artista intenta violentar a la joven, que se resiste, pero comprendiendo a Pierre lo perdona y no se lo dice a nadie.
Prólogo
Este es el anteacto. La acción comienza en el prólogo, en el que Violaine se despide de Pierre de Craon que parte, antes del alba.
Pierre es castigado por Dios con la lepra por su pecado y como leproso debe alejarse de los demás; aún en el martirio acepta el castigo. Había deseado a Violaine pero su vocación es la de permanecer solo; con Violaine habría tenido hijos e hijas y, sin embargo, está destinado a otra fecundidad. Él es el gran constructor de catedrales de Francia, lugares donde la humanidad de todos encuentra expresión. La grandeza de Pierre está en la aceptación de la situación creada por el error: no podía permanecer entre los hombres y dará vida a la comunidad de todos.
Violaine se aparta de la columna para saludarlo: «Hacedor de puertas, dejadme que os abra ésta». La Iglesia es la puerta de Dios y la genialidad artística es abierta a Pierre por Violaine. De pronto Pierre pregunta a Violaine: «¿Qué anillo es éste, Violaine?». Era el anillo que Jacques le había dado. Ella, entonces, dona el anillo a Pierre para la construcción de la catedral de Santa Justicia. El amor de Jacques y Violaine no tenía otro sentido que el aumento del Reino; el signo de aquel amor, el anillo, es dado al templo. Cada uno tiene su tarea en el Reino; la pequeña Santa Justicia no imagina ser llamada al martirio: «No concierne a la piedra buscar su lugar, sino al Maestro de obras que le ha escogido», este es el tema central del drama.
Violaine piensa que para ella todo está claro y su tarea bien delineada. Pierre vuelve siempre a su cruz: «La santidad no es ir a hacerse lapidar entre los turcos o besar a un leproso en la boca (eran los dos máximos signos de caridad), sino cumplir prontamente la voluntad de Dios, ya sea permaneciendo en nuestro puesto o subiendo hasta lo más alto».
Violaine, al despedirse, empujada por la compasión, besa a Pierre en la boca y una sombra se escabulle, la de Mara, hermana de Violaine, que amaba a Jacques con instintividad ciega. Mara va a contar lo sucedido a la madre y a Jacques, que no le cree.
Peregrino
El primer gesto del drama es del padre, Anne Vercors, raíz de la planta de la que Violaine es flor y fruto.
La vocación puede cambiar en todo momento: Anne, ya anciano, quiere ir al sepulcro de Cristo para obtener paz para la humanidad y para la Iglesia. Confía su casa y Violaine a Jacques y parte. También él ha recibido el anuncio.
El verdadero amor
El segundo gesto es el de Violaine. Como en el primer cuadro junto a la gigantesca figura de Anne aparece la insignificante sombra de la madre Elisabeth, del mismo modo en el segundo acto frente a la grandeza sencillísima de Violaine se derrumba Jacques, el hombre normal, honesto y trabajador.
Tiene lugar un hermosísimo diálogo de amor. Violaine viste un hábito de monja que las mujeres de Combernon pueden llevar únicamente en los días de vocación, noviazgo y muerte.
Violaine sabe que ha contraído la lepra besando a Pierre y debe decírselo a Jacques. Todo el diálogo es como una prueba de lo que es el amor verdadero. No existe verdadero amor si no está dispuesto a dejar lo que ama. Para Jacques, sin embargo, no es así: el mundo es hermoso, sencillamente porque Violaine es suya. En cierto momento aflora en Violaine el miedo y ella querría refugiarse en los brazos de Jacques, pero su vocación es el mundo.
Ella es de la misma cantera que Pierre y por ello él se había enamorado.
Violaine pide a Jacques dejarla: vivir significa morir, y amar separarse. Jacques no la entiende. Entonces, por fin, corta el hábito y muestra la flor de plata de la lepra. Jacques se sienta en el mismo banco, pero vuelto de espaldas: es la oposición. Quiere una prueba en último término, algo que coincida con su propio criterio, pero esto no es amor. Jacques ordena a Violaine que se marche esa misma tarde a la leprosería. La vocación es estar preparados. Para Violaine, el amor de Jacques se ha transformado en pena.
El milagro
Mara se casa con Jacques y tienen una niña que enferma y muere. Mara cree que Violaine le ha echado el mal de ojo y va a buscar a la hermana poniéndole el pequeño cadáver entre los brazos. Del seno de Violaine, ya ciega, brota una gota de leche que reanima a la pequeña. Es el milagro por el cual cuanto más abraza uno la cruz, más bien hace. Violaine había abandonado una fecundidad normal; se le da una fecundidad inmensamente más grande.
Mara siente que depende de la hermana; la niña es ahora como la hija de Violaine y tiene sus ojos. Por eso Mara suprime a Violaine sepultándola bajo un carro de grava. Pierre de Craon, milagrosamente curado, la encuentra agonizante y la lleva a casa a punto de morir.
Por qué atormentarse
Jacques acude y Violaine se reanima. Todo está como en el día del noviazgo. «¡Qué dura es para un joven corazón la renuncia!». Violaine cuenta el milagro a Jacques; él se rebela y pide justicia. Después comprende quién es la asesina de Violaine.
Anne Vercors, que había ido a Tierra Santa, regresa contra todo pronóstico: la vocación no es previsible en ningún paso. Encuentra todo distinto a como lo había predispuesto en su momento y en Violaine reconoce la verdad de su gesto. Pero el sacrificio aceptado por Anne, Violaine y Pierre genera la unidad del mundo: Monsanvierge, el convento de clausura que estaba vacío, resucita en la hora de la muerte de Violaine.
Para ser una sola cosa debemos abandonarnos a nosotros mismos, debemos morir: «¿Es acaso el vivir el objeto de la vida? No vivir, sino morir, y no fabricar la cruz sino subir a ella, y dar con leticia lo que tenemos».
Anne, que dio la vida a Violaine, ahora se hace discípulo suyo: «¿Por qué atormentarse cuando es tan fácil...
Traducido por María del Puy Alonso
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