Encontrar al hombre y sus necesidades. Donde quiera que viva y como quiera que se exprese. Una pasión por la libertad con la que todos deben ajustar cuentas.
La libertad. La libertad y el poder. Antígona, protagonista de la tragedia de Sófocles, y su adhesión a las «leyes del corazón», frente a Creonte el tirano que las desconoce. El palacio, donde se traza un Nuevo Orden Mundial que tanto sabe de imposición violenta. Y los nuevos distintivos, es decir, las formas de agregación efímeras e ilusorias, preconcebidas por la gente, que no dejan respirar y limitan el horizonte.
Pero no basta hablar de libertad. La libertad es un gesto que se vive, porque permanece la memoria de un encuentro que ha despertado una experiencia irreductible. Así entra en escena el viejo inmigrante, el otro personaje, en este duodécimo Meeting para la amistad entre los pueblos.
Como era de prever, ha habido quien ha intentado reducir esta manifestación compleja y expresiva a los esquemas estrechos de juegos corrientes: pero su intención, aunque prepotente, ha sido en vano.
Al Meeting han acudido también los políticos, y los mayores líderes italianos, desde el presidente Cossiga hasta el jefe del gobierno Andreotti, pasando por el secretario de la DC Forlani, y el número dos del PDS (Partido Democrático de Izquierda, antiguo Partido Comunista) D'Alema: a confrontarse también ellos, sencillamente, con una propuesta definida y clara. Entre sus interlocutores -ha dicho el presidente del Movimiento popular Giancarlo Cesana- el Meeting encuentra amigos. No quiere «padrinos», y no sabría qué hacer con ellos. «En el Meeting se ha puesto de relieve más que nunca la absoluta autonomía del movimiento que lo organiza», ha comentado el presidente de la Unión de Cámaras de Comercio, Piero Bassetti.
El Meeting, por tanto, como gesto de libertad. Pendiente de la actualidad, atento a comprender y hacerse cargo de los problemas más vivos del momento. Desde los problemas de carácter internacional, relativos a los nuevos escenarios que se han abierto tras la caída del comunismo y por la crisis de Oriente Medio, hasta los problemas propios de la condición de vida de los jóvenes, de los estudiantes, de la familia, del trabajo y de la economía y de la presencia del cristianismo en Italia. En este gesto han participado libremente y con evidente entusiasmo centenares de miles de personas, y 2500 de ellas han trabajado gratuitamente durante una semana como voluntarios, para permitir que se disfrutaran 15 exposiciones, 46 momentos de espectáculos, 70 encuentros y mesas redondas, y 9 manifestaciones deportivas. Y también para asegurar todos los servicios, desde la sala de prensa hasta los de hostelería. Cada particular ha sido vivido dentro de la perspectiva del todo. Se vive la conciencia de que «servir las mesas o hacerse cargo de un stand tiene la misma dignidad que el discurso de Yeltsin desde un tanque». «El espíritu del Meeting -se subrayaba- consiste en la profunda continuidad entre aquellos que lo organizan y aquellos que lo viven: el Meeting crea un clima que implica al unísono a todos, de tal modo que el concepto mismo de público es anulado».
De esta forma el Meeting ha sido sobre todo la exposición de un Acontecimiento encontrado que nos hace capaces de una laboriosidad li¬bre y llena de amor al hombre concreto. En el origen del trabajo, de la acción, de la iniciativa está la gratuidad, no el deseo del dinero y del éxito. La creatividad brota del deseo de cambiarse a sí mismo y al mundo, de forma que todo se haga más humano y corresponda a la verdad para la que cada cosa está hecha.
Hacer el cristianismo
El ímpetu del amor verdadero a sí mismo y al mundo ha estado documentado por una gran riqueza de testimonios de las cuatro partes del mundo. El cristianismo como Acontecimiento y no como teoría. La libertad de «hacer el cristianismo», como dice el poeta Péguy, en cualquier situación. Testimonios como los del Padre Tiboni y Rose Busingye, de Uganda. El primero es quien comenzó «Cristo, comunión y vida» sobre la base de la certeza que «es preciso batirse en nombre de Cristo para la salvación de la nación» descuartizada por la guerrilla y los odios tribales. La segunda atiende a los enfermos de SIDA, un verdadero flagelo del país africano, con la conciencia de que «el hombre sin Cristo no puede nada». Cada día miles de personas se han podido encontrar con los protagonistas de «hacer el cristianismo», esto es, con los movimientos en Nigeria, en el Brasil de las favelas y de las nuevas sectas; en el Perú inseguro por la violencia criminal de Sendero Luminoso; en la Unión Soviética donde la Perestroika de Gorbachov por primera vez ha derribado el muro vergonzoso del ateísmo y se ha abierto a la libertad religiosa; en Rumania, donde el año 1989 sólo ha llevado al poder a los comunistas que ambicionaban tomar el puesto de Ceaucescu.
El Meeting se ha encontrado con el escritor danés Stangerup y con el «Sajarov chino», el físico Fang Li Zhi. El tema abordado fue el recorrido que la exigencia de libertad realiza, a causa del impacto con el Acontecimiento de lo verdadero y que sólo así puede cumplirse. El filósofo Cario Sini y el sociólogo Salvatore Abbruzzese, describieron las peripecias y trampas con las que se encuentra la libertad teniendo como telón de fondo la geografía del «Palacio» y haciendo frente al sistema de los «distintivos» que tienden a homologarla y reducirla. Además, el cardenal Simonis, primado de la Iglesia holandesa, presentó a Cristo como la respuesta verdadera y actual a la exigencia de libertad del hombre. Y el arzobispo de Bolonia, cardenal Biffi, centró su intervención en la persona de Cristo como Acontecimiento real, alertándonos contra la reducción del Misterio a mero símbolo de «valores comunes»; esta reducción del Misterio a los valores de moda representa la encarnación verdadera del Anticristo, tan bien identificado y descrito por Soloviev.
Con «la frescura de una experiencia del cristianismo como Acontecimiento y no como teoría abstracta», el Meeting ha documentado también que se pueden afrontar los desafíos históricos de nuestro tiempo y desde ahí defender la libertad.
Los cuatro desafíos
En la conferencia de prensa final, Cesana indicó cuatro niveles de desafíos.
El primero hace referencia a la lucha contra los mitos del Nuevo Orden Mundial. No es que no sea necesario un orden mundial. Pero éste se construye en la justicia y con la concurrencia de las libertades de los pueblos y de las naciones. Pero no puede ser impuesto según la medida de alguien que pretende ostentar el poder y el derecho (sería una violencia «no distinta de la del comunismo»). Por el contrario, se busca, se construye con la concurrencia libre de los pueblos y de las naciones. En este sentido transcurrió el encuentro con los patriarcas de Oriente Medio, desde el Líbano hasta Jerusalén, el área donde el proyecto del Nuevo Orden Mundial concentra su máximo esfuerzo, y donde la existencia de las Iglesias es como la profecía de una tolerancia y de una paz posibles. Por ejemplo, el patriarca de Bagdad, Bidawid, el hombre que no tuvo miedo en definir la guerra del Golfo «injusta, más que cualquier otra» y que ahora pide con fuerza que cese el embargo que hace padecer hambre y destruye a la población. Otro ejemplo, la acción humanitaria llevada a cabo en favor de los curdos iraquíes por el vicepresidente del Parlamento europeo, Roberto Formigoni con el Movimiento popular, junto a otra organización católica italiana, el ACLI (Ndt. Asociación Católica de Trabajadores Italianos), con la que en el pasado las relaciones no siempre fueron fáciles. Sin olvidar el drama del Tibet que sufre la supresión de su autonomía, testimoniado por el Dalai Lama, jefe espiritual condecorado con el premio Nobel de la paz.
El segundo nivel de desafíos a los que Cesana se refirió contempla la urgencia concreta de libertad y desarrollo del Este europeo. El golpe de Moscú ha impedido la participación de algunas figuras de primerísimo plano, comenzando probablemente por el mismo Gorbachov, pero de todas maneras el caso soviético y del Este europeo ha estado presente con testimonios cualificados.
El tercer nivel de desafíos hace referencia a la necesidad de «soluciones responsables para la situación italiana; soluciones que respondan a las necesidades reales de la gente en contraste con la parálisis de la vida pública que cada vez parece más grave». Las necesidades reales se han encontrado, en la línea del Movimiento popular, a través de una amplia red de obras que renuevan la tradición del movimiento católico de forma original, dando cuerpo a las indicaciones de la Doctrina social de la Iglesia. Estas iniciativas empresariales y de caridad, de las más variadas dimensiones y consistencia, son cerca de 4000. Sus responsables forman parte de la Compañía de las obras: un instrumento de amistad, de juicio y de ayuda a la autenticidad de una presencia libre y creativa en los campos del trabajo y de la economía. La contribución de este instrumento a las necesidades de la sociedad italiana ha sido ejemplificada en Rímini sobre todo por el trabajo para la formación de jóvenes empresarios en el sur de Italia. Un desafío al asistencialismo y a la inercia en que acaban por echar raíces no sólo la resignación de la mayoría, sino la misma criminalidad.
Unidad para la misión
Tener en el corazón los problemas del país significa también comprometerse en una construcción arriesgando los propios juicios y tejiendo relaciones de naturaleza política. Es hacer una confrontación en todos los campos, sobre la base de los criterios de la propia identidad y de la experiencia de operatividad concreta que exige libertad y espacios para incrementarse. Juicios y relaciones que son necesariamente provisorios y reformables. No tienen en ningún caso el carácter de una fórmula definitoria que determine amigos y enemigos. Así se lee probablemente la idea de un «gobernísimo» abierto a las mayores tuerzas populares del país, incluida la excomunista, para hacer frente a las emergencias aún sin resolver, que van desde el tremendo déficit de la hacienda pública, al crecimiento exponencial de la criminalidad, a la ausencia de una política de reforma y de libertad para las universidades, la escuela, la familia. Aparentemente la propuesta no ha encontrado acogida en los partidos: queda, sin embargo, la urgencia a la que hace referencia y la necesidad de salir de la parálisis de la vida pública que es innegable.
El Meeting del Movimiento popular ha demostrado una gran libertad y apertura a los políticos. Igual que se hablaba con Martelli, cuando expresaba estima por el Papa de los derechos humanos e interés por la libertad de educación, se habla hoy con D'Alema, el vice de Occhetto. Sin buscar padrinos precisamente.
Y no hay miedo en decir, como ha hecho Cesana, que esta vez el movimiento se ha encontrado de nuevo más fácilmente en sintonía con las ideas expuestas en el Meeting por el presidente de la República que con las del «viejo amigo» Andreotti («que sigue siendo un gran amigo, pero que parece que no puede seguirnos más en las grandes urgencias que subrayamos; y esto lo sentimos»), Cossiga ha estado cercano al MP al subrayar las urgencias de un cambio y en el planteamiento del problema de la unidad política de los católicos.
Es este el cuarto desafío indicado por Cesana. Unidad en función de la misión de la Iglesia y no de estrategias partidistas: y como tal, ideal fundamental que hay que perseguir.
Se trata de volver a retomar los juicios expresados por el Santo Padre en Loreto, con ocasión de la reunión más importante de los católicos italianos, a mitad de los años 80. Juan Pablo II ha enviado al Meeting un caluroso mensaje de estímulo y la invitación a explorar todo cuanto se encuentra de humano.
¿Y las incomprensiones, la hostilidad? «Somos vasijas de barro, pero irreductibles. Llevamos en nosotros una experiencia que avanza. Que se confirma con la paciencia, no con la violencia. Que sabe soportar porque no tiene miedo de la vida y de ponerse a trabajar».
Ya tenemos el título del Meeting del año próximo: «El amarillo, el negro, el indio y el latino en busca de América»: los movimientos de los pueblos que se asoman al tercer milenio, a quinientos años de la empresa de Cristóbal Colón.
Traducido por Begoña Emperador
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