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Huellas N.01, Enero 1993

PORTADA

La guerra de los pobres

Fernando de Haro

Es difícil precisar las dimensiones de esta quemadura, así como la pobreza en nuestro país

«Hemos de volver hacia la pobreza para sentirla como una pre­sencia y una quemadura», escribía Mounier en su Revolución Persona­lista y Comunitaria. Es difícil preci­sar las dimensiones de esta quemadu­ra, la cantidad de rostros que configu­ran la gran presencia de la pobreza en nuestro país. Paradójicamente en la gran década del desarrollo, los sesen­ta, aunque se creó mucha riqueza, la desigualdad social aumentó. Sólo la crisis de los setenta puso en marcha los mecanismos de asistencia del Estado del Bienestar y las diferencias comenzaron, de algún modo, a corre­girse.
Hace un par de años se realizó un estudio para comparar los niveles de pobreza de la Comunidad Europea. Para llevarlo a cabo se consideraron pobres a todos aquellos que tenían unos ingresos inferiores a la mitad de la renta per capita nacional. Es decir, algo más de medio millón de pesetas al año.
Se tomaron datos en tres años dife­rentes: 1973, 1980 y 1985. Pues bien, el resultado fue que en España el número de pobres no había variado prácticamente. En 1973, dos de cada diez españoles eran pobres y, en 1985, la cifra permanecía idéntica. Las dife­rencias con la media de la Comunidad saltan a la vista: en Europa durante 1973 eran pobres trece de cada 100 ciudadanos y en 1985 catorce.
Los datos coincidían sustancial­mente con un celebre estudio que rea­lizó Caritas en 1984. Aquel estudio fue calificado como tremendista por medios cercanos al Gobierno. Afir­maba que en nuestro país había ocho millones de pobres ( 18 por ciento de la población). Se le criticó afirmando que los datos no eran suficientemente exhaustivos. Sin embargo, otros tra­bajos de la misma época, incluso uno realizado por el Ministerio de Trabajo llegaba a las mismas conclusiones.

Geografía de la pobreza
Caritas no ha vuelto a actualizar los datos y se ha producido una gue­rra de cifras. El Instituto Nacional de Estadística (INE) realiza, precisamen­te desde 1985, un recuento anual con otros métodos. Según el último, los menesterosos españoles serían dos millones. Pero en este caso a los que se tiene en cuenta es a los que comúnmente se denomina «pobres de solemnidad», los desheredados. Un dato más antiguo, de 1981, apunta que los españoles por debajo de la línea de miseria (los que tienen como ingresos sólo la cuarta parte de los ingresos de los pobres, algo más de 125.000 pesetas al año) eran un 0,25 por ciento de la población. Es decir, nada más y nada menos que cin mil personas.
La geografía de la pobreza es muy variada. Hace tres años una universi­dad andaluza perfiló un mapa ibérico de la indigencia. Hay tres zonas bien diferenciadas. El Arco Mediterráneo (Cataluña y Valencia), Madrid y la Cornisa Cantábrica son las tres regio­nes que registran menos necesitados: dos de cada diez personas. Quizás los últimos sucesos en Asturias y San­tander, la reconversión siderúrgico­minera, deben hacer modificar estas estimaciones.
En algunas provincias de Aragón, en Castilla-León, en las provincias más ricas de Galicia y en los dos archipiélagos de cada diez personas, dos o tres son pobres. Y en Castilla­ La Mancha y en algunas provincias de Andalucía hay más de un 30 por cien. La situación de Extremadura es dramática, en Cáceres la mitad de la población es pobre y en Badajoz 44 personas de cada 100. Prácticamente la misma cifra que en Almería y en Jaén. Pero no hay que irse muy lejos, en Madrid, según el estudio de 1981 mencionado, 100.000 personas están en la miseria. Y desde que esta investigación se realizó ya han pasa­do diez años.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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