Fragmentos del magisterio de Juan Pablo II sobre el misterio de la Iglesia
EL CAMINO MAS SEGURO para aprender y hacer estable la mirada «ortodoxa-católica» a la que nos reclama la Escuela de comunidad, es el magisterio de Juan Pablo II. Esta mirada sobre el misterio de Dios, sobre la Iglesia y sobre el mundo es patente en sus textos desde la primera encíclica, y se documenta año tras año, hasta llegar a la nunca suficientemente citada Redemptoris missio. Centrémonos sólo en los últimos meses. Encontramos fragmentos conmovedores sobre la Iglesia y sobre la gracia. Conocer adecuadamente a Cristo sólo es posible cuando uno se deja aferrar por su «signo» en el mundo. Es una iniciativa de Dios: al hombre le corresponde aceptar esta convivencia.
El método de la fidelidad
«El apóstol Pedro escribió a sus discípulos en su primera carta: "lo amáis (a Cristo), sin haberlo visto; y ahora, sin verlo creéis en él" (1 Pe 1,8). Según el apóstol la fe en Cristo consiste no sólo en aceptar su verdad, sino en referirse a su Persona, acogida y amada. En este sentido, de la fe deriva la fidelidad, y la fidelidad es prueba del amor. Se trata, en efecto, de un amor que es suscitado por Cristo y, a través de él, une a Dios» (Audiencia general, 8 de enero de 1992).
También siendo pecadores
«Guiada por el Espíritu Santo y movida por el poder que recibe de Él, la Iglesia no puede separarse de su Esposo. No puede convertirse en no-fiel. Jesucristo mismo, dando a la Iglesia su Espíritu, instituyó este vínculo indisoluble». «La Iglesia, sin embargo, es una sociedad que comprende también a pecadores. El concilio es consciente de ello cuando dice: "la Iglesia, que comprende en su seno a los pecadores, santa a la vez que necesitada de purificación, jamás abandona la penitencia y su renovación" (Lumen gentium, 8). Ya que la Iglesia busca vivir en la verdad, vive sin duda de la redención operada por Cristo, pero vive también en la confesión de la condición pecadora de la humanidad de sus hijos. Y sin embargo entre las tentaciones y las tribulaciones de su camino histórico, la Iglesia está sostenida por la fuerza de la gracia de Dios, prometida por el Señor, para que su debilidad humana no dañe nunca su perfecta fidelidad ... » (Audiencia, 8 de enero de 1992).
Misterio divino y corporal
«La Iglesia es misterio divino porque en ella se lleva a cabo el designio divino de la salvación de la humanidad, es decir, el misterio del Reino de Dios revelado en la palabra y en la existencia misma de Cristo ... (Con Pentecostés) el eterno designio divino de la salvación de la humanidad se reviste de la forma visible de la Iglesia nuevo pueblo de Dios».
«... La eterna iniciativa del Padre que concibe el plan salvífico, manifestado a la humanidad y llevado a cabo en Cristo, constituye el fundamento del misterio de la Iglesia, en la cual el misterio, por obra del Espíritu Santo, se comunica a los hombres, comenzando por los apóstoles. Por esta participación en el misterio de Cristo, la Iglesia es el Cuerpo de Cristo. La imagen y el concepto paulino de "Cuerpo de Cristo" expresa a un tiempo la verdad del misterio de la Iglesia y la verdad de su carácter visible en el mundo y en la historia de la humanidad» (Audiencia general, 27 de noviembre de 1991).
Signo
«El término griego mysterion se tradujo en latín por sacramentum ... La Iglesia es el signo de la salvación llevada a cabo por Cristo y destinada a todos los hombres por obra del Espíritu Santo. El signo es visible: la Iglesia, como unidad del pueblo de Dios, tiene carácter visible. El signo es también eficaz, en cuanto la adhesión a la Iglesia realiza en los hombres la unión con Cristo y todas las gracias necesarias para la salvación» (Audiencia general, 27 de noviembre de 1991)
Traducido por Gabriel Richi Alberti
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón