El Centro Cultural San Cario de Milán surgió para subrayar la integralidad de las dimensiones de una experiencia eclesial auténtica
DIEZ AÑOS DE HISTORIA del Centro Cultural San Carlo no equivalen a un envejecimiento. El Centro ha pasado totalmente el tiempo de la infancia y de la adolescencia, necesario para imponerse frente a la indiferencia de un ambiente ciudadano, que si al inicio de los años ochenta todavía podía presumir de tener alguna pretensión cultural, hoy está casi totalmente exánime. Milán, donde el Centro Cultural San Carlo desarrolla su actividad, se resiente de la homologación general que distingue a nuestra época. Es una puntualización aparentemente superflua, pero la verdad es que el primer enemigo es el sopor del público, que hay que combatir, además, desde aquella posición que la mentalidad común considera de inferioridad, es decir, desde el punto de vista del pensamiento católico.
Grupo de amigos
El Centro Cultural San Carlo empezó su actividad en 1979 a petición de la Basílica de San Carlo, donde tenía su sede en dos pequeñas habitaciones que fueron bautizadas, dadas las dimensiones, con el nombre de «el refugio de Ana Frank». En aquel cuartito bohemio, el mobiliario estaba constituído por una silla y una máquina de escribir.
Es un grupo de amigos, algunos jóvenes universitarios junto con adultos ya implicados en el mundo del trabajo, el que decide poner en común energías e inventiva para responder a la invitación hecha al Movimiento por la Basílica. Veníamos de los años en que la utopía se consideraba un modus vivendi unánime, la utopía entendida como realización en un futuro de un cambio que nace del hombre mismo. En el Movimiento se vivía, por el contrario, la exigencia de que cada problemática cultural no se quedase aprisionada en una teoría abstracta, sino que aprendiese y expresase «lo que la experiencia ya es».
En 1981 se funda el Centro formalmente y ocupa un espacio mucho menos angosto. El ímpetu que animaba a los fundadores y a los primeros colaboradores no presenta ninguna ruptura con el que todavía hoy está en el origen de todo cuanto se hace; es un espíritu que se concentra perfectamente en las palabras que don Giussani ha pronunciado para comentar el significado fundamental de un Centro cultural: «no hay nada que no nos interese, no hay nada que nosotros censuremos o eliminemos, ni siquiera el mal, porque el mal no es algo sino que es no hacer el bien».
Personajes
Entre los acontecimientos que han marcado el camino del San Carlo, siendo difícil la elección, no es posible olvidar el paso, entre 1981 y 1986, de varios testigos de la tragedia vivida por la población del Este europeo bajo el yugo comunista. Fue fuerte la impresión suscitada por sus testimonios, también porque se advertía en sus palabras una correspondencia y un deseo de revivir personalmente aquella fuerza ideal que les hacía hablar con tanta emoción. La conferencia de Hans Urs von Balthasar sobre «Dios y el drama del mundo» (1984), además de dejar un signo indeleble en el público, surtió el efecto de sorprender, por la densidad con que se le escuchaba, al mismo Balthasar. Como ejemplo de encuentro con personalidades de fe diversa no podemos no recordar el debate Testori-Moravia sobre «Dios y el pueblo en Los Novios» (1984). En las personas que, cada vez más numerosas, son llamadas a intervenir en San Carlo, incluso en las más escépticas, se reconoce una curiosidad por la pasión por la realidad y a lo humano que encuentran en las personas del centro.
Al responder a las preguntas de algunos profesores de Universidad italianos para conocer la naturaleza del movimiento, se advirtió que el significado del mensaje cristiano no sólo era mal comprendido sino que escapaba del todo. En esta situación grave se sitúa en 1984 la inolvidable intervención de don Giussani sobre «la conciencia religiosa del hombre moderno».
Para hacer más consistente la relación de amistad y colaboración entre los numerosos centros culturales que iban naciendo se funda en 1983 la AIC, la Asociación Nacional de Centros, para establecer una dirección común, favorecer la posibilidad de conferenciantes de nivel internacional, intercambiar informaciones e ideas.
Actualidad
En el aspecto de actualidad social y política se realizó en el San Carlo un convenio sobre «Libertad y Poder»; un convenio sobre la democracia en el que participaron figuras de relieve del mundo de la información; una mesa redonda sobre el problema de la seriedad de la preparación universitaria, con la participación de los rectores de las Universidades de Milán. En 1988 se realizó un encuentro con Czeslaw Milosz en el Teatro Lírico que marcó quizás el nivel más alto de afluencia de público, congregado allí también porque creía poder conocer, por fin, de visu al autor del Miguel Mañara; en 1990, la conferencia de Margarita. Guarducci y Federico Zeri sobre la verdad de la tumba de San Pedro. Esta no es más que una breve enumeración de los cientos de iniciativas que se han realizado. Una cosa se subraya con total decisión: al principio de una actividad todo parece más fácil, también cuando las dificultades estructurales son numerosas; después es probable que la actitud que la animaba, sea por el riesgo de la repetición, sea porque el esfuerzo disminuye, vaya desapareciendo lentamente. Aquello que, por el contrario, confiere al Centro Cultural San Cario la fuerza que le permite destacar todavía en el desierto es la convicción de poder afirmar el valor de aquellas palabras de don Giussani citadas anteriormente. Porque «la novedad es la presencia como conciencia de tener consigo algo definitivo, un juicio definitivo sobre el mundo, la verdad del mundo y de lo humano que se expresa en nuestra unidad».
Traducido por María Jose Conty
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