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Huellas N.01, Marzo 1991

ACTUALIDAD

Crónica de algunos días distintos de lo normal

Ettore Pezzuto

La mañana del 17 de Enero aparentemente todo fun­cionaba como siempre en el banco donde trabajo.
Sin embargo, algunos com­pañeros se habían traído la ra­dio de casa y escuchaban ner­viosamente, con los auriculares en las orejas, entre números y listados que puntear, las pri­merísimas noticias de la guerra del Golfo.
«Por fin los nuestros han atacado», me grita al oído el Vicedirector que, como si nada, sorbía con más gusto aún el café matutino. Los buenos salvarán al mundo del malvado Sadam y pronto tendremos la paz universal.
Hay algo que no me con­vence: ¿es posible que todos estén a favor de la guerra?
No tengo tiempo para seguir pensándolo porque me llama por teléfono una cliente; se ha enterado de que ha esta­llado la guerra y quiere saber si el dólar ha subido como habían pronosticado. Le digo que, por el contrario, el dólar ha bajado y seguirá bajando. Le sienta mal, esperaba ganar, las bombas están lejos. Vuelvo a mi pregunta y me lanzo al ataque; aprovecho el rato de la comida para intentar comprender lo que piensan los otros. Todos están a favor de la guerra: «ya era hora de que se hiciese algo, el malo ha in­vadido Kuwait y ahora los buenos le van a echar».
Intento decir que no se ha hecho todo lo posible para evi­tar la guerra, que muchas reso­luciones de la ONU del mismo estilo no se han respetado y permanecen desde entonces sin resolver. Me toman por paci­fista, lo que digo es absurdo: «hasta en la televisión han de­mostrado que la guerra era la única alternativa» y, entre un filete y una patata, terminamos la comida escuchando a un compañero explicar con todo detalle cómo funciona un caza F115.
Algunos días después me encuentro con otro compañero; naturalmente hablamos de la guerra y le hago leer el panfle­to sobre el juicio y la tarea. Es cristiano; lee con interés y al final me mira con un poco de escepticismo y me dice: «Pero estáis locos, ¿vosotros preten­déis cambiar el mundo?». No digo nada sería inútil pero mientras vuelvo a mi oficina pienso que no estoy loco, pero realmente quiero cambiar el mundo.
Conclusión: menos mal que he encontrado el movimiento, cuyo juicio siempre parte del Advenimiento que sucedió hace dos mil años y no de la reacción que la mentalidad dominante provoca hábilmente. Son poquísimos, incluso entre los cristianos, los que razonan sobre lo que está sucediendo, nadie piensa que la guerra, como ha dicho el Papa, es «una aventura sin retorno».
Ni siquiera la llamada posi­ción pacifista convence (por cierto, en el banco hay algu­nos): preocupada por la paz, la marea negra que contamina el Golfo, los perros vivisecciona­dos... , está al servicio del mismo sistema que desea la guerra.
Sólo la posición del Papa tiene un punto de partida dis­tinto: la conciencia de que nada vale más en el mundo que el hombre, que cada hombre, incluso que George Bush y Sadam Hussein.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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