Entrevista al obispo croata Bozanic. Juan Pablo II subraya constantemente dos cosas sobre la crisis yugoslava: sobre todo el
restablecimiento de la paz y, en segundo lugar, el respeto a la voluntad de la población yugoslava en la elección de su futuro.
«DISPARAN SOBRE LOS hospitales y sobre los monumentos, pero los objetivos preferidos por los serbios y por el ejército federal son los edificios sagrados. A principios de octubre fueron destruidas o dañadas 151 iglesias católicas y 17 casas religiosas. Han disparado también sobre la catedral de Sebenico, que en cinco siglos nunca había sido dañada por la guerra. A Croacia le esperan tiempos muy tristes». Monseñor Josip Bozanic tiene 42 años y es el obispo más joven de Yugoslavia. Su diócesis tiene un nombre tan difícil como Krk: diez islas engarzadas en el mar de esmeralda situado al sur de Istria, meta en otros tiempos, de alemanes y austríacos. Desde su casa situada sobre el mar ya no se ven los barcos de vela, pero sí se ven los de la marina federal. En el cielo los Mig 29 planean sobre la costa en busca de puentes y otros objetivos militares que alcanzar.
A su diócesis ya han llegado 2.500 prófugos de toda Croacia, gente que ha escapado desde la oficina o la fábrica sin siquiera poder pasar por su casa. Los han metido en albergues para turistas y Cáritas diocesana los asiste cotidianamente, mientras que la guerra ha comenzado a alcanzar también la diócesis, que con sus 40 mil habitantes está entre las más pequeñas de las 23 sedes episcopales de Yugoslavia.
El mes pasado monseñor Bozanic estuvo en Italia, invitado por el Centro cultural «El pórtico del Alfarero» de Rímini, para dar una serie de conferencias a lo largo de la costa adriática. Lo encontramos en Ancona precisamente cuando la radio daba la noticia de los cohetes lanzados contra el palacio presidencial de Zagreb: un ataque que hacía presagiar una trágica escalada de violencia en esta guerra no declarada «que -son sus palabras- cuenta ya con miles de muertos y ha obligado a 250 mil personas a dejar sus casas».
Excelencia, ¿la situación está destinada a empeorar?
No hay esperanzas si Croacia continúa estando sola. La otra parte tiene un ejército poderoso no por la validez de sus argumentos, sino por la fuerza de sus armas. Somos fuertes moralmente, pero estamos indefensos. No sé cuánto podremos resistir. Si Croacia fuese derrotada temeríamos las represalias.
¿Y Europa?
Mire, hasta el último momento nosotros los croatas esperábamos que, si la guerra comenzaba, siempre habría alguien que lograría pararla. Por desgracia no ha sido así. Una Europa que no quiere y no puede parar una guerra sobre su territorio es una pobre Europa, una Europa débil.
¿Cómo viven y reaccionan los católicos croatas frente a esta guerra?
Nunca pensamos que llegaríamos a encontrarnos en esta situación. El año pasado vivimos una gran esperanza porque la Iglesia empezó a vivir libre después de las elecciones, sin la opresión de la dictadura comunista. Hoy, sin embargo, estamos en guerra. La Iglesia ha hecho de todo para custodiar la paz en Croacia y en Yugoslavia y nunca ha tomado posiciones políticas. Nosotros, sin embargo, apoyamos las decisiones libres que el pueblo toma a través de los mecanismos democráticos. Nosotros apoyamos la libertad de los individuos y de los pueblos. La Iglesia siempre ha dicho que los pueblos tienen el derecho de elegir su propio futuro: ésta siempre ha sido la doctrina social de la Iglesia y objeto de las enseñanzas de Juan Pablo II. El Santo Padre subraya dos cosas: primero el restablecimiento de la paz y, en segundo lugar, el respeto a la voluntad de las poblaciones de Yugoslavia para que escojan por sí mismas su propio futuro.
¿Las reclamaciones de los croatas son reivindicaciones justas o constituyen el intento de afirmar un nacionalismo intransigente?
Existen derechos que deben ser reconocidos y respetados por todos los hombres y por todos los pueblos. Pienso que cada pueblo tiene el derecho a escoger su futuro; si tiene una patria puede organizaría del modo que le parezca. No puede haber en Europa dos pesos y dos medidas, negar a un pueblo lo que a otro sin embargo le ha sido reconocido. La federación yugoslavia ya no existe y es hora de reconocer oficialmente las nuevas entidades políticas que se han formado.
Se dice que ésta es una guerra entre los católicos croatas y los ortodoxos serbios. Una guerra de religiones como las que hubo en Europa en los siglos pasados. ¿Es verdad?
No se puede decir que se trate de una guerra confesional. Pienso que no se puede razonar de este modo. No es una guerra de religiones, a pesar de que combatan personas que pertenecen a una u otra Iglesia. Es una guerra política y de hegemonía con la cual Serbia está tratando de ocupar territorios de otros y modificar los límites actuales entre república y república.
¿Qué relación existe hoy entre las Iglesias católica y ortodoxa?
Relaciones entre las dos confesiones (los católicos son mayoritarios en Croacia y Eslovenia y los ortodoxos en Serbia, Montenegro y Macedonia) han existido siempre. El último encuentro oficial ha tenido lugar en agosto. El cardenal Kuharic y el patriarca Pavle han hecho un llamamiento común por la paz.
¿Después no ha habido más encuentros oficiales?
Nos hemos vuelto a ver solamente para tratar de constituir una comisión mixta para estudiar los problemas más difíciles de las relaciones entre las dos Iglesias. En cualquier caso con la guerra las relaciones se han enfriado. En Zagreb, en septiembre, he encontrado al Obispo católico de una ciudad donde hay también un Obispo ortodoxo. Me contaba que cada vez que trataba de tener con el otro una cita o un encuentro se encontraba con pretextos, excusas y dificultades. También en Zagreb ha habido una mesa redonda en la televisión a la que estaban invitados representantes de las distintas confesiones presentes en la ciudad. Estaban los católicos, los protestantes, los musulmanes y los hebreos. Sólo permanecieron vacías las sillas que estaban reservadas para los ortodoxos.
Por lo que Usted dice me parece entender que tiene pocas esperanzas de que las jerarquías católica y ortodoxa puedan resolver la situación.
Desgraciadamente es así. Si hubieran sido el Patriarca y el Cardenal los que estuvieran en guerra hubiéramos podido ser los responsables de la paz. Pero no es una guerra de religiones, es una guerra política en la cual nos han dejado solos.
¿Qué está testimoniando la Iglesia croata en este momento?
La caridad y la oración. Cáritas está ayudando a cientos de miles de personas sin casa. En los últimos meses se reza intensamente. No sólo en las Iglesias, sino también en las plazas de las ciudades y de los pueblos. Confiamos en la fuerza de la oración y estamos convencidos de que Dios está de parte del justo y de las personas que se defienden con medios preferentemente no violentos.
¿Está la Iglesia haciendo intentos de mediación entre los contendientes?
El trabajo de mediación no siempre es fácil. Un amigo mío, el Obispo de Sebenico, me ha dicho que su predecesor, durante la segunda guerra mundial, consiguió convencer a un general alemán, salvando así a la ciudad de la destrucción. Él, ahora, no consigue encontrar el modo de hablar con los de la Armada federal.
Excelencia, si vencieran los serbios ¿qué sucedería?
Es difícil hablar de cosas que uno quisiera que no sucedieran. Si Croacia es derrotada vendrán tiempos muy tristes y duros.
¿Como cuando estaba la dictadura comunista de Tito?
Sí. La política de Serbia viene dictada por el partido comunista. Ellos son comunistas, y nosotros ya tenemos experiencia del comunismo. Sí, pueden venir tiempos difíciles.
¿Y la Iglesia?
Vivirá mientras haya católicos que den testimonio.
Traducido por Elena Serrano
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