El jueves 20 de noviembre murió Andrea Mandelli, a los 19 años. Desde hace un año y medio sabía que estaba enfermo de cáncer de huesos. Estudiaba quinto de liceo científico (C.O.U.) en el Instituto Sacro Cuore de Milán. El testimonio de Andrea y de su familia ha sido el mayor don, por fuerza y por evidencia, que sus amigos han recibido. Agradecidos, lo ofrecen a todos en forma de dos cartas suyas, escritas poco antes de morir.
27/9/1990
Queridísimos:
¿Para qué sirve la vida si no es para darla? Y o estoy ahora a completa disposición. Ya no tengo que decidir. Pedir al Señor la fuerza para soportar todavía un poco más el cansancio, eso sí, lo pido y debo pedirlo en todos los instantes. Pero en este momento todo está en Sus manos. Me parece, quizás por los dolores que ahora ya se han hecho insistentes, que ha llegado a un momento decisivo, si no el fin.
Yo también quiero estar listo en cualquier instante.
Procuro estar arreglado y lavado (ayer hasta me afeité), he ordenado mis libros del colegio y, por otro lado, los que no son míos para devolverlos a los amigos. El colegio acaba de empezar (y yo ya ha empezado a faltar) no obstante quiero todos los libros para poderlo seguir. Ahora leeré Hard Times.
Quiero concluir cada cosa para poder no hacer otra cosa más que esperar.
6/10/1990
Fiesta mercados Palashow.
Lo que importa sucede. Lo único que vale es el movimiento. Se puede permanecer solos, solamente en virtud de una unidad. Parece que estoy haciendo algo extraordinario, excepcional o heroico, sin embargo no es cierto, porque si Dios nos concede algo que no nos despierta es para que entre nosotros la razón sea clara. Si Dios nos da esto es para que la vida sea total (plena). Es necesario decir un sí a un Cristo que sea total. La plenitud de la vida está en la Virginidad y en la muerte. Son sus actos supremos.
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