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Huellas N.8, Septiembre 2007

SOCIEDAD - Campeche

La herencia de Roberta

Yamile Y. Novelo

El pasado 22 de junio se celebró la inauguración y se bendijeron las nuevas instalaciones en la ciudad de San Francisco de Campeche del Centro Educativo y Formativo “Edimar” (CEFE), que ofrece «un lugar donde los jóvenes puedan aprender a vivir». La iniciativa de unos adultos que asumen en primera persona “el riesgo de educar”

Ese día el Centro tenía un brillo diferente. La inauguración fue un evento esperado por toda la comunidad local. El obispo, monseñor Ramón Castro y Castro, acudió para bendecir las instalaciones. A mí alrededor había rostros conocidos y mucha gente contenta de poder presenciar el acto. Todos de pie ante la puerta de entrada, bajo un sol radiante y caluroso, miraban a nuestro querido obispo y a Rossana Stanchi que cortaban el listón que Luis Enrique y Jesús, dos adolescentes que acuden al Centro, sostenían por sus extremos.

La iniciativa y el nombre
Entramos en el edificio y en el salón principal se había dispuesto todo para una breve exposición que explicaba cómo surgió la iniciativa y daba a conocer la historia de Edimar, un muchacho brasileño cuya conversión supone una verdadera promesa para todos nosotros. Rodeados de nuestros chicos, amigos y patrocinadores, comentábamos todos esos pequeños milagros cotidianos que nos han acompañado hasta ahora.

Durante la ceremonia Don Ramón nos dirigió unas palabras de aliento. Se dijo muy complacido de que se esté desarrollando en Campeche una obra educativa de estas características, única en su género en nuestra ciudad, sobre todo en momentos difíciles en nuestro Estado para la Iglesia y para la educación. Afirmó: «Las obras de Dios siempre acaban bien. Espero que el Centro dé frutos abundantes y sea un lugar donde los jóvenes puedan aprender a vivir».

Posteriormente, escuchamos a un padre de familia que manifestó su gratitud por el servicio que presta el Centro. Sus palabras expresaron un vivo agradecimiento recordando el recorrido que se realizó con los muchachos por el centro histórico de la ciudad. También comentó el recobrado entusiasmo de su hijo Alejandro al hacer sus tareas y le exhortó a que continúe sus estudios y compartiendo el orgullo que siente por él, por el cambio que ha visto ante sus ojos.

Cuando me puse de pie para agradecer a los asistentes e invitarlos a que degustasen unos deliciosos bocadillos, una copa de vino o un refresco, miré a mi alrededor y vi el salón lleno, con mucha gente parada en la parte posterior. ¡Y tan sólo eran sesenta las sillas que estaban colocadas! ¡Cuántas personas juntas por un mismo motivo! En ese momento recordé también la llamada de varios amigos que se encontraban de camino hacia los Ejercicios de los jóvenes trabajadores de CL, que coinciden justamente con esta fecha, para decirnos que estaban pidiendo por nosotros. Nos llegaron mails de varios amigos, también desde Puerto Rico e Italia, diciendo que nos acompañaban con sus oraciones y nos felicitaban.

Varias autoridades locales, el representante del Presidente Municipal, del Instituto Estatal de Educación para el Adulto, de la Universidad Autónoma de Campeche, así como nuestra querida amiga y colaboradora Socorro Del Río, directora de DIJO A.C. de Oaxaca estaban ahí presentes deseándonos lo mejor para la labor que tenemos por delante.

El comienzo
En Campeche la falta de ejemplos positivos para los chavales, la carencia de una relación educativa con adultos y la escasez de establecimientos dónde reunirlos nos hicieron ver la necesidad que tienen los jóvenes de encontrar un sentido y asumir su responsabilidad ante la realidad. Además, debido tanto a esta falta de apego a la realidad como a la carencia de una propuesta educativa y cultural por parte de las instituciones escolares públicas y, en la mayoría de los casos, también privadas, nos dimos cuenta de que los chicos hacían un uso insuficiente de su capacidad creativa e intelectual. Así, las calles se van llenando de muchachos que en su momento sufrieron la deserción escolar y son presa fácil de bandas de pandillerismo y de narcovendedores. Siendo yo médico y trabajando constantemente con adolescentes tóxico dependientes podía constatar las consecuencias de estas carencias educativas.

Cuando en 2003 llegaron a Campeche para dar clase Rossana y otras amigas se enfrentaron en seguida con la necesidad urgente de una educación más verdadera, ante familias que, aun teniendo escasos recursos, prefieren invertir en una televisión para ver telenovelas que en la educación de sus hijos. Además, los muchachos que acaban la escuela secundaria difícilmente logran insertarse en el mundo laboral en el ámbito nacional.

Dando pasos
Rossana, con la ayuda de Roberta, comenzó en 2004 una actividad de apoyo extraescolar con un grupo de alumnos del Instituto Mendoza y del Instituto Campechano. De enero a junio, dos tardes a la semana, se reunían en un local que se pidió prestado al padre Felipe, de la parroquia de San Juan de Dios. Conforme avanzaba el tiempo, los chicos se percataban de la satisfacción que da una lección bien aprendida. Ya que el número de muchachos aumentaba, se tuvo que pedir ayudar a otros adultos, y se sumaron a este trabajo Verónica y Quino. Y los padres se decían: «¿Cómo puede ser que unos extraños tengan con nuestros hijos tanta paciencia y tanta pasión?».

A finales del curso escolar 2004-2005 tuvimos que considerar algunos problemas. La enfermedad de Roberta, maestra de Física y Química, avanzaba lentamente y cada día la limitaba más. Por otro lado, la parroquia de San Juan de Dios hospedaba otros grupos que hacían varias actividades; además resultaba inadecuada para un apoyo escolar: las mesas y sillas eran muy bajas, aptas sólo para los niños de preescolar y primaria; las aulas eran pequeñas y debíamos dividirnos en varios grupitos para trabajar; lo cual exigia un número mayor de adultos que acompañasen a los muchachos; y sobre todo eran salas mal ventiladas y se hacía dificilísimo estudiar ahí a 36º. Era realmente casi imposible apasionar a los muchachos y a los adultos por la belleza del estudio en condiciones tan difíciles.

Una primera luz apareció en 2006. La Región Lombardía aprobó un proyecto que habíamos presentado para el apoyo escolar en Campeche, y que incluía la construcción de un edificio para albergar un centro educativo. Por fin tendríamos un lugar adecuado donde estudiar, hacer la tarea y mostrar la belleza del estudio.

Rossana y yo empezamos a buscar un terreno para construir un edificio para el apoyo escolar, un lugar donde sembraríamos algo muchos más grande que nosotros. Finalmente encontramos el terreno y en mayo se inició la construcción del Centro Educativo y Formativo “Edimar”.

Un chico brasileño
¿Por qué elegimos este nombre? Nos pareció que nada sería mejor que ofrecer un ejemplo de un chaval concreto que cambió radicalmente su vida a raíz de la relación verdadera con unos adultos.

Edimar, había nacido el 2 de septiembre de 1977 en Brasil; entre los 11 y 12 años se volvió niño de la calle; a los 13 comenzó a robar y a traficar con droga. Después le ocurrió un encuentro insospechado: conoció a maestras, amigos y el padre Marcos, de Comunión y Liberación. Le propusieron que cambiara de ciudad para dejar el tráfico de drogas. Edimar decidió dejar Brasilia y el cambio en su vida fue tal que llegó a negarse a matar, desobedeciendo a la orden del jefe de su antigua banda que se lo exigía. Aquella noche fue asesinado.

Ahora, aquí en Campeche, en circunstancias no muy distintas, su memoria nos alienta en la ardua tarea educativa que acabamos de empezar.

Un pequeño equipo
Dos amigos de Coatzacoalcos, Oliverio y Tavo, arquitecto e ingeniero respectivamente, hicieron el proyecto del Centro y supervisaron las obras que en su primera etapa debían culminar en el mes de julio. Surgieron muchos inconvenientes, pero el 16 de julio fuimos de peregrinación a Ciudad del Carmen para rezar a Nuestra Señora, patrona del Estado. El día 15 nos entregaron las llaves y se pudo “cerrar la puerta”.

Mientras tanto, justo al final del curso escolar 2005-2006, el apoyo escolar se ubicaba en un salón más confortable, un préstamo esta vez del padre Joaquín de la parroquia de San José Obrero, de una colonia pobre de la ciudad.

Ya éramos un pequeño equipo de educadores formado por Rossana, Iracema y Teresa –dos maestras de su colegio–, y yo, curiosas de esta nueva posibilidad de educar y “de ser educadas”. En este período trabajamos fielmente con un pequeño grupo de muchachos: Migaely, Moisés, Miguel Ángel, Braulio, Etibet y Cinthya, que provenían, además de las otras escuelas ya mencionadas, de la Escuela Secundaria Técnica # 23 y de la Escuela Federal # 7.

Por fin ¡en casa!
A finales de julio logramos trasladarnos a la colonia Ampliación Miguel Hidalgo, otra colonia pobre, pero ¡ahora en nuestra casa!

Alberto, un amigo nuestro que tiene una pequeña empresa que trabaja para Pemex, nos procuró un gran regalo: en tiempo récord y con materiales reciclados nos hizo y nos regaló una puerta de entrada segura... ¡con la consigna de cerrar el edificio!

Se había terminado la estructura principal pero aún faltaba mucho. Amigos nuestros y “amigos de amigos” de varias ciudades del norte de Italia –Turín, Aosta, Asti, Milán, La Spezia– y de Puerto Rico continuaban ayudándonos de muchas formas. Por ejemplo, Martina, de 7 años, hacía dibujos y los vendía por un euro.

Recibimos felicitaciones de Navidad y año nuevo de una amiga albanesa, Justina con su esposo Toni y toda su familia. Otro amigo, el padre Fossón, sin conocernos directamente, nos dejó al morir una ayuda para continuar esta labor misionera. Y varios trabajadores de una empresa, en vez de intercambiar un regalo de Navidad, contribuyeron a la educación de nuestros muchachos como regalo de Navidad.

En Febrero se realiza un proyecto y, gracias a CESAL, se consigue un financiamiento de la Fundación Mapfre de España.

Finalmente se pueden concluir las obras de construcción acorde al proyecto inicial: se rellena el espacio del patio trasero, se levanta la barda, se pinta el Centro. Delante se coloca el portón y la herrería de protección (el Centro está ubicado en una zona de alto riesgo de robos, pero igualmente con mucha necesidad educativa) y el logo del Centro. Se dota al centro del equipamiento previsto: pizarrones, escritorios, tres computadoras, impresora, proyector, teléfono-fax, etc. Y por fin dejaremos de sudar: ¡logramos colocar los aparatos de aire acondicionado!

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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