Irak. Una minoría cristiana dentro de la minoría curda. Con raíces antiquísimas. El deseo de huir a Occidente. El deseo de hacer crecer la planta del cristianismo
«Vuestra presencia en Kurdistán no es un gesto humanitario, sino un testimonio que brota de la fe que os anima. La gente de Ain-Kawa lo ha entendido». Las palabras de Selim Thomas, vicario caldeo de Arbil, son el reconocimiento más hermoso que han recibido los voluntarios de Avsi (una asociación de voluntariado italiana) por su misión. Una experiencia de vida cotidiana: los partidos de fútbol de la tarde, la larga misa del domingo donde las luces intermitentes señalan que es el momento de las ofrendas, la visita a los amigos. Los libros de D.Giussani en inglés y francés se han agotado en poco tiempo.
El vicario nos acoge calurosamente: «Très bien» dice del Sentido Religioso, lo ha leído en un día. «Somos doce mil almas en el barrio de Ain-Kawa y puedo asegurar que la fe es un don para el 100% de nuestros parroquianos. Los practicantes superan el 85%. Por suerte tenemos dos iglesias, cuatro misas cada una, por la mañana y por la tarde, que nos permiten satisfacer la masiva participación de los fieles».
Los cristianos de Arbil hablan caldeo entre ellos, «Esta es una lengua de raíz aramea -explica el padre Selim-, que comprende los subgrupos sirio y caldeo. La población tiene que hablar árabe para poder sobrevivir, pero en Ain Kawa todos se comunican en caldeo, sin contar que también está el kurdo».
Le preguntamos cómo ha evolucionado la religión en Kurdistán... «Todavía hoy se encuentran algunos yezidi, una religión de origen zoroastriano que precede al acontecimiento de la predicación cristiana. Los caldeos sufrieron la peor persecución por los persas en el siglo X, posteriormente por manos turcas con centenares de muertos en 1930. La musulmanización forzosa prosiguió, favorecida por los ingleses: Irak permaneció como protectorado británico hasta 1958».
Otros encuentros singulares son también los que tienen lugar en las montañas del «Free» Kurdistán, el territorio libre pasado el último conrol militar iraquí. En el valle de Brandost, donde vamos para presentar nuestro proyecto al líder del frente curdo Masoud Barzani. atravesamos islas felices de espiritualidad ecuménica. Siamand Baana, brazo derecho del líder, nos acompaña a Haw Dian, un pueblo «amigo de los cristianos» de nombre y de hecho.
Ecumenismo
«Actualmente -nos explica el jefe de la comunidad- muchos de nosotros están todavía en las montañas y la mayoría de los habitantes son musulmanes. Pero cuando el regreso se complete las proporciones cambiarán». Acompañándonos a visitar la iglesia, de graciosas formas símil-ortodoxas, nos explica que la comunidad de Haw Dian no es caldea sino nestoriana. Nos sorprendemos al comprender que una herejía, condenada en el Concilio de Efeso de 431 y que «dividía» a Cristo en dos personas, haya sobrevivido a tantas penalidades del pueblo curdo. «Nuestra fe nunca se ha adormecido -nos asegura un mullah de la dinastía Barzani cerca del cuartel general del jefe carismàtico- cristianos y musulmanes conviven con yezidi, zaratustrianos e incluso hebreos. Según el principio «Divide et impera» hemos sufrido siempre el fraccionamiento pero nuestra unidad nunca se ha visto dañada. Todas las reglas de vida del pueblo curdo derivan de nuestra religiosidad. Incluida la rebelión. La esclavitud no está contemplada en los textos sagrados. No hay duda de que nuestra minoría es bien aceptada por el gobierno iraquí -asegura el vicario Sélim- pues paga incluso a los responsables de la educación religiosa en las escuelas de mayoría cristiana. Los musulmanes se muestran tolerantes, el espacio para crecer existe, la continuación de los fieles da buenas expectativas para el futuro».
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