Juan Pablo II aprovechó la ocasión del reciente viaje a su patria para desarrollar un verdadero y auténtico curso de ejercicios espirituales. Indicaciones para un pueblo que acaba de recuperar la libertad
En lugar de presentarse en Polonia como el triunfador político y dictar recetas desde esta perspectiva, Juan Pablo II ha dado un curso de ejercicios espirituales a la nación. El tema, elemental y significativo, ha sido el Decálogo. Diez mandamientos que se cumplen en el único mandamiento hecho presente por Jesucristo: el amor. Sigamos las etapas de esta predicación papal sobre estas «diez sencillas palabras».
I. «Yo soy el Señor tu Dios, que te hizo salir del país de Egipto... no tendrás otro Dios más que a mí»
«Dios eligió un lugar en el desierto: el monte Sinaí y eligió un pueblo... y eligió un hombre: Moisés».
«Todos nosotros, bautizados en el nombre de la Santísima Trinidad en virtud de la Redención de Cristo... llevamos, por tanto, en nosotros un tesoro, el indecible tesoro de la vida divina... Sin embargo conservamos este tesoro en vasijas de barro (cfr 2 Cor 4,7). Los tiempos en los que vivimos, el hombre contemporáneo, la cultura europea y el progreso, tienen tras de sí aquella búsqueda a tientas de Dios -la cual, sin embargo, era una búsqueda y de alguna forma lleva a Él. Todos han heredado el tesoro. En Cristo han recibido todavía más que el Decálogo. Aún más ¿quién confirma más que Cristo -crucificado y resucitado- la fuerza de aquella primera palabra del Decálogo: «no tendrás otro Dios fuera de mí»?... Sin Dios sólo quedan las ruinas de la moral humana. Todo bien verdadero para el hombre -y esto es la esencia misma de la moral- sólo es posible cuando sobre él vela el Único que "solo es bueno"».
Koszalin, 1 de Junio.
II. «No decir el nombre de Dios en vano»
«Por lo tanto, si eres cristiano, ¡que no sea esto invocar en vano el nombre del Señor! Sé un cristiano auténtico, no sólo de nombre, ¡no un cristiano cualquiera! "No todo el que me diga: Señor, Señor... sino el que hace la voluntad de mi Padre"».
«La roca no es sólo la palabra de Dios, no es sólo el Decálogo o el sermón de la montaña, los mandamientos y las bienaventuranzas. La roca es ante todo Cristo mismo».
«Una Iglesia visible es el testimonio y, al mismo tiempo, la llamada a edificar la vida humana sobre aquella roca que es Cristo».
Rzeszow, 2 de Junio.
III. «Acordaos de santificar las fiestas»
«Cuando Dios dice: "Acordaos de santificar las fiestas", su palabra no sólo se refiere a un día de la semana. Se refiere a todo el carácter de nuestra vida. En esta vida humana es indispensable la dimensión de la santidad. Es indispensable para el hombre, para que él "sea" más -para que realice más plenamente la propia humanidad. Y es indispensable para las naciones y sociedades. La fe y la búsqueda de la santidad son una cuestión privada sólo en el sentido en que nadie sustituirá al hombre en su encuentro personal con Dios, en que no se puede buscar y encontrar a Dios de otro modo que en una verdadera libertad interior. Pero Dios nos dice: "Sed santos porque yo soy santo". Con su santidad él quiere abrazar no a un solo hombre, sino también a familias enteras y otras comunidades humanas, también a naciones enteras y sociedades».
Lubaczów, 3 de Junio.
IV. «Honra a tu padre y a tu madre»
«Para que los hijos puedan honrar a sus padres deben ser considerados y acogidos como don de Dios. Este es un don difícil de aceptar a veces, pero siempre es un don inestimable. Es necesario primero cambiar la relación hacia el niño concebido. Si ha llegado de manera inesperada nunca es un intruso, ni un agresor. Es una persona humana, por lo tanto tiene derecho a que sus padres no eliminen el don de sí».
Kielce, 3 de Junio.
V. «No matar»
«Perdonadme si aún voy más allá. A este cementerio de víctimas de la crueldad humana de nuestro siglo, se añade aún otro gran cementerio: el cementerio de los no nacidos, cementerio de los indefensos, del que quizás la propia madre no conoció el rostro... se desarrollaban bajo el corazón de sus madres sin presentir el peligro mortal... Cristo en la cruz también fue condenado a muerte. Los hombres también le quitaron la vida. En el signo de la cruz buscamos los caminos de la redención y de la remisión de todos los pecados».
Radom, 4 de Junio.
VI. «No cometer adulterio»
«Aquel que enseña: "No cometer adulterio" es el Buen Pastor: el pastor del amor humano que quiere hacerlo hermoso, duradero, fiel e indisoluble. Si os juráis recíprocamente: "no te dejaré hasta la muerte", Él, el Buen Pastor, se convierte en el sacramento en el supremo garante de estos votos nuestros. El sacramento es la fuente de la fuerza. Sólo hay que colaborar con perseverancia en la gracia del sacramento del matrimonio. Que toda nuestra sociedad se libere de esa ilusión de libertad, del libre amor, con el que se trata de ofuscar la verdad del adulterio y de la disolubilidad. Esta ilusión cuesta demasiado». Lotnza, 4 de. Junio.
VII. «No robar»
«El hombre desde el principio es el "interlocutor" de Dios, es un "tú" creado a quien se dirige el "Yo" de Dios... La moralidad es la medida justa de la humanidad».
«El séptimo mandamiento hace resaltar el derecho de la persona humana a la posesión de las cosas y los bienes. Pero se trata sobre todo de las personas y de las cosas en relación con las personas. El hombre necesita de las cosas como medios para vivir. Por eso ha recibido del Creador el dominio sobre las cosas ("someted la tierra"). Debería servirse de ellas de forma humana... Basta que no intentemos, con nuestras aspiraciones a la formación de una nueva economía y en los nuevos planteamientos económicos, tomar atajo».
Bialystok, 5 de Junio.
VIII. «No dar falso testimonio»
«Todo el comportamiento humano está sujeto a las exigencias de verdad... Examinemos el significado de la verdad en nuestra vida social. La libertad para expresar públicamente las propias opiniones es un gran bien social, pero no garantiza la libertad de paiabra... No será grande el beneficio de hablar o escribir si la palabra será usada no para buscar la verdad y compartirla, sino sólo para vencer en las discusiones y defender la propia -quizá equivocada- opinión... La verdad es humillada también cuando no hay en ella el amor por sí misma y por el hombre».
Olsztyn, 6 de Junio.
IX. «No desear la mujer de otros»
«Amor divino-lazos humanos. Miremos el Corazón divino de Cristo. De ahí brota potente el refuerzo del hombre interior. Al mismo tiempo, se encuentra la respuesta a tantas debilidades y a tantos pecados de los hombres de hoy. Viven de sensaciones, de instintos... El amor de Cristo que permite a cada hombre superarse a sí mismo... el hombre es él mismo cuando está dispuesto a superarse a sí mismo».
Wroclawek, 7 de Junio.
X. «No desear los bienes de otros»
«En el Corazón de Cristo, Dios se revela como amor, se revela fiel en el amor, a pesar del pecado del hombre, a pesar de todos los pecados y de todas las infidelidades, de los que está llena la historia de la humanidad sobre la tierra... En el noveno mandamiento tocamos fondo. El "deseo" es de lo que vive el corazón humano... Estemos muy atentos a no llegar a una sociedad en la que todos envidian algo de los demás».
Plock, 7 de Junio.
I-X+I. «Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda tu mente y con toda tu fuerza... Amarás a tu prójimo como a ti mismo»
«Sí, somos pecadores. Acordémonos de esto. "Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá resistir?" pregunta el salmista. Dios no conserva el recuerdo del pecado. Dios ama al hombre y quiere para él la verdadera libertad. La respuesta de Dios al pecado original es el Evangelio de Cristo, el definitivo misterio de su Pascua mediante la cruz y la resurrección... En la historia del hombre y en la historia de los pueblos perdura este amor que es más fuerte que el odio. Continúa el poder de la redención con el que Cristo atrae a todos hacia sí... "Aquél que empezó en vosotros esta obra buena, él mismo la cumplirá"». Varsovia, 9 de Junio.
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