Somos un pueblo circundado de información.
Diarios, telediarios, semanarios y revistas varias están a nuestra disposición, hasta el punto de resultar a veces un poco invasores.
Pero, pensándolo bien, a pesar de todo este bombardeo de informaciones son bien pocos los que se pueden considerar verdaderamente informados de los hechos, de la vida que acaece. Mucha información, dicen los expertos, ninguna información. Más que a informar sobre la realidad, el tiro cruzado de noticias, primicias, títulos y titulares, contribuye a determinar el modo de mirar la realidad.
Sin necesidad de recurrir a sociólogos y teóricos de la comunicación, bien se puede decir que se impone una manera determinada de mirar la realidad a través del tipo y de la selección de noticias que se ofrecen.
Es verdad que para la mayor parte de los que en última instancia presiden los mecanismos de los que procede la información, el contenido original del mensaje cristiano no existe, no se considera interesante o se combate abiertamente. Es cierto que en estos tiempos se difunde de una manera generalizada un tono de “homilía”; pero los que lo usan predican una imagen de hombre completamente alejada de la cristiana, y lo hacen siempre con una doble o triple finalidad. Las consecuencias sobre la formación de la mentalidad general están a la vista: el acontecimiento cristiano parece algo que no influye en la vida.
Frente a esta situación, nosotros contraponemos en nuestra revista, noticias e informaciones inusuales que no se encuentran en los demás medios. Y sobre todo esa parte inicial de las cartas, que nunca hemos querido reducir, que son el relato, por así decirlo «en directo», de situaciones de vida en las que el acontecimiento cristiano es fuente de sorpresa, de cambio y de inicio de una nueva mentalidad. Aquí y ahora. Se trata de un intercambio de noticias preciosas, más fuerte y persuasivo, hoy, que el más agudo de los análisis o la más encendida exortación.
Desde hace tiempo, además, a través de las cartas que recibimos, se documenta más claramente una humanidad cambiada, distinta. Andrea, Gloria, Semia, Josif, Martin... y, en este número, Anna, Natacha y todos los demás que han escrito. Es un precioso tesoro cotidiano que, a través de la revista, ponemos a disposición de todos los que tienen hambre y sed de lo verdadero. En este tiempo lleno de escombros intelectuales y morales, «la sal de la tierra», es decir lo que da sabor más humano y respiro de eternidad a la historia, se redescubre en el testimonio y en las palabras que lo comunican.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón