Se trata de una verdadera historia: un grupo de bachilleres que vive la amistad nacida en el mismo Instituto en torno a la Escuela de Comunidad.
La guerra, esta terrible guerra, es parte escandalosamente sangrante de la realidad, y por lo tanto no podía quedar fuera del horizonte educativo. Precisamente, la Escuela de Comunidad sobre el Sentido Religioso nos había provocado al plantear que el punto de partida es poner el «yo en acción», y que esto supone el compromiso con la vida. Y llegaron las huelgas de la mano del llamado Sindicato de Estudiantes, y en nombre del pacifismo. Pero el pacifismo en el momento actual es una especie de bandera que oculta a mucho buitre disfrazado de paloma. Los hay de diversos colores, pero son todos lo mismo: simples buitres.
Frente a una propuesta manipuladora por parcial, una propuesta razonable que intenta tener en cuenta toda la realidad.
Llama la atención la incapacidad de las organizaciones políticas y sindicales contrarias a la guerra para movilizar a los adultos, que son quienes fundamentalmente se deberían movilizar. La homologación, la falta de identidad con el oportunismo reivindicativo, les ha incapacitado para movilizar a nadie, si no es por los intereses materiales inmediatos. Por eso la guerra les ha quedado grande y, entonces, se ha intentado jugar con los adolescentes paralizando la enseñanza. Pero esto más que una muestra de fuerza, lo es de debilidad. Y la mayoría de los chavales aprovechó para tener vacación.
Ante esta situación de manipulación se hizo la siguiente propuesta, expresada en una gran pancarta que ocupaba todo el Hall del Instituto: «Jugar a la huelga es jugarse el curso: Tú ¿a qué juegas?».
Por todos los pisos del Instituto se pusieron carteles que decían lo siguiente:
«Cuatro posturas ante la guerra:
- La individualista: Solo se preocupa de sí mismo, de sus estudios, de sus notas, de tener que ir o no a la mili...
- La irresponsable: No se preocupa de sí mismo, pero sí de los demás, «lo impórtante es el problema de la guerra».
- El golfo: Ni se preocupa de sí mismo ni del «Golfo», y va de golfo (el caso es no dar clase).
- La razonable: Los que se preocupan de sí mismos y de la guerra del Golfo».
El panfleto terminaba diciendo: «Por una postura razonable, hagamos nuestra propia Asociación de Estudiantes para que nadie nos manipule», y se convocó una asamblea a la que asistieron unos 250 alumnos, sobre los 800 del Instituto. Era impresionante ver a un grupo de bachilleres que expresaban ante todos su unidad. Allí mismo se constituyó la Asociación y fueron elegidos por sus compañeros. El primer gesto que propusieron fue hacer un acto por la paz, interrumpiendo las clases diez minutos antes del recreo. Con la ayuda de los profesores de diseño y de música se preparó un acto en el patio, en el que participó voluntariamente la mayoría del Instituto, al final del cual se leyó un manifiesto a favor de la paz y contra esta guerra.
Lo mas importante ha sido la experiencia de poner el «yo en acción», de comprometerse con la vida para experimentar que nuestra amistad no nace de un sentimiento, sino de algo real que hay en cada uno de nosotros en forma de preguntas y de exigencias, que afloran especialmente cuando uno se compromete con la vida, o cuando encuentra a alguien que ya está comprometido con la vida. Una amistad que empieza a intuir que todas esas preguntas y exigencias tienen una respuesta cumplida en Alguien que han oído nombrar desde pequeños, pero que no les decía nada de mayores porque no era más que un nombre desvinculado de la vida.
De este modo queda patente que la manipulación es una escuela de inmovilismo porque produce el desengaño. Por el contrario, la educación de la libertad moviliza, porque la verificación produce la satisfacción de la certeza, el gusto de la creatividad y la alegría de la fecundidad que hace que nuestra amistad sea cada día mas grande y verdadera.
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