Elecciones en la Universidad Autónoma (UAM)
Quisiera contar lo que ha ocurrido estos días en la UAM con motivo de las elecciones porque realmente ha supuesto para mí, y en general para la gente de la Autónoma, algo grande.
Lo primero que quisiera plasmar aquí es la actitud con la que afronté las elecciones ya que pienso que ha sido decisiva a la hora de vivir las cosas. Inicialmente pensé que se trataba de organizar las distintas iniciativas de Atlántida del modo más eficiente y llamativo. Alfonso me explicó, sin embargo, que el criterio adecuado para vivir esta responsabilidad no podía ser sólo el de la eficiencia, sino que todo tenía que ser para mi bien, para mi propia felicidad, para verificar la verdad de lo que en el Movimiento se me propone. Con este criterio me acerqué a las distintas actividades durante estos días y es lo que me ha salvado de no acabar hasta las narices de reuniones, carteles, discusiones con unos y con otros... (que como podéis imaginar eran el «pan nuestro de cada día»). Afrontar las cosas apelando a la libertad de cada uno y a su propia felicidad es lo único que no sólo nos ha salvado del hastío sino que ha hecho posible verificar la verdad de la promesa que nos ha tocado en esta historia. Desde esta posición uno trabaja libre de los resultados (incluso en el caso de unas elecciones donde parece que el fin único es vencer), ya que la utilidad última de todo lo que hacemos no es la junta, el claustro... sino uno mismo. Tan libres de los resultados que un amigo nuestro de otro grupo el día mismo de las elecciones decía: «Pase lo que pase hemos ganado porque lo más importante es la relación entre nosotros que ya se está dando».
Otro hecho determinante fue la propuesta que nos hicieron dos asociaciones -Testimonio 2000 y Vita 10- para que nos presentásemos en una candidatura conjunta a las elecciones. Mi primera reacción fue más bien de desconfianza ya que pensaba que la razón por la cual nos proponían la coalición era simplemente electoral. Tampoco me convencía el presentarnos juntos porque supondría presentarnos con un nombre distinto al de Atlántida; temía que después de haber hecho las mesas de orientación, el encuentro con los de primero y el mercado de libros, la gente no nos reconociese y nuestra identidad quedase diluida. Sin embargo, al comentarlo con los amigos fuimos viendo como, si existen razones válidas para presentarse juntos, no había que temer por nuestra identidad ya que es precisamente compartiendo lo que vimos con los demás como se verifica la verdad de lo que somos. A partir de entonces, la tarea consistía en encontrar un motivo válido por el que presentarnos juntos: decidimos trabajar para facilitar que cualquier identidad y cualquier persona tuviese un espacio de libertad para moverse en nuestra Universidad.
Este fue el objetivo principal de nuestra candidatura.
Hablando con los de AED, los de «izquierdas», nos preguntaban: «¿Como habéis podido uniros Atlántida, Testimonio 2000 y Vita 10 siendo de sensibilidades tan distintas?».
Para ellos nuestro afirmar la unidad pasando por encima de las diferencias que pudieran existir, era algo inconcebible e incomprensible. Para nosotros en cambio fue posible al reconocer que la fe común era una razón que nos unía por encima de cualquier diferencia.
Al acercarnos al otro, sea «amigo» o «enemigo», lo que nos importaba era una relación. Esta relación no es fruto de un voluntarismo («vamos a llevarnos bien con todos, los de izquierdas y los de derechas») sino que se da sólo cuando uno reconoce que «el otro está hecho para lo mismo que yo».
Afirmar lo que nos une sobre aquello que nos separa ha originado un trato distinto con la gente de las asociaciones que eran nuestras «rivales» en las elecciones.
El mismo día de las votaciones, los de DISPAR (que no se presentaron y se dedicaron a hacer contra-campaña para que la gente no votase) nos pusieron una denuncia por algo que en realidad no habíamos hecho. Uno de ellos que tiene cierta relación con nosotros vino a decirnos lo que estaba pasando y cuál era la forma de afrontar los hechos para que no pudiesen pillarnos. Las elecciones han supuesto para mí un momento para verificar la verdad de aquello que se me había prometido.
En primer lugar respecto a mi pertenencia al Movimiento: me sorprendió que al contarle a mis amigos lo ocurrido surgiera en mí una gran alegría. Me di cuenta de que todo era fruto de mi pertenencia al Movimiento, no de mi esfuerzo personal.
En segundo lugar he aprendido a mirar a la realidad no como una excusa que utilizo para imponer mis propios esquemas, sino como el lugar donde puedo verificar la verdad de la pretensión de Cristo para la vida. De esta forma la realidad se convierte en algo positivo, algo que está hecho para mi bien, como lo ha sido para todos nosotros la circunstancia de las elecciones.
por MAR GANDOLFO
«Para que el hombre pueda verdaderamente llegar a ser sabio, capaz de querer, libre, para que el hombre alcance su verdadera personalidad, la personalidad para la que Dios le ha creado, la gran regla es seguir a Otro. No hay camino, no hay esfuerzo intelectual ni habilidad especial que tengan el valor de esta norma».
Seguir a Otro fue el motivo decisivo para presentarme a las elecciones. El modo de seguir no me lo inventé yo sino que me lo dictó la realidad misma. Es fácil dejarse hacer por Aquel que me quiere más que yo misma, sólo tengo que acoger lo que Él me ofrece a través de cada circunstancia y comprenderlo con la ayuda de la compañía.
por MARI CARMEN YUSTE
Es estas semanas de elecciones me he dado cuenta de que mi vida está totalmente inmersa en esta historia y que no va por distinto camino que la vida del movimiento.
Y me he dado cuenta de esto porque para mí se está concretando la palabra compañía. Mi vida ha sido acogida en toda su amplitud, tanto cuando estaba triste y agobiada por el trabajo de la campaña, como cuando estaba contenta el día de la gran movida electoral. De la novedad de experimentar esto en primera persona ha surgido en mí el agradecimiento y las ganas de seguir a estos amigos.
por BEGOÑA MARTINEZ
Me presenté a las elecciones por algo tan sencillo y tan grande a la vez como es el agradecimiento, agradecimiento a Cristo que se hace carne diariamente a través de unas personas concretas. Gracias a ellas me doy cuenta de que estoy viva y de que cada circunstancia concreta está para que yo sea feliz.
En este tiempo he aprendido que la actividad y las cosas cansan si no están movidas por esta gratitud; de hecho dos días después de ver la razón por la que me presentaba sentía el cansancio y la tristeza que me producían las cosas.
Sólo el encuentro con amigos donde haces memoria del Hecho que te ha acontecido permite renovar la pasión por la vida.
Ahora sé, con certeza, que formo parte de esa historia por una gracia y esta gracia sigue manifestándose cada día.
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