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Huellas N.05, Mayo 2019

PRIMER PLANO

«Esta es la dirección»

Helen Alvaré

El escándalo de los abusos, las cuestiones éticas, el moralismo, la obediencia a la autoridad... Durante años, la jurista Helen Alvaré ha trabajado para la Conferencia episcopal americana como "portavoz" de las valores cristianos. Así es como Giussani ha desafiado todas sus preguntas. Algunos fragmentos de su intervención en Washington

Resulta difícil ofrecer una relación circunscrita y ordenada sobre un libro como este, por eso lo que haré es ante todo hablar de las experiencias que ha vivido una persona que ha meditado sobre él - yo misma- de tal modo que podáis ver cómo he llegado a don Giussani y a este libro como alguien que lucha precisamente contra los límites que el movimiento esperaba superar.
La experiencia de verse atraída hacia Dios, con la pregunta que esto hizo surgir en mí, ha plasmado toda mi persona. Don Giussani lo experimentó enseguida, durante la escuela superior, en el seminario, y es la pregunta más interesante que puede haber en la vida de cada uno. Para mí, en cambio, no se trataba de un sendero recto hacia una vocación religiosa sino más bien un ir hacia con la perspectiva de ser monja? Tal vez sea algo que tomé en consideración durante un cierto tiempo.
Luego conocí a mi marido a los 17 años y la idea de ser monja se desvaneció. Obtuve un doctorado de investigación y di clase de teología. Después me pidieron ser portavoz de la Conferencia episcopal americana, y acepté.
Soy abogada y he trabajado por la justicia, pero nunca me alejé demasiado de la religión. Leía teología a diario cuando la enseñaba, y también enseñé derecho. Soy como un test de Rorschach de alguien que tiene cien intereses e inclinaciones distintas, y se pregunta fundamentalmente cómo dedicarse a la religión, y a Dios, como la hipótesis más interesante.
Soy una educadora que ha trabajado en el seno de la burocracia eclesiástica, donde he tenido que abordar temas que lamentablemente luego han acabado cayendo en la trampa del moralismo. Mi trabajo consistía, entre otras cosas, en escribir posicionamientos episcopales para el Tribunal Supremo y explicar dichos posicionamientos en el Congreso. Casi todas las semanas salía en radio y televisión como portavoz, explicando por qué somos razonables, por qué somos caritativos y por qué la coherencia de nuestra postura elimina las diferencias entre derecha e izquierda típicas del mundo.
Tengo que abordar temas que fácilmente acaban degenerando en moralismo o intelectualismo, como el sexo, el matrimonio, la paternidad, el trabajo en favor de la vida. En este momento de la historia, estos temas son los que masacran a la Iglesia católica, nuestros puntos de lucha cuando colaboramos con las escuelas y las obras pías. De los anticonceptivos al matrimonio homosexual. Y encima de todo eso, nos encontramos con la Iglesia sumida en uno de los mayores escándalos de todos los tiempos. Siempre he tenido la intuición de que no era adecuado presentar estos argumentos del modo en que se suelen formular: «No, no puedes», «es inmoral», «hay unas reglas». Sabía que esa no era la manera auténticamente cristiana de afrontar la vida.

Me ha llamado la atención un episodio de la biografía. Don Giussani pasa en bicicleta al lado de una pareja que se está besando en una especie de rincón para enamorados. Para, se baja y les dice: «¿Por qué os separáis? Si no estabais haciendo nada malo, deberíais continuar».
Antes de irse, se da la vuelta y les dice: «¿Habéis pensado qué tiene que ver lo que estáis haciendo con las estrellas?». Al leerlo pensé: esta es la respuesta que yo quiero. Esta es la forma en que quiero explicar estos temas a la gente.
Imaginaos la diferencia si la Iglesia católica pudiera decir, si hasta las Hermanitas de los Pobres, que han luchado valientemente contra la prescripción obligatoria de anticonceptivos, dijeran: «Somos una comunidad que testimonia la plenitud del amor. Y sobre el sexo y su papel en la vida de los hombres, nuestra visión es que vuestro amor debe mirar al futuro, al matrimonio, a los hijos, a la familia, al desarrollo de vosotros dos, a una unión verdadera - y creemos que este amor apunta hacia la comprensión de la persona, a ser un reflejo de Dios, a semejar el amor de Dios y a cómo estamos llamados a tratar a los demás. Por eso no ofrecemos anticonceptivos, porque estamos intentando construir una comunidad que no tiene nada que ver con eso». En vez de decir: «Lo sentimos, no podemos, no estamos por los anticonceptivos».
Giussani pregunta si todo lo que haces, todo lo que enseñas, está al servicio del amor. Tu concepción de hombre, mujer, relación padres-hijos, ¿indica valores reales? No tengo una respuesta inmediata sobre cómo comunicar todo esto, pero sé que va en la dirección adecuada y esa es la dirección en la que tengo que ir.

En la biografía nos encontramos continuamente con la obediencia de don Giussani a la Iglesia, a pesar de los increíbles sufrimientos que padeció por parte de la Iglesia y particularmente de ciertos obispos. Hoy, con el escándalo de los abusos sexuales, la idea de obediencia a esta Iglesia es una de las cosas más alejadas de la mente de cualquiera. Nuestra credibilidad sobre estos temas se ha evaporado. He trabajado estrechamente con la jerarquía, que en la biografía aparece como el esqueleto de la Iglesia: no toda ella, no el cuerpo entero, sino una estructura que debe sostener y que -como señala el libro Por qué la Iglesia- es una autoridad presente desde estructura de la Iglesia.
Me preguntaba cómo habría sido su experiencia y por qué su compromiso de obediencia pudo ser tan fuerte.
Sin duda, el tiempo en que vivió favorecía una obediencia más generosa. Pero podemos ver que él siempre estuvo en diálogo, incluso con los que más se empeñaban en ponerle obstáculos. Dialogaba con las personas encargadas de guiar al pueblo cristiano, y al final consiguió mantener diálogos intensos y cercanos con los pontífices. Dialogaba con gente a la que valoraba, y por eso siempre fue capaz de mantener su obediencia. Si hubiera reducido la obediencia a un mandato de la Iglesia, habría sido más difícil mantener esa posición. Hoy, la obediencia no es algo muy popular, y creo que hemos vuelto en cierto sentido a la situación de las primeras comunidades cristianas. La Iglesia debe construirse a partir de pequeños grupos locales, movimientos, parroquias o grupos universitarios, para volver así a com¬prender que la obediencia a la autoridad forma parte de nuestra estructura. Creo que debemos volver a empezar a aprender esto.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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