En las librerías italianas, el último libro Rizzoli sobre la contemporaneidad entre los Evangelios y Jesús. Cinco años de debates desde las columnas de Il Sabato y de 30 Giorni. Nuestra entrevista al papirólogo C.P. Thiede, que está organizando una gran exposición en el Meeting sobre los primeros cristianos
«¿Quién vence? ¿La teoría o el papiro?». La pregunta que Carsten Peter Thiede nos hace y se hace a sí mismo es maliciosa pero no retórica. Porque lo que está en juego es muchísimo. Según el papirólogo anglicano, los evangelios son una crónica de la vida de Cristo escrita «en directo», y no una leyenda fascinante construida durante siglos por las primeras comunidades cristianas. Lo prueban tres fragmentos, «del tamaño de la uña de un pulgar», que se conservan en el Magdalena College de Oxford. Narran en griego pasajes del evangelio de Mateo y se remontan al siglo I d.C., y no al II, como se creía hasta ahora. La nueva datación de la copia demostraría que el texto original del apostol es anterior, redactado hacia el 50 d.C. y en cualquier caso antes de la destrucción de Jerusalen (68-70 d.C.).
El tema de la conversación con el científico berlinés, director del Instituto alemán de Investigación Epistemológica, no es sólo un descubrimiento extraordinario. Como ya sucedió con las investigaciones de José O'Callaghan, que en el 72 identificó el fragmento 7Q5, que se encontró en las grutas de Qumrán, como un trozo del Evangelio de Marcos, también hoy gran parte de la exégesis oficial se pone en contra y, sin ni siquiera evaluar la hipótesis propuesta por Thiede, la tacha de ilusoria o, peor aún, de insignificante.
La pasión que anima a Thiede, mientras nos cuenta los pasos de una aventura sin precedentes en la historia de nuestro siglo, va evidentemente más allá del dato científico. Al final de una conferencia muy concurrida organizada en Rímini por la asociación Meeting y por el centro cultural «Il Portico del Vasaio», Thiede acepta traspasar la frontera, y recorre retrocediendo la historia de unos hombres cuya vida, hace dos mil años, fue cambiada por el encuentro con Cristo.
Perdone mi pregunta impertinente, profesor: ¿el método de la paleografía comparada se considera un método exacto?
Completamente: la oscilación máxima prevista por este método es de 25 años. Y por tanto consiente reconocer, en un arco de veinte años, la identidad del autor, incluso aunque varíe la grafía. Para el fragmento de Mateo la fecha más probable es el 50 d.C. Las posibles variaciones van del 30 d.C. al 70 d.C.
¿Porqué esta insistencia en el hecho de que los Evangelios fueron escritos antes del 70, año de la des¬trucción de Jerusalen?
Es una cuestión decisiva: Cristo profetizó la destrucción del templo, que sucedió en el 70. Hay muchos estudiosos hoy que no reconocen las profecías de Cristo y querrían que este códice fuese trasladado a un periodo más tardío.
Esta es la prueba certera de la profecía. Ambos fragmentos, el de Marcos y el de Mateo, pertenecen a un periodo en el que los acontecimientos profetizados no habían sucedido aún.
¿Qué es lo que está escrito en el fragmento de Mateo?
Se trata del capítulo 26. Es el primer testimonio auténtico que tenemos de palabras pronunciadas por Jesús. El primero es el episodio del ungüento que María Magdalena usa para Jesús. A un discípulo que le acusa de desperdiciarlo, Cristo le dice: «Déjala hacer». Las otras palabras se refieren a la profecía de la última cena y el anuncio de que, después de la resurrección, los encontraría en Galilea.
¿Cómo imagina que fue la elaboración de los Evangelios por los Apóstoles? ¿Quiénes eran y por qué escribían? ¿Se trata de diarios, memorias o crónicas?
Es una pregunta interesante. Me la he hecho también yo con frecuencia. Es diferente para cada uno de los cuatro evangelistas. Por lo que respecta a Marcos, por ejemplo, que no fue un testigo ocular, los historiadores de la Iglesia están seguros de que escribió en Roma, al dictado de Pedro que había vivido los acontecimientos. En cuanto a Mateo, algunos historiadores le consideran un testigo ocular. La teología moderna dice sin embargo que Mateo no existió, que había un Mateo entre los discípulos pero que no tiene nada que ver con los Evangelios. Yo creo que Mateo fue un testigo ocular. Era un recaudador de impuestos, muy cualificado profesionalmente y competente en el uso de la taquigrafía. Tenemos ejemplos de taquigrafía en el papiro que se remonta al 45 d.C. Un refrán griego dice: «Tu lengua es como una pluma velocísima». Era un arte conocido incluso antes de Cristo. La usaban, de manera particular, los funcionarios y los recaudadores de impuestos, por motivos profesionales. El Evangelio de Mateo tiene la característica única de narrar larguísimos discursos de Jesús. No son construcciones literarias, sino rigurosos protocolos de todo lo que se decía. Probablemente Mateo los taquigrafiaba. Con una probabilidad del 90% Jesús hablaba arameo. Y un padre de la Iglesia, Papías, confirma que Mateo escribía en hebreo, que entonces era el arameo, trascribiendolo los "logia", es decir los discursos, las palabras.
¿Cuáles son las principales diferencias entre el Evangelio de Marcos y el de Mateo?
Son muy interesantes. El primer Evangelio que se escribió, el de Marcos, tiene una forma narrativa, como demuestra también el fragmento 7Q5. Seguramente Mateo poseía una copia del Evangelio de Marcos. Clemente de Alejandría recuerda que la difusión del Evangelio de Marcos, por voluntad de San Pedro, fue enorme. Mateo se dio cuenta de que el Evangelio de Marcos era ante todo una obra bellísima, con una historia, una dramaticidad, una trama. Pero faltaban la resurrección, el discurso de las bienaventuranzas, y otros. El tenía estas notas. Entonces utilizó el esquema de Marcos, insertando el propio material. He aquí su Evangelio, escrito a la fuerza en griego, porque en griego, la lengua de comunicación internacional, estaba el Evangelio de Marcos. Mateo mismo tradujo los discursos “registrados” de Cristo del arameo al griego. Podemos por tanto decir que Marcos fue el primero en escribirlo, pero Mateo fue el primero en transcribir todos los discursos de Jesús. El origen del Evangelio es arameo, pero se puede decir que es también griego.
¿Usted ha escrito que «la discusión entorno a los papiros de Qumrán contribuye a comprender mejor, desde el punto de vista histórico, que Cristo no era solamente verdadero Dios, sino también verdadero hombre». ¿Pero la comprensión histórica puede ayudar a la fe? ¿Qué relación existe entre la razón y la fe?
Hablemos de la racionabilidad de la fe. San Pablo cuenta tres veces su conversión. En los Hechos, en los capítulos 9, 22 y 26. Cada vez el horizonte de su discurso es diferente, cambia según el interlocutor. En el primer episodio se limita a reconstruir el evento. La segunda vez habla para los seguidores hebreos y usa el lenguaje que ellos esperan de él, muy semítico. La tercera vez se dirige a Festo y Agripa, personas cultas. A ellos les explica la visión en términos muy racionales. Y relata las palabras de Dios usando una frase de Esquilo. Es como si dijese: «Mi Dios conoce incluso la tragedia griega, por tanto vosotros lo podéis comprender». El encuentro concluye con Agripa que dice: «Un segundo más y me habría convertido». Existe un momento para la explicación racional: elemental cuando Pablo habla al pueblo, o culta, cuando habla a Agripa. La razón es un instrumento que se articula según la experiencia individual de cada uno. Pero mire como la exegesis moderna interpreta estas cosas: como son tres los relatos, y son diferentes entre sí, los teólogos deducen que Pablo habla sin orden lógico. Lo mismo sucede con el discurso de las bienaventuranzas en Mateo y el discurso de Lucas.
Muchos exegetas piensan que en su origen es una única historia, leída por los dos de forma diferente. Y deducen que la historia no es verdadera, que fue inventada. Pero evidentemente, Jesús pudo perfectamente repetir el mismo discurso en varios lugares, en diferentes momentos.
Debemos considerar ambas crónicas correctas. La de los exegetas es una lectura antihistórica, por tanto irracional. Precisamente lo contrario de lo que los ingleses llaman “lectura natural”, es decir sin prejuicios.
En la cultura moderna la ciencia es vista a menudo precisamente como adversario de la fe. ¿Cómo se explica la paradoja de que la ciencia confirme hoy hechos que son objeto de fe, mientras que precisamente son ciertos teólogos los más reacios a reconocerlos, acabando por oponer así la razón y la fe?
Es un problema complicado. Gran parte de la exégesis moral trabaja a partir de un planteamiento de tipo filosófico, es decir, un teorema según el cual ya se conoce lo que es posible y lo que es imposible. Desde el punto de vista de esta exégesis, es impensable un Jesús profeta. Se niega la misma identidad de Cristo con el Padre. Cuando se producen descubrimientos como éste, se nos vuelve a plantear la pregunta: ¿qué es más importante, la teoría o los hechos? Cuando O’Callaghan publicó el fragmento de Marcos, Kurt Aland dijo que era imposible. A quien le preguntaba por qué era imposible, le respondía: «Porque no puede haber de ninguna manera fragmentos cristianos en Qumrán». No es ciencia, es sólo prejuicio filosófico. Este es el conflicto actual. Habrá que ver quien vencerá: la realidad o la fantasía. Para algunos la única solución parece ser evadirse del problema, no implicarse.
Para otros, sin embargo, «la nueva datación de los Evangelios no conlleva ninguna novedad sustancial». ¿Cómo responde a esto?
Es una nueva táctica, burlona y trágica a la vez. Un modo de evadir el problema y reducir los hechos a la nada. El problema es qué es lo que se quiere: un Cristo Dios, que hace milagros y profetiza, o una comunidad tardía que, una generación más tarde, construye una mitología.
Debemos decidir qué queremos.
¿Por qué su descubrimiento ha suscitado tanto escándalo?
Vivimos en una época en la que creemos sólo lo que vemos. La televisión nos educa a reconocer como verdadero sólo lo que se puede ver. Cristo dice: «Bienaventurados aquellos que creerán sin ver». Son las palabras que le dice a Tomás, cuando el discípulo le pide tocar la herida. Estamos en la era de Santo Tomás. Y por esto es importante para la gente de hoy, educada a creer en lo que toca y ve, mostrarle el papiro y Palestina hasta el reconocimiento oficial decretado por Constantino en el siglo IV. Entre las piezas valiosas, fruto de excavaciones recientísimas o todavía en curso, el contexto en el que fue escrito, es decir, el verdadero documento. Por una parte hoy tenemos esta evidencia, por otra tenemos la necesidad de comentarla. Los argumentos son tan contundentes, que no se puede volver atrás. Tal vez nuestro tiempo sea favorable para afrontar seriamente esta cuestión.
La autenticidad de los textos no conlleva automáticamente la verdad de las cosas que relatan.
Ciertamente; una vez más se pide una decisión personal. Se nos conduce hasta un punto determinado. Como dicen los latinos: Hic Rhodus, hic salta.
(ha colaborado Giovanni Gentili)
Los primeros cristianos en el Meeting
Hoy, como entonces, para encontrar en el espesor de dos mil años de historia cristiana, la frescura y la novedad de un encuentro. Así en el Meeting de Rímini, explican las razones de una gran exposición preparada para marzo del 96, sobre los primeros cristianos. A la cabeza de un comité científico que contará con los nombres más ilustres del panorama internacional de la investigación (entre otros, los italianos Margherita Guarducci, Marta Sordi, Giancarlo Susini), el profesor Carsten Peter Thiede. «Es la primera exposición internacional de este tipo -cuenta el arqueólogo- la más importante hecha hasta hoy, por la cantidad y calidad de los objetos expuestos, gran parte de ellos inéditos. Una exposición llena de cosas bellísimas, incluso disfratables desde el punto de vista artístico. Hablábamos antes del papel que juega la visibilidad en el mundo de hoy: he aquí que Dios provee. Se hace ver».
La exposición introducirá al visitante en el mundo de los primeros siglos, siguiendo las huellas del cristianismo, desde los orígenes en estarán los manuscritos de los Evangelios, la primera inscripción judeo-cristiana del Golán, todo el contenido de la gruta 7 de Qumrán, incluidos los fragmentos 7Q4-7Q5 y la vasija que los contenía, el Tesoro de Hoxne, y objetos de arte, utensilios de la vida diaria, objetos de plata, joyas y frescos. Son especialmente interesantes, los programas informáticos que reconstruyen el sepulcro de Cristo, el EDICOLA constantiniana, la primera iglesia de Colchester, en Inglaterra.
Lo que mueve a los responsables del Meeting a este enorme trabajo de investigación por el mundo no es sólo el interés histórico y el gusto por los descubrimientos arqueológicos. Es la pasión evidente por un hecho presente -el encuentro con Cristo y con su Iglesia- que permite valorar la historia pasada. «La exposición nos interesa -explica Emilia Smurro, presidente del Meeting- porque representa la posibilidad de documentar el flujo ininterrumpido de hechos, personas, acontecimientos que. desde el acontecimiento de Cristo y de la compañía de algunos que convivieron con Él, nació y se difundió por el mundo».
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón