Transcribimos algunas frases procedentes de una reunión de los responsables de la Fraternidad de CL. Se trata de sugerencias, extraídas de la experiencia de estos años, que creemos pueden ser útiles a todos los inscritos en la Fraternidad
Naturaleza de la Fraternidad
La naturaleza del grupo de Fraternidad es de tal forma totalizadora - ya que configura la libertad de cada uno, que no puede empezar sin una cierta madurez de imaginación y de decisión; de lo contrallo, la Fraternidad se convierte en una especie de Escuela de Comunidad repetida. Y, sin embargo, debe ser una fraternidad real.
Lo más difícil para el hombre es vivir la caridad recíproca hasta el fondo; o mejor dicho, no «vivir», sino «intentar vivir» la caridad hasta el fondo, por tanto, en un camino ascético. En efecto, o el grupo de Fraternidad es para realizar un camino ascético o no es la Fraternidad de CL.
Es preciso distinguir entre un valor de ascesis y uno vocacional. La gente acude a la comunidad para que se le ayude a andar el camino de la vida, mientras que un grupo de Fraternidad nace de la respuesta a la llamada que Dios hace para la conversión y el cambio de sí mismo. Esto como ideal.
La Fraternidad es el lugar donde el movimiento se actualiza en mi yo, en mi rostro.
Génesis de una Fraternidad
Para que se dé el inicio verdadero de un grupo, el motivo sociológico y psicológico debe ser traspasado por la mirada a lo que origina todo: «Cristo todo en todos», como dijimos en los últimos Ejercicios espirituales. «Cristo presente» debe traspasar el motivo contingente. Entonces comienza a existir verdaderamente el grupo de Fraternidad.
El equívoco de muchos grupos se encuentra en la raíz y consiste en reducir el grupo a una realidad asociativa definida por problemas que, en último término, son meramente de organización: quién es el prior, qué se lee o qué se hace, etc. De este modo, sdescarga la petición personal de un acontecimiento sobre un problema de organización, sobre la participación en una organización. Por el contrario, lo que define la naturaleza del grupo de Fraternidad es una ascesis seria. Este paso, aún antes de darlo, se debe desear.
Paciencia en el tiempo
Nosotros debemos secundar las posibilidades que Dios abre en nuestra vida - también esto es realismo -: si uno da diez y el otro cien, el grupo de Fraternidad debe formarse a partir de quien da diez. Ahora bien, quien está en diez debe estar decidido a alcanzar también el cien. De esta manera, quienes dan cien no pueden juzgar a los que dan diez y estos últimos no pueden estar en la Fraternidad escandalizándose o sintiéndose extraños ante quienes quieren dar cien, porque se trata de un trabajo común. Es una ascesis, un educarse, un ayudarse en la ascesis personal. La Fraternidad es para nosotros como la vocación al convento: es estar con quien Dios elige para ti.
Por esto a un grupo no lo guía el “éxito”, sino el amor a quienes Dios nos da para ser - o llegar a ser - nosotros mismos. Y esto de ninguna ma¬nera se hace midiendo. Más bien es el resultado de una verdadera caridad, de una actitud verdaderamente cristiana. Es por amor a Dios y a Cristo por lo que estamos juntos, para llegar a nuestro propio destino como Dios mismo quiere que vayamos.
NB: No se puede decir esto siempre que nos reunimos, exigiendo que todos automáticamente sean así, porque si Dios ha llamado a la Fraternidad a treinta o cuarenta personas, es realmente excepcional que algo así se pueda dar en todos en igual modo y al mismo tiempo. Es excepcional. Esto significa que los treinta o cuarenta, al escuchar estas cosas, están llamados a comprender mejor el valor de estar juntos, y unos se sentirán confirmados, confortados y decididos, mientras que otros dirán: «Es demasiado». Esta es una vía, pero debe ser espontánea, natural. No podemos imponer a la gente lo que “debería” ser según nosotros.
Guía y prior
La guía “externa” de un grupo de Fraternidad de la que habla el Directorio no puede ser más que temporal, introductoria; no es parte esencial del grupo. Digamos que se puede hacer referencia a esta guía externa. No existe la “guía” del grupo de Fraternidad, sino que el grupo, cuando surge un problema, puede hacer referencia a una determinada persona, que debe ser familiar para los miembros de dicho grupo, y que debe ayudar siempre a poner sobre la mesa “la” cuestión de la Fraternidad, que es la conversión de la relación, de la familiaridad natural.
Por tanto, si un grupo invitara a alguien de los Memores Domini a ser dicho punto de referencia, podríamos contestar: «Sí, pero si esto te ayuda a ti; si te cambia; si te ayuda a descubrir lo que siempre has escuchado y todavía no habías descubierto. Es decir: cómo se está en casa, cómo se vive la comunión entre nosotros, entre personas llamadas a la misma vocación». Resumiendo, lo importante es que la casa del Grupo Adulto sea el ejemplo de cómo debe ser un grupo de fraternidad.
El prior, más que un funcionario que se preocupe de la adecuación del grupo a la organización del movimiento, debe ser alguien capaz de comprensión y atención a las personas, a sus necesidades, y, por tanto, capaz de provocar un movimiento. Que pueda ser un ejemplo de caridad verdadera. El prior, idealmente, debe ser un ejemplo. Igual que la figura del sacerdote en una parroquia, que demuestra ser más sensible y atento a cada persona, capaz de percibir y expresar cuál es el problema que se presenta.
Autonomía y conversión personal
Cuando el grupo de fraternidad es autosuficiente, cuando se basta a sí mismo, ¿cómo romper esta situación?
Un grupo que elimina algo y no abre a todo, es falso. Es análogo a lo que sucede con la preferencia: es verdadera sólo cuando abre a todo.
De todas formas, a los que participan en el grupo como “besugos” (como en la cámara frigorífica de un pesquero) se les debe decir que no son Fraternidad -y se lo debe decir quien guía el movimiento en cuanto que éste ha generado la Fraternidad que la Iglesia ha reconocido-. Debe decirse de un modo no excluyente sino positivo: se deben excluir ellos, se deben sentir excluidos ellos a causa de su actitud o, al contrario, deben sentirse provocados a una conversión radical.
El desarrollo de una historia
La clave de toda la cuestión es que estamos en camino. La historia de la Fraternidad exige, favorece, un desarrollo de nuestra atención.
Debemos tomar en serio lo que se nos dice y no empezar siempre de cero. Y esto es un deber ya que no podemos perder tiempo. Esta será siempre la fórmula del camino histórico. Es una evolución que debe suceder. Hoy hemos señalado un paso, una dirección hacia la que evolucionar. Pero, ¿hacia dónde? Hacia la Fraternidad y la tarea que le es propia: el movimiento. La Iglesia, en efecto, ha reconocido a la Fraternidad de Comunión y Liberación.
La cuestión decisiva
El problema decisivo para la vida de la Fraternidad en este momento histórico es la libertad que la gracia de Dios tiene para dejar a una persona tal como es o para cambiarla, para hacerla más santa, porque Dios hace evolucionar a la persona como Él quiere.
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