Después de Cervia. Diálogo entre estudiantes de Milán y Giancarlo Cesana.
«Se sueña todos los días, sobre todo a vuestra edad». Giancarlo Cesana terminó así una asamblea con los estudiantes de Bachillerato de Milán el 17 de octubre último.
Al inicio del curso muchos de estos estudiantes habían escuchado en Cervia a D. Giussani: «Hay una cosa que a medida que el tiempo va pasando, en vez de hacerse vieja, se hace cada vez más joven: el corazón. .. El corazón es aquello de lo que el hombre está hecho... El corazón está hecho para d ideal. El sueño vacía la cabeza después de haberla llenado de nubes. El ideal viene dictado por la naturaleza y emerge con el pasar del tiempo, si se siguen las condiciones que la naturaleza lleva consigo».
El sueño. Esta apariencia de realidad es hoy impunemente presentada y favorecida, por mucha publicidad y por mucha pedagogía, como la característica de los jóvenes; «sueña, ahora que estás a tiempo», es así como les engañan desde pequeños. Todos los que intervinieron en esta asamblea se centraron en el sueño, en el ideal y en la consistencia de la realidad. Una chica pidió un juicio respecto a una frase escrita en ese importante lugar de debate ideológico que son las paredes de los aseos del colegio: «Dios es una ilusión, Vasco es una realidad». Cesana no dudó en cuestionarse personalmente: «La realidad debería ser una cosa concreta, que tengo delante, que dura y persiste. Pensad en mí. Mis noventa kilos son una realidad pesada y consistente, pero ¿por cuánto tiempo? ¿sesenta, setenta años? Y Vasco Rossi es igual que yo. Sus discos -que os pueden gustar- durarán, quizás, más que él. Entonces, ¿somos realidad o apariencia? Todo lo que vemos y tocamos en última instancia es apariencia, no dura, no es realidad verdadera»... Por lo tanto, de las dos hipótesis una de ellas es verdadera, continúa Cesana. O todo es absurdo, incluido nuestro deseo de felicidad, o «la realidad verdadera, aquella que dura y es eterna, no soy yo sino otra cosa distinta de mí y mucho más grande que todo aquello que aparece». El sueño, se decía en Cervia, «quema aquello que tenemos entre las manos»; «la música de Vasco -comenta Cesana- es una ilusión, y se entiende por el hecho de que cuanto más consumimos cosas como éstas, las cogemos, las devoramos, más insatisfechos estamos al final. Por el contrario, nosotros nos sentimos hechos para otra cosa, para un "para siempre", para que se realice aquello que deseamos. Entonces, si existe un destino, si existe lo verdadero, si hay algo más real que nosotros mismos, debemos poder encontrarlo y vivirlo. La comunidad cristiana es exactamente la introducción a esto. Ha comenzado por Uno con doce que le siguieron hace 2000 años, y ha llegado hasta nosotros y constituye una promesa que corresponde a mi deseo de felicidad. Queridos amigos, si existe una realidad, es ésta».
¿Cómo es posible entonces mirar al futuro sin un proyecto, sin evadirse de la realidad, es decir, sin soñar? ¿Cómo se puede ser hombres sin equivocarse? No se puede. Existe, sin embargo, algo más grande que nuestros errores y estamos hechos para encontrarlo. Cesana habla en términos de una experiencia vivida: «Es necesario ser introducidos en algo que no nos haga tener miedo de la realidad, que no nos la haga ver como algo hostil, sino que nos la haga amar, de tal modo que no tengamos necesidad de soñar para poner las cosas en su sitio, sino que amemos las cosas así como son sin tener miedo. Para vencer la tentación de cambiar la realidad en nuestros sueños tenemos necesidad de participar en algo que sea verdadero. Y cuando encontramos una experiencia verdadera debemos apegarnos a ella, deseando compréndala, siguiéndola, probando, yendo hasta d fondo, arriesgando».
Llegados a este punto entra en juego otro factor decisivo: la libertad. «Vuestro problema, muchachos, es el de la certeza y el de la libertad», habían escuchado estos jóvenes en Cervia. Uno de ellos, Luca, lo ha vuelto a proponer en toda su dramaticidad personal: «Yo me doy cuenta de que es muy fácil para mí hacer el camaleón. Aquí, junto a vosotros, siento que estoy seguro, pero he intentado afrontar la realidad que me asalta y he descubierto mi fragilidad; no es que haya renegado, pero he dejado de afrontarla. ¿Cómo hacer para no malograr el ideal, para no esconderme detrás de la compañía?». Adhiriéndome a la propuesta de la compañía hasta el fondo -ha sido la respuesta- sin miedo y sin exaltación, «pegaos a aquello que vale, que es como el aire que respiráis». Y aquí Cesana ha repetido las mismas palabras usadas en Cervia: «Estad dentro de la compañía aunque no la traguéis. Si habéis encontrado esto, que es bello, y os reclama a una verdad más grande en vuestra vida, aunque en ciertos momentos puede ser dura como una bofetada, abrazaos a ello y esto os arrastrará. No faltarán las incoherencias, pero no nos escandalicemos, es la vida. Si estáis apegados también vosotros os haréis más fuertes, más capaces, menos camaleones. No os quedéis vacilantes diciendo "me quedo o no me quedo", "pruebo o no pruebo"... El ser tibios mata».
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