Huellas N.06, Junio 2019

BREVES

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Es el corazón de la cristiandad siria, la ciudad donde se habla la lengua de Jesús, el arameo, a una hora de Damasco. En 2014 fue arrasada por la guerra, que duró siete años, entre el ejército de Asad y las milicias rebeldes, luego expulsadas del país. Pero aquí la vida no se ha rendido en el día a día, mientras el país sigue siendo martirizado, entre las incursiones sobre la muchedumbre de Idlib y las denuncias de armas químicas. Y ya van nueve años desde el comienzo de la guerra. «Nadie podía pensar que llegaríamos hasta este punto, con una avalancha que ha sepultado a medio millón de personas, ha sembrado la destrucción y la muerte», ha dicho el Nuncio apostólico Mario Zenari. «Que Cristo sea la esperanza para el amado pueblo sirio, víctima de un conflicto que perdura y corre el riesgo de aplastarnos bajo la resignación y la indiferencia». Son las palabras del papa Francisco en su último llamamiento en favor del país.