—PUERTO RICO —
Experiencia de paternidad
Querido don Giussani: el 10 de Marzo tres de I nuestros universitarios (Carlos,, Gloridella y Susana) han recibido el sacramento de la confirmación. Casi todos nuestros chavales vienen de años de lejanía de la Iglesia, y de familias deshechas, destruidas por el alcohol, las drogas o la irresponsabilidad de los padres; a veces ellos mismos tienen a las espaldas matrimonios fallidos después de pocos meses; hijos que tuvieron siendo poco más que adolescentes y en situaciones moralmente confusas y equívocas. Las conversiones (aunque puedo escribir las “transfiguraciones”) a las cuales asistimos son eventos literalmente imposibles y contra cada previsión humana vemos rostros que se recomponen y el inicio fuerte y glorioso de un pueblo nuevo. “In semplicitate cordis mei laetus obtuli universa et populum tuum vidi cum ingenti gaudio tibi offerre donaría. Domine deus custodi hanc volumtatem cordis eorum" (En la simplicidad de mi corazón alegremente te he ofrecido todo y he visto a tu pueblo ofrecerte dones con gran alegría. Señor Dios, custodia la voluntad de su corazón): He aprendido a repetirlo todos los días, porque estas palabras son más verdaderas que cualquier otro sentimiento sobre mí. Describen lo que yo soy, no por coherencia sino por la gracia que se me ha dado y que se renueva todos los días en la vocación. Y describen lo que con estupor veo que acontece a mi alrededor. Hoy estoy conmovido y he pensado de pronto en usted, porque gracias a usted estoy viviendo, junto a Daniel y Rafael, una experiencia de afecto y de paternidad que jamás habría podido imaginar ni realizar. “Promesa cumplida, no una mentira”. Gracias, don Giussani, también de parte de tantos amigos que usted no conoce pero que le tienen afecto sincero y agradecimiento.
Pinuccio, Puerto Rico
—UGANDA—
Misericordia que recrea
El párroco, como de costumbre, cuando vengo a Kitgum me pide que celebre la misa en inglés a las 8 de la mañana. Esta misa, que yo inicié como párroco de Kitgum Town en el lejano 1971, y que entonces era frecuentada por pocas personas, ahora está siempre llena de adultos, estudiantes y chicos. Ayer estuve ocupado todo el día y no había preparado la homilía. Esta mañana me levanto y leo en el Evangelio: «Amad a vuestros enemigos y haced el bien a los que os hacen el mal, bendecid a los que os maldicen, etc.». Palabras durísimas e imposibles siempre, pero absolutamente absurdas en la situación de Kitgum donde los bandidos de Kony vienen todos los días, matan, roban. La gente, y especialmente los jóvenes y los chicos, viven en un temor continuo de ser raptados y llevados con ellos, y vienen todos los días a dormir a la ciudad. Mientras el terror seduce a adultos y jóvenes, la actitud común es trágica, sin esperanza de un cambio, por lo cual nuestra presencia es para una esperanza cierta y visible. Me posee un cierto terror al tener que predicar semejante Evangelio ante semejante pueblo. ¿Cómo es posible? Pero está la Escuela de Comunidad y está la invocación continua: «Veni Sancte Spiritus, Veni per Mariam». En la iglesia los altavoces están rotos y, por tanto, como los antiguos predicadores, empleo toda la potencia de los pulmones para que la voz llegue clara a todos. No me es posible decir a la gente: «debéis perdonar». Sería una posición ética e inútil. Sólo debo partir de una posición verdadera. Primero es necesario mirar a la realidad a la cara, tal como es, sin escamotear la situación en la que vive la gente. Hay en nosotros y a nuestro alrededor un gusto intenso por la muerte, todos nos gozamos en matar, los periódicos recogen las muertes con alborozo y quienes no matan no lo hacen porque no son capaces y no tienen fusil, pero el corazón de cada uno está lleno de este deseo. En la familia, marido y mujer y hermanos no hacen otra cosa que pelear y esto se extiende después a toda la realidad que nos circunda. Algo evidente para todos en esta zona de Kitgum que participa de la tragedia de Sudán y de la región de los Grandes Lagos. En ello somos todos hijos de Satanas, pervertidos por su veneno homicida. Por otra parte, la tradición Acioli presenta al hombre auténtico con tres palabras: “Dwar, Iweny, Mon” (Caza, Lucha, Mujeres). La presentación que hace de la situación es tan verdadera que la gente observa que es como si conociera todo lo que está ocurriendo. En la concepción común y especialmente acioli, Dios es quien premia a los buenos y castiga a los malos, pero el Evangelio presenta una realidad distinta: «sed hijos del Altísimo, que es benévolo con los ingratos y malvados. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso». En este punto la posición ontològica se vuelve apremiante, estupenda. Me es posible hablar con precisión del hecho de que yo soy, vosotros sois, porque Él nos quiere, quiere que existamos y nos abraza con su misericordia. Misericordia evidente en la presencia de Jesucristo que toma sobre sí nuestros pecados y nos da su santidad. He expresado brevemente, con fuerza, todo lo que los Ejercicios de la Fraternidad afirman de modo magnífico acerca de esta voluntad creadora y misericordiosa que nos transforma de hijos de Satanás en hijos de Dios. Y entonces ha sido posible presentar el «sed como vuestro Padre», el «sed como Cristo» de manera positiva, no como un deber sino como una tarea fascinante: la tarea de amar el ser y la vida y de cuidarlos. A continuación, he descrito todas las grandes obras de caridad surgidas en los siglos por obra de los santos y la experiencia de compartir y de misericordia que se cumple aquí en Kitgum por parte de todo el mundo. Entonces, la ética no es ya ética, es decir, un penoso e inútil esfuerzo humano, sino el esplendor de la verdad. Más tarde, tras finalizar la misa, me he encontrado en la diaconia con Nars, quien estaba totalmente sorprendido y volvía a los puntos de la predicación y decía cómo la gente había quedado conmovida y comentaba. Y yo estoy agradecido porque la pertenencia profunda al carisma de Giussani me ha permitido afrontar una realidad tan trágica de manera dramática y convincente para todos. También los chicos estaban atentísimos y sorbían mis palabras porque corresponden a la experiencia que viven.
Padre Tiboni, Kitgum
—ITALIA—
Tomando un café
Querido don Giussani: la gran noticia se produjo hace pocos días, sorprendente e inesperada, como un nuevo despertar imprevisto (y para mí lo ha sido de verdad). Soy del movimiento desde hace varios años; después de la Selectividad me inscribí en la Facultad de Derecho de Bolonia. La vida universitaria es frenética; sería casi insostenible para mí si no estuviese acompañado a cada paso por algunas personas más grandes que yo. Así, han nacido algunas relaciones muy intensas con personas a las que me siento perteneciente. Una de ellas es Sara, nuestra responsable de la facultad. Pero he aquí la noticia. Un día Sara nos invita a comer, hablamos un poco, comemos primero. Mientras llegan los primeros cafés, en el silencio general, ella dice: «Para mayo entro en un convento en Milán, de las Hermanitas de Martinengo». Nos dejó a todos estupefactos, y a mí (y a muchos otros) lleno de gratitud. Hoy agradecemos al Señor el don de Su presencia potente en el rostro de quienes, como Sara, Le dedican toda la vida. Pido para poder ser así también yo.
Lorenzo, Bolonia
—AMÉRICA—
Sin saber muy bien inglés:
El fin de semana pasado ha vuelto de América una amiga mía. Se había ido a Washington con una beca de tres meses, de modo que se encontraba allí cuando se celebró la presentación del libro de Giussani The religious sense. Venía muy impresionada por los actos y por el impacto que provocaron en la gente. Además nos contaba que ella se fue a la librería de la Universidad George Washington, una de las Universidades Católicas más grandes de América, para pedir que compraran unas copias del libro. Mi amiga no sabe hablar inglés muy bien y cuando le preguntaron de qué iba el libro (¡menuda preguntita!) apenas pudo contestar. No se entiende muy bien por qué -a lo mejor para quitársela de en medio - el caso es que compraron veinte copias de The religious sense y después de dos semanas ya las habían vendido todas. Así que tuvieron que pedir más. Es increíble, estos son milagros de verdad.
Lucía, Bolonia
Todavía más hija
Querido don Giussani: por fin hablé con mis padres acerca de mi vocación y de la bellísima historia que me ha alcanzado. Me he quedado muy sorprendida por su disponibilidad excepcional. Soy hija única y siempre he tenido cierto temor de contárselo y del sacrificio que esto suponía para ellos, tanto que le pedía con insistencia a la Virgen que les hiciese sencillos y disponibles al Misterio como Ella lo fue. Pero lo que pasó superó todo lo que yo podía imaginar. Mi madre se daba cuenta de que algo sucedía porque veía que yo era diferente de las demás chicas, que estaba cada vez menos en casa, y pensaba que a lo mejor me había echado novio y no quería contárselo todavía, o... ¡sólo quedaba otra alternativa! Hubiese querido preguntármelo y por esto se enfadaba con mi padre, ya que, en cierto modo, ella no podía hacerlo porque comprendía que si yo no estaba totalmente convencida, me habría puesto en un compromiso. Por tanto, sólo podía esperar. Cuando iba a misa pedía al Espíritu Santo por mí para que me iluminase; y por ella, para que la ayudara y la hiciese disponible hacia todo lo que el Señor le diera. Esa discreción y disponibilidad sólo podía nacer de un amor verdadero a su hija, de una pasión sincera por mi destino y mi felicidad. En un momento dado llegó a decirme que “es Otro el que te hace. Es cierto que eres mi hija, pero tu vida no me pertenece”. Esta disponibilidad no quita, no evita el sufrimiento que mis padres están pasando, pero le da un sentido porque es verdad que el plan de Dios sobre nuestras vidas es más grande que el nuestro y es bueno. No puedo más que dar gracias a mis padres por el amor tan sencillo y profundo que me tienen y por su disponibilidad asombrada que les hace como niños delante del Misterio. Doy gracias a Dios porque me los ha dado y les ha constituido en espectáculo de belleza y santidad de tal forma que al mirarles me veo más impelida a mirarle a Él.
Carta firmada, Milán
El Padre Giacomo Girardi (1939-1998), sacerdote del PIME (Pontificio Instituto Misionero Ecuménico) recientemente fallecido, fue un hombre grande en su físico y en su corazón. Entusiasmado por la misión de ¡a Iglesia, hasta arriesgar su vida y su reputación, vivió un tiempo en la China comunista y se encontró, en el Milán del terrorismo y las “guerrillas’’ urbanas, con la experiencia de Comunión y Liberación. Su afecto por el movimiento se forjó en la pasión común de vivir para la gloria de Cristo. Con motivo de su fallecimiento, don Giussani ha escrito el siguiente telegrama:
Toda Comunión y Liberación acompaña, en la oración, a la morada del Padre al
p. Giacomo Girardi.
Su corazón apasionadamente misionero y ecuménico, en la absoluta fidelidad al Papa y obediencia a sus Superiores, siempre acogió y amó lo que de nuevo y auténtico nacía en la Iglesia por la fuerza del Espíritu de Cristo. Verdadero amigo y maestro, hospedó durante años con gran cordialidad a nuestro movimiento, acompañándolo en su inicial difusión por el mundo, indicando siempre la gloria de Cristo como finalidad de todo esfuerzo misionero.
Por Comunión y Liberación,
sac. Luigi Giussani
Milán, 24 de febrero de 1998
En la ciudad del zar
Los miembros del Studium Christi de Rímini hemos recibido esta carta de don Pietro, de Faenza, que se encuentra en San Petersburgo desde hace poco tiempo junto con don Stefano, de Forli.
Queridos amigos: La vida aquí, en Rusia, me está enseñando mucho; estoy cada vez más agradecido al Señor por lo que me hace vivir, por este periodo que siento como una explícita y directa llamada a mi conversión. Los primeros dos meses han sido duros: la dificultad de la lengua, el clima “fresquito” y la oscuridad, la vida más de estudiante de sacerdote, hacen que en algunos momentos la realidad me resulte in-soportable. Me encontraba “desarmado”, sin posibilidad de esconderme detrás de la actividad o las satisfacciones ligadas al ministerio, que son una gracia que nos concede el Señor.
Y sobre todo, con frecuencia me he quedado atrofiado en mi reacción frente a lo que sucedía durante la jornada, tanto en la vida de mi casa como en el ambiente universitario y en el seminario. Ahora está muy claro que todo depende de Otro, que lo que vale no es mi esfuerzo por adecuarme a la realidad o por cambiar, la realidad o a mí mismo, sino que todo se decide en el reconocimiento de la Presencia del Señor “dentro” de la realidad. Cada vez experimento más que sin Cristo soy incapaz de vivir, “físicamente” no lo consigo. Decir «Tú-que- me-haces» como nos enseña don Giussani, es decir cómo son las cosas de verdad, y reconocer el Misterio significa aceptar el “descarte” que es la realidad, la diferencia respecto a lo que yo me había imaginado. La vida de nuestra casa me ayuda muchísimo porque es una objetividad presente en mi jornada cotidiana y en la definición de lo que soy; “desastrosos” y frágiles como somos, muchas veces exhaustos por el cansancio y desconcertados por la dificultad de comprender y de hacerse comprender por estos rusos, sin embargo me parece que esta casa nuestra es la gracia de la amistad del Señor, de la cual volver a comenzar cada día para afrontar las cosas. En esto, son una inestimable ayuda los amigos de los Memores Domini de Moscú: estar con ellos supone siempre ser tocados por la misericordia del Señor.
don Pietro, San Petersburgo
Haciendo fisioterapia
Hace un tiempo me lesioné un dedo y llevo casi un mes yendo a una clínica de fisioterapia que me recomendó Jone. Allí me atiende Carlos. El primer día nada más empezar me preguntó de qué conocía a Jone y si soy del movimiento. Carlos no había trabajado con ella, pero estando muy grave en el hospital por un accidente, Jone fue a visitarle. Carlos me contó que sin ninguna razón había perdido la fe, pero que aquellos fueron sus años más felices y que ahora tiene miedo a perder su libertad. Yo le hablé de don Giussani, de cómo empezó a dar clase a los chavales para enseñarles qué es la razón y qué es la fe. Le regalé El Sentido Religioso y hablamos de ello mientras me trata el dedo. Según entro por la puerta se alegra y me pide que le cuente cosas. Escucha atentamente como un niño. El otro día me preguntó si tenía novio y le dije que no. «¿Por qué?». «Porque Cristo es la verdad de todo, es la verdad del afecto y mi afecto es para El». Y ayer me dijo: «Pero... ¡tú serías una madre estupenda!». Es impresionante cuando alguien reconoce la experiencia de paternidad y maternidad que vivimos. El tiene una niña preciosa, por eso puede comprender que ser padre y madre es comunicar un sentido para la vida. En estos días de Semana Santa hemos vivido la memoria de Cristo que da la vida por nosotros. ¿Hay un amor más grande por un amigo que el Suyo del que somos partícipes?
Guiomar, Madrid
Fraternidad real
Publicamos la carta que Dino, un amigo que es profesor en Nueva York, ha escrito a su grupo de Fraternidad que ha asumido la responsabilidad de pagarle la escuela a una estudiante de su colegio.
Después de comer estuve con Luis y me entregó una asignación para los estudios de Zoey. Me quedé aturdido pues no me esperaba recibir esa ayuda y de un modo tan simple y verdadero. Me quedo un poco a disgusto cuando alguien me ayuda. Sé que todos estáis haciendo grandes sacrificios para cuidar de vuestras familias y pagar vuestras cuentas. Lo que habéis hecho es muy grande. Aquí estamos todavía agradecidos por vuestro gesto y sobre todo conmovidos porque sois el “Signo” de Aquel a quien pertenezco y pertenece nuestra historia. Al conocer el problema económico que tenía esta chica, habéis respondido de modo tan humilde y simple manifestando el rostro de Cristo, siempre más grande que cualquier imaginación o espera. Por la fe que nos une lo habéis hecho y ni siquiera la conocéis. Ver Su presencia a mi lado, a través de vuestro gesto, aumenta el deseo de caminar hacia el Destino más deprisa y esto comienza a dar a mi vida el primer barrunto del paraíso.
Dino, Nueva York
La tarea de la vida
En octubre de 1987 empezó todo. Casualmente llegó a mis manos un librito titulado Laico, es decir, cristiano de don Giussani. Jamás había leído algo que co-rrespondiera tanto a mi deseo de vida y de felicidad. A los pocos meses encontré a don Roberto. Empecé a participar en la Escuela de comunidad que me ayuda a vivir todas las circunstancias de la vida, incluso las más dolorosas. Hace un año a mi marido le diagnosticaron un tumor. Comenzamos las curas que le debilitaron física y moralmente. Hace meses también vivimos una situación de dolor con nuestra hija, víctima de una fuerte depresión, una enfermedad tan dura que podía haber provocado el vacío a nuestro alrededor. En cambio no fue así gracias a una compañía que vive de Cristo y te hace amarle. A Él le pido: «Jesús, Tú estás aquí. Nadie como Tú puede entender el dolor, porque Tú has sufrido en el cuerpo, has probado la depresión y el abandono. Por esto, ten compasión de nuestro dolor. Me has dado estos amigos de la Escuela de comunidad. Has quitado la tristeza sin esperanza y vienes, vienes siempre, incluso cuando preguntamos con más fuerza: ¿porqué? ¡Qué mi tarea sea comunicar a los demás tu presencia!»
María Rosa, Trento
Un testimonio de unidad
Estoy dando clases en la Universidad con Mario desde hace cuatro años y, por gracia de Dios, empezó a constituirse un grupo muy “vivo” de estudiantes que hacen Escuela de Comunidad con nosotros. Invitamos a todos ellos a las va-caciones y muchos se inscribieron. Desde el primer momento me surgió muy naturalmente el ir yo también y lo mismo le parecía a Mario y a Ornar, mi esposo. Pero ocurrió que, acercándose el día de la partida, empecé a tomar más conciencia de que por primera vez iba a estar una semana sin ver a mis hijos (tengo cuatro y todavía son muy chiquitos: entre 4 y 9 años). Además, justo por esos días, Ornar estaba pasando un momento difícil en el trabajo, de modo que tenía la sensación de que lo estaba dejando solo con su problema. Todo estalló la noche anterior a la partida, y le dije a Ornar que iba a llamar a Mario para decirle que me quedaba. Pero Ornar - que siempre intuye mejor las cosas - me dijo: «Tenés que ir porque es lo mismo. Nosotros vamos a estar bien» Yo me sentía bastante confundida, pero decidí ir pidiéndole a Dios que me hiciera ver más claro todo y ofreciendo esas circunstancias por mis hijos y por Ornar. Con esta misma intención viví toda la se-mana. El día que escalamos el cerro López, como a mí me costó muchísimo, me surgió, mirando esa fila extensa de chicos subiendo el cerro, la necesidad de pedir por ellos ( por los que conocía y por los que no conocía ), para que -como dice la canción- "ninguno se pierda”, “que puedan conocerte y amarte”. Al terminar las vacaciones de universitarios, me reencontré con mi familia. Fue muy lindo porque todos teníamos la impresión - ahora que ya había pasado -de no habernos separado. Pero lo más grande o lo que más me ayudó a entender fue que, al retomar la Escuela de Comunidad de universitarios y encontrarme por primera vez con Martín desde las vacaciones, me dijo, sin saber en absoluto de mis interrogantes: «Mónica, te agradezco que vinieras porque fuiste como una madre para nosotros; estuviste en todos los detalles como sólo una madre puede estar y esto no sólo lo percibí yo sino que muchos chicos lo dijeron» Después, reflexionando sobre todo esto, tomé una conciencia más profunda de mi vocación; entendí que estamos llamados a vivir una maternidad y una paternidad más gran-des. Que nuestra maternidad y nuestra paternidad no se agotan en nuestros hijos carnales, no se reduce a ellos, que es mu-cho más grande todavía. Esto me hacía recobrar la unidad que al inicio había puesto en duda, porque Ornar tenía razón: «Es lo mismo». La razón por la que decido quedarme o por la que decido ir - mirando las circunstancias - es la misma: Cristo. Porque no es el movimiento o la familia; no son las actividades del movimiento o las exigencias de la familia. Plantear las cosas así es lo que me divide; en cambio, ahora entiendo mejor lo que don Giuss decía hace poco a los universitarios: “La vocación es una sola: dar testimonio de Cristo”. Todos estamos llamados a esto y en esto radica la unidad de nuestra vida. La segunda experiencia que quería contar está relacionada con ésta y tiene que ver con mi trabajo en la Facultad y con el tener “deseos grandes” como nos decía don Giuss. El otro día conocí a Enzo y escuchándole nació en mí el deseo de poder trasmitir lo que estoy viviendo con su misma pasión. Tanto que le dije a Mario: «Mario voy a empezar a rezar desde ahora para poder anunciar a Cristo en la facultad así y quizá algún día se me dé». Bueno, un sábado por la mañana, el primer día de clase en una materia que imparto por primera vez (Metodología y Práctica de la Enseñanza en un Profesorado de la Universidad del Salvador), me presento y empiezo a decir un poco mi visión de la educación y lo que en grandes líneas me propongo comunicarles a lo largo del año y finalmente les leo una charla de don Giussani a la CdO, donde habla del sentido del trabajo y de que todo se nos ha dado para ser felices. A la clase siguiente y un poco para conectar con lo metodológico, les pregunto cuál les parecía que había sido el objetivo de la clase anterior, y una chica dijo: «Ud. se propone mostrarnos que detrás de todo lo que hacemos hay algo más grande y que nuestro trabajo tiene que ser para algo más grande». Me quedé helada. Otro chico dijo: «Yo me fui el sábado pasado con un entusiasmo tal que por primera vez, después de cuatro años de carrera, me hizo desear empezar a cursar las materias. Tanto es así que el lunes salí corriendo del trabajo porque no quería llegar tarde, pero el profesor de la primera hora llegó tres cuartos de hora más tarde y el de la segunda hora faltó. A lo largo de la semana esto se repitió con el agravante de que nadie decía nada interesante. Entonces estaba deseando que llegara el sábado porque usted dice las cosas con una pasión que me vuelven a hacer creer que es posible ser docentes así». Yo, absolutamente conmocionada, solo alcancé a decirle - porque estoy convencida de que es así - que yo puedo comunicar de esta forma porque pertenezco a algo más grande, porque a mí también me ayudan, porque hay quien cuida de mi vida, y que el gran drama de los docentes hoy es que están solos y la soledad es la muerte del docente.
Mónica Contreras, Buenos Aires
Exposición sobre la libertad
Publicamos algunos testimonios breves sobre lo que ha supuesto la exposición sobre la libertad en España que, partiendo de los bachilleres de Módena, está recorriendo mundo:
Tarragona
El paso de la exposición sobre la libertad por nuestra ciudad recogió la vida incipiente de nuestra comunidad para potenciarla de modo imprevisto. Salvador, recién estrenado profesor en un colegio de la ciudad, vio la posibilidad de introducirla en la actividad escolar. Nos abrimos paso con ilusión, no exentos de temores. Un viernes a las cuatro de la tarde, presentamos la exposición, sabiendo por experiencia lo difícil que resulta implicar al alumnado en algo más que no sea la estricta actividad académica. La primera sorpresa la tuvo la directora al ver llenarse la sala para un acto libre y público. Pero todavía resultó más insólito el encendido debate que se abrió con los alumnos y que fue necesario despedir después de dos horas y media, a pesar de que el interés seguía vivo.
Robert
Barcelona
La exposición llegó a nuestro colegio de una manera completamente imprevista: de un día para otro y con la condición de permanecer sólo durante una semana, pues debía volver a Madrid para seguir siendo expuesta en otros lugares que ya estaban apalabrados. No nos lo pensamos, la llevamos al colegio y un grupo de chicos y chicas de COU nos ayudaron a ponerla en el pasillo de los de 3º de BUP. Fue este grupo de COU el que más en serio se tomó la exposición y realmente quedaron asombrados, pues pensaban que la libertad era algo de lo que sólo se habla en clase de Religión y Filosofía, pensaban en la libertad en abstracto, de una forma utópica y poco humana... A partir de la exposición preguntaron, hablamos y confrontamos nuestras experiencias. Quedamos todos más contentos, pues aunque la lucha por la libertad es siempre difícil, nos dimos cuenta que no estamos solos. Hemos renovado el afecto entre nosotros y ello hace que se respire un sano aire de complicidad y de ayuda mutua. Respetamos las creencias de todos, pero todos saben cuáles son las nuestras y, como han podido ver en la exposición, para nosotros la libertad es la adhesión a Aquel que es todo en todos. ¡Y esta adhesión también pasa por ellos! Las cuatro clases de 3º de BUP trabajaron la exposición, aunque no pudimos hacer un seguimiento tan cercano. No entendían muchas cosas y les sorprendió la manera de presentar el tema.
Lluís y Edison
Madrid
La exposición ha recorrido algunas facultades de las universidades Complutense y Autónoma. Esto ha dado lugar a un descubrimiento de lo que es -en la vida real - la experiencia de la libertad y a una multitud de encuentros y debates. Afirmar públicamente lo que nos ha sucedido nos ha permitido ver que lo que se demuestra verdadero es, por su naturaleza, para todo el mundo.
Daniel
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón