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Huellas N.05, Mayo 2019

PRIMER PLANO

El experimento de Giussani

José Medina

La vida del fundador de CL ha cambiado su modo de enseñar y de mirar la crisis de la Iglesia. «Su pensamiento es la mejor medicina para ciertos aspectos problemáticos de la educación cristiana». Porque se centra en Cristo y en la experiencia. Habla la teólogo Timothy O'Malley, que participó en la presentación de la biografía en Chicago

«Un experimento». Así llama al camino de don Giussani. Un recorrido por el que se aprende continuamente de la experiencia, no de las teorías. Porque «el cristianismo es verdaderamente una vida». Casado y con dos hijos, Timothy O'Malley es el director del Notre Dame Center for Liturgy del famoso ateneo católico de Indiana, donde él mismo estudió Teología y Filosofía antes de profundizar sus conocimientos sobre Agustín en el Boston College. Filósofo, teólogo y educador, afronta desde siempre los mismos temas -y problemas- que marcaron la vida del fundador de CL, y que afectan al presente de la Iglesia. Pero el encuentro con este sacerdote italiano, a través de textos, testimonios, libros y personas, ha cambiado bastante su forma de abordar estos temas. Lo ha contado públicamente en una de las presentaciones más esperadas de la biografía de Giussani, el pasado 18 de marzo en Chicago. Ahonda en ello en esta conversación.

¿Cómo llegó a conocer a Luigi Giussani?
Hace unos años daba un curso de Filosofía de la Educación donde leíamos textos de algunos filósofos ilustres. Uno de mis alumnos me propuso leer Educar es un riesgo, de Giussani. Cuando leí el libro me di cuenta de que se trataba probable-mente de uno de los textos más inte-resantes escritos sobre la educación cristiana actual.

¿Qué fue lo que le llamó la atención?
La atención que presta Giussani al papel de la experiencia humana y su seriedad al proponer la tradición de un modo que transforma la experiencia humana. Giussani nos ayuda a recuperar un cierto sentido de la historia, una visión de la tradición religiosa dinámica, vencedora, que implica el sentimiento pero no se reduce a puro sentimentalismo. Intuí inmediatamente la riqueza de oportunidades para renovar la formación teológica, la catequesis, que emanaba de sus textos. Así que empecé a leer del tirón todas sus obras. Ahora las utilizo en gran medida en todos mis cursos universitarios sobre la educación cristiana.

¿Cómo reaccionan sus alumnos al pensamiento de Giussani?
¡Es fantástico! Ha cambiado el modo de enseñar de mis alumnos. De pronto se han dado cuenta de que podían empezar a enseñar de una manera que pone en juego toda su sensibilidad, todo el deseo de la persona, ofreciendo al mismo tiempo una propuesta muy profunda. Algunos de mis alumnos han empezado a profundizar en los textos de Giussani. Han empezado a leer su obra y a escribir tesis sobre ella. Algunos alumnos que están involucrados en el diálogo con los no creyentes han adoptado el método de Giussani. Yo lo uso para explicar la Eucaristía a los niños de segundo de elemental, y se muestra mucho más eficaz que los libros de texto.

¿Qué enfoques se utilizan en la educación religiosa y cómo cree que Giussani puede servir de ayuda en la renovación de la formación teológica?
Son dos los enfoques más utilizados en los manuales escolares de educación religiosa y en los programas didácticos. La mayoría se centra en la repetición de los contenidos del texto, o privilegia la experiencia individual, prescindiendo totalmente del texto. Creo que ambos enfoques presentan problemas. En el primer caso lo único que se prescribe es repetir el Credo. Casi literalmente. Aprender el Credo. Aprender la doctrina, punto final. Este enfoque tiene miedo de la experiencia humana, por las múltiples posibilidades de desviación. En el segundo caso, la experiencia individual sustituye lo que la tradición propone, reconstruyéndolo a partir de la opinión del individuo. La consecuencia es que este ya no está vinculado a la comunidad. Lo que me pareció excepcional en Giussani y en su libro Educar es un riesgo es que encuentra realmente el modo más adecuado, pero no en un equilibrio -como si hubiera que encontrar un punto medio entre dos posiciones que no funcionan- sino mostrando concretamente que la dimensión más profunda de la tradición es una experiencia, y que la experiencia tiene lugar y se vive de una manera plena e incisiva a través de la tradición. Debemos proponer este hecho a los jóvenes -y a los más mayores-, esta última hipótesis: el camino que proponemos es ya una experiencia. Giussani ofrece una concepción de la educación que implica los sentimientos, implica el deseo, implica la plenitud de nuestro yo, y no pone nada entre paréntesis, llegando a conocer exactamente lo que describe la propia tradición.
Y debo decir que esta tradición no es simplemente una serie de da¬tos sino que remite al origen, a ese primer acontecimiento, el acontecimiento de Cristo. Es el eco de ese acontecimiento en la historia. Creo que el pensamiento de Giussani es la mejor medicina para ciertos aspectos problemáticos que solemos encontrar en la catequesis y en la formación religiosa actual.
Muchos prefieren evitar la palabra "deseo”...
Somos criaturas que desean. El motor que nos mueve es lo que amamos, lo que buscamos, aquello a lo que nos dirigimos. Eso es lo que somos como seres humanos. El problema no es si deseamos, sino qué deseamos. La Iglesia debe hablar del deseo: qué amamos, hacia qué nos movemos, porque somos criaturas que desean. El deseo es esencial en nosotros, como seres humanos.

¿Qué le ha quedado grabado de la lectura de la biografía de Giussani? ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención?
Mucho de lo que hacía Giussani era un experimento. No manaba, inicialmente, de una teoría sino que nacía concretamente de la pasión por descubrir junto con los chavales quién es Cristo, por afrontar la vida a partir de esto, por hacer cultura, por hacer del cristianismo una vida y no una serie de afirmaciones abstractas o un legado puramente tradicional, y todo esto mediante una amistad, una comunidad de fe, de amor, procurando crear espacios donde eso se pudiera expresar, en la política, en el arte, en todas las dimensiones de la vida. Todo eso empezó solo como un experimento. Un experimento que resultó eficaz porque él era sabio, atento, capaz de identificar una forma y modalidad específicas que poco a poco iban hacia delante. Por eso, ver cómo se desarrolla todo esto en la biografía es algo extraordinario.

Usted recorre el país visitando parroquias. En su opinión, ¿cuál es la mayor necesidad que tienen?
Para empezar, el catolicismo debe pasar de ser un conservadurismo rígido a redescubrir el verdadero sentido de lo que esta institución -la Iglesia- es en primer lugar. La Iglesia es en realidad un encuentro con el acontecimiento de Cristo. Creo que muchos parecen haberlo olvidado. Les interesa más cambiar las estructuras o cambiar la Iglesia, pero olvidan el acontecimiento que es Cristo. En segundo lugar, debemos comprender el estrecho vínculo que existe entre ese acontecimiento y la construcción de nuevas estructuras, nuevas culturas, que permitan a la gente encontrarlo: una comunidad que sea eco o deje huellas del acontecimiento de salvación en el mundo.

¿En qué sentido dice usted que el cristianismo es un acontecimiento?
En el sentido de que el Verbo se hizo carne. La razón, el orden, el verdadero sentido del universo, se ha hecho carne y permanece físicamente entre nosotros. Cuando Jesús resucitó de entre los muertos, su cuerpo se había transformado, pero seguía siendo un cuerpo. En este sentido es un acontecimiento que sucede en el tiempo y en el espacio, y transforma el tiempo y el espacio para siempre. Cuando oímos proclamar en las Escrituras que el Señor resucitó, que Cristo subió a la derecha del Padre, que la Iglesia es el cuerpo de Cristo, no son simples afirmaciones. Estamos diciendo que tenemos acceso a las profundidades del amor, del amor divino que ha cambiado para siempre el sentido de ser humanos. Entonces, cuando pensamos en las iglesias del mundo, no solo se trata de estructuras como fines en sí mismos. Existen para ponernos en relación con este acontecimiento originario, con la encarnación del Verbo como fuente del amor supremo, de la esperanza última en el hecho de que todo lo que es humano ahora se ha revelado en Dios que habita entre nosotros.

La Iglesia en EEUU vive una situación especial de crisis. ¿Cuál es el camino para seguir adelante?
Lo que podemos hacer es vivir este acontecimiento en el mundo de la forma más transparente posible. Muchos se preocupan por la reforma de las instituciones de la Iglesia, pero la reforma y la renovación tienen lugar en las comunidades locales. La crisis que estamos viviendo es una crisis de la institución, y la respuesta debe partir de las comunidades locales reunidas por todas partes, que viven este acontecimiento en una diversidad de formas.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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