El MP y la guerra del Golfo. La voluntad de seguir al Papa. Los juicios y las perspectivas. Una posición que viene de lejos.
El «Movimento popolare» ha dicho en uno de sus panfletos que la guerra del Golfo ha sido por el petróleo. Ahora que ha terminado, ¿se confirma aquel juicio?
Me parece que en esencia el juicio dado al comienzo es válido también hoy. La guerra ha sido el resultado de las acciones un tanto locas de un «jefe» árabe que han servido de pretexto al firme desarrollo de una política de potencia, sobre todo de los EE.UU. y de sus principales aliados occidentales.
¿Por qué la posición del Papa ha quedado sustancialmente aislada?
El Papa -no tanto como individuo sino como Sede apostólica, es decir como jefe de la Iglesia- constituye de hecho una oposición ante cualquier política de potencia. No se trata de una oposición cualquiera; es una oposición que llega a dos factores reales: la tradición, la historia y la cultura de dos mil años de cristianismo por un lado y por el otro la realidad de las Iglesias extendidas por todo el mundo.
El New York Times se ha preguntado: ¿cuántas divisiones tiene el Papa? Stalin ya lo había preguntado. Pero si el Papa no tiene divisiones, ¿por qué se preocupan tanto por ello? El hecho es que la posición del Papa tiene una profunda racionalidad. Es la defensa de una paz verdadera fundada en la justicia entre los pueblos. Es profundamente razonable y por lo tanto difícil de objetar. Por eso suscita más hostilidad. Se ha creado un notabilísimo consenso a favor de la guerra: desde los medios de comunicación a la opinión pública.
Se ha creado voluntariamente, fundamentalmente a través del control que el poder económico y cultural ejerce sobre los medios de comunicación.
¿En base a qué principias fundamentales ha formulado el MP su posición «fuera del coro»?
La experiencia. La posición del MP no surge de un análisis teórico sobre la realidad sino de una experiencia de verdad humana que desde hace años continúa y que siempre ha sido profundamente combatida por la mentalidad dominante. Si hubiésemos tenido que escuchar lo que los periódicos decían de nosotros, nunca habríamos sido nosotros mismos. Sin embargo, siempre nos hemos seguido a nosotros mismos y a lo que vivimos. Por eso somos mucho más resistentes que otros a la presión que la prensa y la mentalidad común ejercen.
En resumen, nuestra posición no viene dictaminada por el habitual procedimiento cultural que consiste en el análisis de lo que sucede, a partir de los datos de que se dispone. Este es el típico procedimiento del intelectual. Nuestra posición está determinada primero por una experiencia.
¿Cuál ha sido la experiencia decisiva en este conflicto?
La unidad con la Iglesia y por tanto con la llamada del Papa. Y después la profunda solidaridad con el sufrimiento del hombre que la guerra ha provocado, provoca y seguirá provocando.
¿No ha habido también una hipersensibilidad a todo lo que «huele» a poder único?
Nosotros tenemos una especie de «alergia», de modo que cuando todos toman una misma postura sospechamos. Pero no creo que sea éste él factor determinante. Sí lo ha sido, por el contrario, el deseo de que nuestra acción, nuestra palabra estuviese en unidad y al servicio de la Iglesia, la liberación proviene de hecho de la presencia viva de la Iglesia. Y luego el sentimiento de solidaridad real con la gente que sufre.
Estos dos parámetros -repito: el deseo de servir a la Iglesia en cuanto origen de la salvación y una sensibilidad viva por las necesidades del hombre- forman parte de una historia desde hace tiempo, no son una invención del último momento. Y determinan una lectura y un juicio sobre la situación diferente al que normalmente se oye. De hecho, ni los periódicos ni la televisión tienen estas preocupaciones.
¿Es esto entonces lo que marca la diferencia con cierto pacifismo con el que, sin embargo, os habéis encontrado para compartir esta batalla?
Fundamentalmente sí. Sin embargo me gustaría precisar, incluso a costa de ser juzgado de no exhaustivo, que el mayor error sería empeñarse en buscar los aspectos negativos de este pacifismo y marcar las diferencias entre nuestra postura y la suya. Naturalmente no comparto muchos de sus presupuestos, desarrollos y tomas de posición, sobre todo del pasado, pero si en el presente existe un positivo acuerdo en las intenciones, es oportuno no dejarlo pasar aunque sea mínimo. Lo positivo es valorado donde quiera que se manifieste. Y además, sería estúpido librar solos una batalla tan comprometida.
¿Ha habido momentos ai los que la soledad se haya hecho más pasada?
Sí. La soledad se experimenta de manera particular cuando uno se siente rechazado por los que se tenían por amigos.
Hay nuevos amigos, nuevos compañeros de camino. Se podría pensar que todo se haya debido a una táctica.
Cada uno es libre de pensar lo que quiera. De todos modos, quien piense que nuestra posición tiene en el fondo simplemente un objetivo táctico -político entre comillas- difícilmente tendrá buena fe. Tiene que olvidarse de demasiadas cosas de nuestro pasado. Para defender nuestras posiciones siempre nos hemos arriesgado sin contemplaciones e incluso hemos combatido duramente con personas, realidades o grupos que veíamos como compañeros de camino en este conflicto. En el fondo somos los que más han pagado la continuidad de una línea. Estábamos «a favor» de América -simplificándolo mucho- cuando todos estaban en contra y ahora la criticamos cuando todos están a favor. Somos personas que, teniendo una identidad, un juicio y la capacidad de ejercerlo, no tienen miedo de hacerlo.
Ha habido otro extraño compañero de camino: Gorbachov.
Se trata de una convergencia objetiva sobre un punto que tiene interés para la Iglesia y para el hombre. La Iglesia sostiene precisamente a quien converge en este punto. Cualquier especulación que vaya más allá de esto corre el riesgo de ser exagerado.
¿Cuáles han sido las actitudes de la prensa que más te han impresionado?
Las de «ministerio de propaganda». Es decir, que intelectuales y periódicos «occidentales», «democráticos» con declarada tendencia a la objetividad inventen, literalmente, patrañas, cosas que no existen, para decir que no tenemos razón. Han hablado de Formigoni como amigo de Sadam Hussein, del aguerridísimo ejército iraquí que luego se ha desvelado como una masa de desgraciados... Y esto no lo han hecho los soviéticos del Pravda sino periodistas y hombres de cultura muy estimados de los más famosos periódicos occidentales.
¿Las sorpresas positivas más interesantes?
El hecho de que personas muy alejadas del catolicismo y del cristianismo hayan apreciado y estimado la postura del Papa y se hayan colocado en una nueva posición de escucha. Alberoni ha dicho que el Papa no puede contar con nadie.
Es falso. El Papa ha hablado siempre como Sede Apostólica, es decir, como representante de la Iglesia. Su palabra no es la de un particular sino la del jefe de una Iglesia difundida tanto en Irak como en los Estados Unidos, en el Líbano como en Francia. El Papa ha hablado desde esta realidad; desenganchar su palabra, tal vez incluso exaltándola, de la realidad de la Iglesia es un acto pérfido.
El Papa ha mostrado, numerosas veces, la preocupación de que son las comunidades cristianas de Oriente Medio las que pagarán el precio de esta guerra. ¿De qué forma podría suceder esto?
Al estar inmersas en el mar musulmán, las comunidades cristianas de Oriente Medio podrían pagar la hostilidad de los árabes hacia Occidente y la hostilidad de los occidentales hacia personas que han intentado dialogar con los árabes. De cualquier modo el Líbano es el ejemplo concreto de que quien paga es la comunidad cristiana.
¿Es Vd. antioccidental?
El cristianismo es el que ha construido Occidente. ¿Qué sería de Occidente sin el cristianismo? No existiría.
Se ha producido un extraño fenómeno durante esta guerra: el recurso a Dios por parte de todos.
Es algo que me ha impresionado mucho.
Me ha inquietado, sobre todo, la diferente valoración que se ha hecho: si Sadam Hussein rezaba era un fanático religioso, si era Bush quien lo hacía era un signo de alta conciencia espiritual. Se ha tratado de «usar» a Dios.
¿Existe algo en la experiencia católica que impida este uso?
No soy un teólogo. Pero en el catolicismo el encuentro con Dios se produce en la pertenencia a la Iglesia. Por tanto existe un criterio de verificación de la acción objetivo y comunitario. Esto no sucede en el protestantismo por lo que la instrumentalización de lo divino es contestada menos fácilmente.
¿Y los discursos sobre la guerra justa?
Decir que estás haciendo una guerra justa significa que matas en nombre de la verdad y por tanto que tú te adueñas de la verdad. Sin embargo se trata de una doctrina de la Iglesia. El problema no es teórico -si existe la posibilidad de una guerra justa- sino concreto -quién establece que una guerra es justa.
Nos encontramos en una situación muy parecida a la que existía hace veinte años cuando nació CL. Entonces dominaba un poder cultural de origen marxista con una carga de violencia en erupción incontrolada. Hoy la violencia es ordenada, científica, limpia, con mucho de ultimátum y reglas. Pero es violencia. Y nosotros seguimos diciendo lo que decíamos hace veinte años: que el principio de la liberación es la comunión.
¿Cómo continuará la acción del MP? ¿Y cómo se imagina el escenario futuro?
En lo que respecta al escenario internacional, la victoria sobre Sadam no resuelve ninguno de los problemas de Oriente Medio. El Papa tiene razón cuando dice que, por el contrario, se ha excavado un abismo entre Occidente y los pueblos árabes. Salir de él no será sencillo en absoluto.
En lo que respecta a nosotros, trataremos de actuar fundamentalmente en base a tres puntos. La difusión del juicio: es demasiado importante la racionalidad de la posición asumida como para que se pierda. Iniciativas de solidaridad coherentes con el juicio: existe una necesidad real a la que debemos responder. Impulsar iniciativas de diálogo: el futuro político de la resolución de los problemas de la zona depende de la capacidad de diálogo de las distintas partes respetando las exigencias de todos.
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