ES UN PROCEDIMIENTO CORRIENTE en la Iglesia católica seguir el método evangélico de juzgar al árbol a partir de sus frutos. De este modo, cuando se trata de expresar un juicio sobre una nueva agrupación de fieles, se valora la ortodoxia del planteamiento, la correspondencia de su finalidad con la de la Iglesia, la disponibilidad al seguimiento de la disciplina eclesial; todo esto se «verifica sobre el terreno», mirando los frutos que una determinada agrupación espontánea de fieles produce en la Iglesia, allí donde vive.
Así ha sido también para la Fraternidad de Comunión y Liberación. Tras la «fundación canónica» del 11 de julio de 1980 hecha por el entonces Abad de Montecassino Martino Matronola, concernía al Pontificio Consejo para los Laicos -para el reconocimiento como Asociación internacional universal- la confirmación de la bondad de la agrupación por parte de los pastores de las distintas diócesis. Muchos Obispos escribieron por tanto para confirmar dicha bondad.
Sacamos de los archivos de la Fraternidad algunos fragmentos de estas cartas como ejemplo de una paternidad en acto.
En primer lugar tres cardenales. Cario Confalonieri: «Expreso viva complacencia por el reciente Decreto con el cual Su Exc. Rev.ma el Obispo Mons. Martino Matronola, Abad ordinario de Montecassino, en la festividad de san Benito, ha fundado en Persona Moral la Fraternidad de Comunión y Liberación y me uno al deseo por él expresado “augurando toda bendición divina y un cada vez más provechoso trabajo para el bien de las almas y para mayor gloria del Señor”».
Franciszek Macharski, sucesor de Karol Wojtyla en la cátedra de Cracovia: «Nos alegramos por la fundación de la Pía unión de Comunión y Liberación. Mientras otorgamos copiosas bendiciones deseamos, cada vez más, activa colaboración para nuestra Iglesia en Polonia». Paolo Bertoli: «Me alegra que este movimiento se haya puesto bajo la protección de san Benito y que haya obtenido personalidad jurídica en Montecassino. Tras las huellas del Patriarca del monacato, cuya regla y cuyo espíritu, basado en el Evangelio sin desglose y aplicado con una mente y un corazón sorprendentemente adheridos a la realidad de la condición humana, han demostrado a través de los siglos una renovada y perenne validez, con una interpretación siempre nueva y original, deseo que la Fraternidad de Comunión y Liberación encuentre la inspiración y la fuerza para responder a la misión eclesial en este momento de la sociedad».
También numerosos obispos escribieron cartas «de congratulación». Escogemos sólo alguna para no alargamos.
Alfonso López Trujillo, presidente del entonces cardenal de CELAM en 1981 y ahora cardenal: «Considero de sumo interés el desarrollo, en un espíritu de fidelidad a la Iglesia, de este Movimiento». Vincenzo Franco, por Tursi-Lagonegro: «Atestiguo que los jóvenes de mi Diócesis, que han pedido entrar a formar parte de la Fraternidad de Comunión y Liberación y que ya pertenecían al grupo de CL que desde hace varios años opera en esta Diócesis, han tenido siempre una buena conducta moral y religiosa, han desarrollado distintas actividades propias del Movimiento y nunca me han desilusionado. Por lo tanto doy mi beneplácito para que sean inscritos en la ya citada Fraternidad». Aldo del Monte, entonces obispo de Nogara: «El Asistente diocesano de Comunión y Liberación me ha presentado en estos días a dos jóvenes parejas decididas a entrar en la Fraternidad de Comunión y Liberación. Un pastor que cuida de su Diócesis, dócil a todos los movimientos del Espíritu, sólo puede bendecir al Señor ante estos signos de la acción de la gracia. En este caso particular, conociendo directamente a las jóvenes parejas decididas a emprender este camino interior hacia una más comprometida “sequela Christi”, en el ejercicio delicadísimo del ministerio conyugal, bendigo y sigo esta experiencia con afectuosa premura. Un vasto tejido de experiencias como éstas es premisa beneficiosa para el mismo crecer de la Iglesia».
Sennen Corrà, entonces obispo de Chioggia: «La noticia de la constitución de la nueva Fraternidad en el decimoquinto centenario de san Benito, a la que se adhieren personas adultas provenientes del movimiento eclesial de CL, me ofrece una prueba ulterior del fervor espiritual y del compromiso apostólico de personas que aprecio y aliento con todo el corazón. Deseo que la adhesión a la Fraternidad represente para ellos y para cuantos a ella se unirán, un nuevo impulso y ayuda al crecimiento en la fe, en la santidad de vida, en la generosidad del compromiso, según el principio benedictino ora et labora».
Para recordar la dimensión misionera de la Fraternidad (los inscritos están presentes en treinta y una naciones), tenemos la carta de Cipriano Kihangire, entonces obispo de Gulu en Uganda: «He experimentado en mi Diócesis la validez del apostolado de este movimiento a través de la presencia de algunas personas fieles a los fines del mismo y que han mostrado siempre una sincera devoción y comunión con la jerarquía eclesiástica. Algunos de ellos, de hecho, me dirigen la escuela materna de Kitgum; y entre los alumnos del Seminario Teológico para las vocaciones adultas he tenido un excelente joven del mismo movimiento, al que he ordenado recientemente sacerdote y he incardinado en mi Diócesis para el servicio de la Iglesia. Deseo por tanto expresar mi más viva complacencia y aprecio por la Asociación de la Fraternidad de Comunión y Liberación, auspiciando abundancia de gracias del Señor, como no le han faltado en el pasado, para un servicio en la misión de la Iglesia y para mayor gloria del Señor».
No podemos concluir esta «reseña» sin citar un importante reconocimiento que se refiere a la Iglesia italiana, donde reside la mayor parte de los inscritos y donde ochenta y cinco obispos han nombrado a un Asistente eclesiástico para la Diócesis: la aceptación de la Fraternidad en la Consulta Nacional del Apostolado de los Laicos. Escribe el Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Camillo Ruini, el 23 de marzo del pasado año: «Me alegra comunicar que el Consejo Episcopal Permanente, en la sesión del 11-14 de marzo de 1991, ha concedido por unanimidad el consentimiento para que la Fraternidad de Comunión y Liberación entre a formar parte, como miembro efectivo, de la Consulta Nacional del Apostolado de los Laicos».
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