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Huellas N.8, Noviembre 1991

CULTURA

Un fragmento de Oscar Wilde. El significado del dolor

Laura Cioni

De profundis. Desde lo más hondo de una condición de dolor, el rechazo de todo esteticismo. Y el balbucir de la luz de Cristo.

1891 es la fecha de edición del prólogo de El Retrato de Dorian Gray, la obra más famosa de Oscar Wilde. Este finaliza con una aseveración sobre la utilidad del arte que supone un terrible hachazo a tantas teorías estéticas que resurgen continuamente: «Todo arte es absolutamente inútil».
Ocho años después el autor tuvo que experimentar en su propia vida todo lo que había escrito: fue condenado por sodomía a dos años de cárcel en Reading, allí se descubrió a sí mismo cambiado. En De profundis, larga carta dirigida a su ex-amante y que no se dio a conocer íntegramente hasta 1959, lo confiesa.
La brevedad del párrafo citado ofrece únicamente una muestra de la serie de observaciones que Oscar Wilde extrae de su mísera condición: a partir de su sufrimiento presente, y pasando del resentimiento a la aceptación de su pasado y de cuanto estaba viviendo, el escritor revela al amigo su nueva valoración de la Belleza, del Dolor, del Arte y finalmente su descubrimiento de Cristo que, si aún no es la fe que alcanzará en el lecho de muerte, es un interés sincero por esta figura de hombre. De este modo surge un ensayo de gran intensidad humana y cultural, digno de ser más conocido.
Termina con estas palabras, que pueden considerarse una síntesis de su historia personal y de su producción: «Viniste a mí para aprender el Placer de la Vida y el Placer del Arte. Quizás he sido elegido para enseñarte algo más espléndido: el significado del Dolor y su belleza».

«Pero esta es la suerte que me ha sido asignada; y durante estos últimos meses, tras terribles luchas y dificultades, he conseguido adentrarme en algunas de las lecciones escondidas en el corazón del sufrimiento. Los predicadores, y las personas que suelen repetir sentencias de oído, hablan a veces del sufrimiento como de un misterio. En realidad este es una revelación. Se discierne lo que nunca se conseguía discernir. Ahora comprendo que el Dolor, siendo la suprema emoción de que es capaz el hombre, es a un tiempo el modelo y el banco de pruebas de todo el gran Arte. El artista está siempre en busca de un modo de existir en el que alma y cuerpo estén unidos de modo indisoluble; en el que el exterior sea expresión del interior; en el que la Forma revele la Esencia. La verdad del Arte es la unidad de un objeto consigo mismo; el aspecto exterior que expresa la interioridad; el alma encarnada, el cuerpo infundido de espíritu. Por esta razón ninguna verdad es parangonable al Dolor. Aún más: hay en el Dolor una intensa, extraordinaria realidad. He dicho que yo fui un hombre unido en relación simbólica con el arte y la cultura de mi época. Pero no hay ni un infeliz aquí junto a mí en este albergue de infelices que mi esté en relación simbólica con el secreto mismo de la vida. Porque el secreto de la vida es el sufrimiento. Ahora me parece que cualquier forma de Amor, aún la más mínima, es la única explicación posible a la enorme masa de sufrimiento que existe en el mundo».
Oscar Wilde, De profundis. Editorial Grijalbo. 1986.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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