Decreto de reconocimiento de la Fraternidad de Comunión y Liberación, 11 de febrero de 1982.
LA FRATERNIDAD de Comunión y Liberación tiene su origen en 1954, cuando el sacerdote don Luigi Giussani, con el fin de promover la comunión como exigencia fundamental de la vida mediante la propuesta de la fe, comentó su apostolado de animación entre estudiantes, trabajadores y, en general, en los ambientes vinculados de modo particular a la vida colectiva.
A través de sucesivas experiencias, que gradualmente maduraron y se extendieron a diversos sectores de la vida asociada, fue advirtiéndose la necesidad de formar en una escuela de vida espiritual más intensa a grupos de adultos responsables, a quienes confiar el apostolado misionero en diversos campos de trabajo apostólico, dondequiera que se sintiese la ingerencia de ello, que pusieran a disposición de los obispos sus energías y su servicio de animación pastoral.
Con la rápida evolución de los acontecimientos en estos últimos años y también con el cambio acelerado de las exigencias en los diversos sectores del apostolado eclesial, ha ido madurando además la idea de una mejor colaboración comunitaria, lo que ha
llevado a que los mencionados grupos de adultos constituyeran una Asociación seglar denominada Fraternidad de Comunión y Liberación, obteniendo al mismo tiempo el reconocimiento de su persona jurídica de acuerdo con el canon 100 y los cánones 684, 685 y ss. del C.J.C., mediante decreto del 11 de julio de 1980 del Abad Ordinario de Montecassino, Monseñor Martino Matronolo, y bajo la protección del Patriarca San Benito, en cuya espiritualidad se han inspirado los mencionados grupos de adultos desde el primer momento de su formación apostólica y misionera.
La finalidad de la Asociación es promover la comunión, de acuerdo con los Estatutos, como exigencia fundamental de la vida, lo que tiende a expresarse en una participación comunitaria en el espíritu del Evangelio, en la comunión eclesial, teniendo en cuenta que la difusión del hecho cristiano está condicionada por lo general a la presencia de una comunidad.
En particular, la Asociación se propone, además de una formación espiritual más intensa de sus miembros, el anuncio y la catequesis de manera capilar y la celebración frecuente de los Sacramentos: el trabajo en el campo de la cultura y de los medios de comunicación social, en cuanto profundización y expresión de la propia fe y como condición para una presencia responsable en la sociedad; la acción caritativa como servicio gratuito al otro; el compromiso misionero en cuanto sentido de la catolicidad de la Iglesia y como opción vocacional, en todos los ámbitos que señala el artículo 3 de los Estatutos.
Pueden formar parte de la Asociación, de acuerdo con los Estatutos, quienes se comprometan por escrito, sin distinción de sexos o condición social, a promover sus fines, con un mayor compromiso cotidiano de vida de comunión, como el medio de apostolado más válido, y con una mayor dedicación al servicio de la Fraternidad, de manera compatible con los deberes propios del estado de cada
uno.
Los miembros de la Fraternidad de Comunión y Liberación ejercen fructíferamente su apostolado en muchas regiones de Italia, pero también ya en otras naciones europeas y en otros continentes, favoreciendo el intercambio, la comunicación y el diálogo, y ejerciendo una presencia misionera estable en diversos sectores de apostolado cultural, caritativo y de animación social.
Deseando los miembros de la Fraternidad de Comunión y Liberación vivir sus Estatutos en un espíritu de unión más estrecha con la Iglesia, participan más íntimamente en la misión de la Jerarquía con la adhesión a la enseñanza doctrinal del magisterio pontificio, y colaboran con todas las iniciativas que competen a este Consejo Pontificio para los Laicos, del que dependen las asociaciones de fieles y los diversos movimientos eclesiales, el Presidente de la Asociación, reverendo don Luigi Giussani, ha dirigido una instancia a este Dicasterio para intentar obtener el reconocimiento pontificio de la Fraternidad de Comunión y Liberación.
El Consejo Pontificio para los Laicos no ha dejado de examinar la documentación enviada con los criterios que caracterizan a los Dicasterios de la Curia Romana, después de haber recibido el voto de diversos consultores y expertos y escuchado el parecer de personas cualificadas. Resultando además en las actas cartas testimoniales de Eminentísimos Cardenales, miembros del Sacro Colegio y Residenciales, de numerosos Obispos italianos y de otras naciones de Europa y otros continentes, que solicitan el reconocimiento pontificio de la Fraternidad de Comunión y Liberación, este Consejo Pontificio para los Laicos tras haber constatado la correspondencia de los Estatutos, oportunamente corregidos y actualizados de acuerdo con las sugerencias brindadas, a la finalidad de la Institución, y haber cotejado la evidente utilidad para el bien de las almas del apostolado misionero individual y comunitario que se proponen llevar a cabo los miembros de la Fraternidad, erige y confirma en persona jurídica para la Iglesia universal la Asociación Laical llamada «Fraternidad de Comunión y Liberación», declarándola a todos los efectos Asociación de Derecho Pontificio y estableciendo que sea reconocida por todos como tal. Las modificaciones del Estatuto que fueren requeridas por la vigente legislación canónica deberán ser sometidas a la aprobación de este mismo Consejo Pontificio para los Laicos. El Santo Padre Juan Pablo II, informado previamente del expediente en curso, se ha complacido benévolamente, durante la audiencia concedida a los formantes el día 16 de enero de 1982, en animar al Consejo Pontificio para los Laicos para que procediera a su aprobación.
Deseamos vivamente, por consiguiente, que bajo la protección de la Virgen María, Madre de la Iglesia, y del Patriarca San Benito, Patrono de Europa y de la Fraternidad de Comunión y Liberación, cada uno de sus miembros y toda la Fraternidad den un claro testimonio de la fe, y ejemplos de piedad y de virtud, de manera que constituyan siempre y en todas partes un fermento operante de
apostolado para el bien del hombre.
Opilio, Cardenal. Rossi, Presidente.
Paul Josef Cordes, Vice-Presidente.
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