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Huellas N.03, Marzo 2019

PRIMER PLANO

Simplemente católicos

Paolo Perego

Diálogo sobre la vida y la experiencia política con el presidente del Foro italiano de las Asociaciones familiares, Gigi De Palo. No solo sirve a la sociedad estando en el Parlamento. «Hay un flujo de relaciones y de encuentros donde se rompe la lógica de los bandos enfrentados. Y donde se puede trabajar con todos»

Hay que procurar incidir en la política también desde la sociedad civil, en el día a día, y no solo desde las sedes parlamentarias o regionales». Gigi De Palo tiene 42 años, vive en Roma, está casado con Anna Chiara y es padre de cinco hijos, el último con un año de edad. Desde 2015 es presidente del Foro de las Asociaciones familiares que reúne a más de 600 agrupaciones que representan a 4 millones de familias italianas. ¿El objetivo? «Llevar la atención del debate cultural y político sobre la familia como sujeto social». Habla sin fiorituras, De Palo, con sus pies desnudos en las sandalias, que decidió llevar hace 17 años como una pequeña ofrenda por la paz en el mundo, después de un viaje a Tierra Santa. Desde entonces nunca se pone zapatos. Ni siquiera cuando iba al Consejo Municipal en Roma, llamado desde 2011 a 2013 a ser concejal para la Familia, los Jóvenes y la Educación.
Ahora alterna su trabajo en favor de la familia, su oficio profesional (se ocupa de la "dimensión espiritual del liderazgo"), eventos, mesas redondas, encuentros. «No estoy afiliado a ningún partido», escribe en la autobiografía colgada en su página web. «Sufro con la lógica de las divisiones en bandos contrapuestos. Mi padre es de la Lacio, yo de la Roma. Nos queremos muchísimo, también cuando gana un equipo y otro. Güelfos y gibelinos, fascistas y comunistas... Hasta incluso con el festival de Sanremo, con Último o Mahmood.
Tendemos a dividirnos así desde siempre, y no tendemos a encontrar una síntesis, el bien común».

¿En qué sentido?
La síntesis no es la suma de los intereses particulares. «Los intereses de los güelfos sumados a los de los gibelinos dan como resultado el bien común». No. El bien común implica un salto de calidad. Lamentablemente, esta división aflora cada vez más en muchos ámbitos, incluso entre los católicos. De un lado, los que yo llamo "católicos moralistas", más duchos en criticar el pensamiento ajeno que en formular propuestas concretas; de otro, los "católicos socialones" dispuestos a conceder descuentos sobre cualquier cuestión: «Bueno, también la Iglesia cambia...». En medio, los que son simplemente católicos, que comprenden la complejidad del momento, incluso a la hora de vivir su fe en lo cotidiano, con personas que no piensan como ellos, y que no se reconocen en ningún bando. Gente que piensa que la vida tiene su dignidad tanto en el vientre de una madre como sobre una patera en el Mediterráneo. Las ideologías caen, pero surgen otras nuevas, con una cara distinta. Y no es un problema de los que gobiernan.

Por tanto, se trata de una cuestión cultural...
Desde hace años prevalece una lógica electoral, por lo que uno hace solo lo que tiene un retorno inmediato. No se siembra para el futuro. Y también hay una incapacidad para reconocer lo bueno que se hizo en el pasado: «Ahora llego yo y lo cambio todo». En Francia, nunca se les pasó por la cabeza quitar la cuota familiar a pesar de los cambios de gobierno. Si las cosas funcionan y dan estabilidad, entonces se mantienen. Por el contrario, por primera vez en Italia estamos utilizando un planteamiento contrario incluso en la política exterior y la diplomacia.

¿Por qué ha renunciado a la política en sentido estricto?
No me interesa estar en el Parlamento. No es imprescindible para hacer política. Mi compromiso es de por sí un hecho político. A lo mejor, el 90% de mi trabajo en el Foro es silencioso, pero tiene un valor político. Incluso a veces lo que pasa es que otro se apunta un tanto, se aprovecha de lo que hago para tener "visibilidad" en las redes sociales. ¿Quién está dispuesto hoy a hacer política silenciosa? El arte del encuentro, la relación y el diálogo, todos elementos que no necesitan publicidad, y no porque tengan algo que esconder, sino porque forman parte de un río pacífico de mediaciones, relatos, relaciones interpersonales, donde se rompe la lógica de los bandos, donde se puede trabajar juntos.

¿Puede poner un ejemplo?
La introducción del consentimiento informado de los padres para los cursos sobre el género en las escuelas. Un muro contra muro no nos habría llevado a ningún lado. Con el Foro hemos reunido en torno a una mesa a muchos grupos y asociaciones, hecho llamadas telefónicas, nos hemos encontrado con directivos, tranquilizado a los más dubitativos aunque intentaban dar un paso. Hasta llegar a formular una propuesta razonable y compartida.

Al margen de este "trabajo silencioso”, ¿hubiera sido posible?
No lo creo. No en las plazas de los que chillan, pero actual-mente ni siquiera en el Parlamento.
¿Cómo puede cambiar el panorama? Porque de todas formas tenemos por delante las elecciones, la política de los partidos existe.
No hay una varita mágica. Hay que razonar sobre las opciones para que no se derrumbe todo, pero mientras tanto hay que sembrar para el futuro, hay que pensar en proyectos a largo plazo. Tengo cinco hijos, quiero para ellos un futuro distinto. Se habla de la necesidad en Italia de un partido moderado. «Tenemos la Liga Norte, el Partido Democrático de izquierdas, el partido 5 Estrellas. hagamos entonces un partido que reúna a los moderados». La cosa no funciona así. El consenso es una ciencia exacta y es directamente proporcional a cuántos pies lavas.

¿Proporcional a qué?
Lavar los pies es ponerse al servicio, resolver los problemas de la gente, hablar con ella, encontrarse con ella. Y no es nada fácil, porque muchos solo pretenden, y debes hacerles comprender que a lo mejor no se puede, que es mejor hacer de otro modo. ¿Pero quién lo hace de verdad hoy? El impulso no falta, pero si no te acercas a la gente, si no te implicas con sus problemas.

¿Se refiere a los católicos?
Sobre todo. Nosotros pensamos que bastan las ideas. No es cierto. Las ideas son un motor que te impulsa a hacer. Pero no se obtiene el consenso a partir de las ideas. ¿Van tus hijos a la escuela? ¿Estás en el consejo escolar? ¿Se rompe el cristal de una ventana? Arréglala. Resuelves un problema y genera consenso. Punto. Es necesario implicarse en los ámbitos en donde se vive. Sirven sujetos así, nuevos. Presencias. Que empiezan a trabajar allí donde están, y no recogidas de firmas o gritos en la plaza. Una vez solucionado el problema del amianto en los techos de la escuela, los padres vendrán a buscarte para preguntarte qué opinas sobre otras cuestiones. Para que haya consenso hace falta generar confianza hacia lo que eres, lo que haces y lo que dices. Pasa lo mismo en la comunidad de vecinos, en el barrio, en la escuela.

¿El problema de los católicos es trabajar en el día a día?
Diría que es encontrarse con el país real. El Papa en la Evangelii Gaudium lo dice muy bien: «¿Te has encontrado con Cristo? Entonces no hay suspensión del compromiso, permisos, vacaciones o similares. Cualquier momento es misión». ¿Somos cristianos así o a contrato temporal?

Pero todos se pueden comprometer en el día a día, no solo los católicos.
Claro. Pero nosotros hemos conocido a alguien que desde hace dos mil años plantea las cosas de una manera distinta. Él era Jesucristo, pero el buen samaritano es uno como tú y como yo, que se para, venda las heridas, le lleva a la posada, le da dinero. El católico comulga todos los domingos, hace memoria de todo esto.

Parece un sinsentido relacionar la Comunión con la política.
¿Qué es lo que me mueve? ¿Qué ventaja encuentro yo? Un cristiano es consciente de ser amado sin haber hecho nada para merecerlo. Todo lo que haga por los demás nunca bastará para devolver lo que recibo. Si tomas conciencia de esto, te entran ganas de entregarte, surge el deseo. Y añado. Hay muchos cursos de formación, también en política, pero el corazón de todo no es eso. La cuestión es si das la vida o no, si te entregas para el bien común, para servir a la colectividad, para responder a las circunstancias donde el Señor te llama. Para mí la clave es esa: dar la vida. Luego hablamos de formación o de lo que queráis. Pero la pregunta es si te sientes en deuda con lo que has recibido o no.

¿Se encuentra usted en su trabajo con mucha gente que da la vida?
Existe una red enorme de personas así.

¿Incluso entre los católicos?
Una cosa es la apertura hacia el otro; otra distinta es dar la vida. Entregas tu vida cuando eres amado, como ya he dicho, y no por una idea. Se pueden tener motivaciones nobles para hacer política, pero no es lo mismo. Recuerdo que en mi etapa como concejal, en los momentos más difíciles, pensaba en Cristo en la cruz; otro, en elegido, porque le dejas el marrón al siguiente. Muchos razonan así, pero mi lugar, solo se sentiría desilusionado. Cuando nos ocupamos de escuelas maternas, por ejemplo, el alcalde quería una cosa, los padres otra, y tenías que tratar de ponerlos juntos, además estaban los sindicatos y los comités cívicos. Debía encontrar una síntesis, sabiendo que la perfección no existe y que nunca contentaría a todos, pero que lo fundamental era el bien de los niños. Si la fe (y mi mujer) no me hubieran sostenido, no habría podido bregar con ello. Una solución a bajo coste siempre se encuentra, sobre todo si tu objetivo es ser re-para un cristiano hay Otro factor.

Estamos hablando de fe y política...
Creo que no sirven políticos católicos, sino católicos en política. Es la diferencia entre un adjetivo y un sustantivo. Entre un calificativo añadido y un "ser" sustancial. Lo sustantivo es ser católico; la política es una circunstancia de la vida. Piensa en Europa, visto que se acercan las elecciones. Piensa en sus fundadores. Schuman, De Gas-peri y Adenauer eran, en primer lugar, amigos. Y tenían un denominador común, Jesucristo. No eran solo italianos, alemanes o franceses. Eran cristianos, formaban parte de una gran familia humana. No quiero pasar por un beato, pero ¿a fin de cuentas, el cristianismo incide en la historia o no? ¿Es algo que me define o lo saco a relucir de vez en cuando?

Entonces, ¿cuál es el valor añadido de un católico en política?
En este momento histórico tan sumamente fragmentado no se puede prescindir de los católicos. Son los únicos que pueden hacer síntesis. La política hoy realiza un sinfín de análisis, pero ninguna síntesis. Tomemos uno de los temas de los que me ocupo. Nacen pocos niños. ¿Qué hacemos? Conservo la prensa de 1987. Leo: «Según las encuestas, seremos más viejos y más pobres», «Europa busca niños. Está en juego la salvación del Viejo Continente». dicen lo mismo que se dice hoy. Cada año, ante los datos, solo hacemos análisis. ¿Y la síntesis? No es una cuestión de gobiernos; en Italia hemos tenido gobiernos de todos los colores y formas. Es una cuestión cultural y política. Los italianos somos famosos por sacar lo mejor cuando la situación aprieta, como los que estudian el día anterior para el examen. Una vez funciona, dos también, pero al cabo de un tiempo. Los cristianos tienen la oportunidad de mostrar a todos algo distinto.

¿Cómo?
Entre la gente, en los barrios, las parroquias, las escuelas. Disminuyen los matrimonios, las vocaciones, la política es un desastre, los jóvenes se van al extranjero. No podemos echarle la culpa a todo excepto a nosotros. Los culpables son internet, la televisión, la masonería, los grupos lgtb... Luego piensas, ¿cuánto dura la preparación para el Bautismo? Tres encuentros. ¿Para la Comunión? Dos años. ¿Para la Confirmación? Dos años. De ocho a diez encuentros para la preparación al matrimonio. El porcentaje de jóvenes que eligen la hora de religión en las escuelas estatales es del 88%. Luego tenemos las escuelas de iniciativa social, los centros para la formación profesional, las parroquias, los movimientos, las asociaciones. ¿Y seguimos echando la culpa a los demás? ¿Quién tiene más oportunidades de hablar a la gente que nosotros? Tenemos doscientos disparos a nuestra disposición y no acertamos a dar en la diana. ¿Qué testimonio ofrecemos de la belleza de Jesús y de la entrega de la vida? El 88% de asistencia a la clase de religión significa todos, pero ¿quién da la vida para anunciar a Cristo a estos chavales? Don Giussani docet en esto, ¿o no? Utilizando un término anglosajón, él era un líder. Alguien que da la vida y cambia la historia en su entorno. Quizás hoy faltan también personas así, líderes, personas que no se quedan en la mediocridad.

¿El Papa?
Sí, él es así. y muchos fruncen el ceño porque, por ejemplo, va a hablar con Emma Bonino. Yo también puse mala cara, pero luego entendí. ¿Por qué lo hace? ¡Es todo lo contrario de un cristianismo a la defensiva, como si los demás fueran un peligro! ¿Qué es lo que convirtió a los bárbaros? No podemos cerrarnos entre nosotros, recluirnos en espacios blindados. Es una mentalidad derrotada de antemano. El Papa no actúa así.

¿Y tú?
Cuando hablo a la gente, percibo la pretensión de que diga cosas que para mí son obvias: que la familia es una unidad fundada en el matrimonio, que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, etc. Y pienso, ¿acaso necesitas que te lo diga? Tengo a mis espaldas una historia, soy cinturón negro de catequesis, tengo cinco hijos, he sido concejal de familia, defiendo iniciativas en favor de las familias. Pero si me encuentro con alguien que no piensa como yo y dialogo con él. Hay muchos que no conciben un diálogo así, que en cambio se muestra vencedor, a veces, en un mundo posmoderno y plural como el nuestro. Como si el problema fuera el de convencer al otro. No. Yo me encuentro con el otro, escucho sus razones porque estoy dispuesto a expresar las mías, a ponerme en juego con él. Lo cual no significa, ciertamente, aguar el vino.

¿Y todo esto es política?
Sin duda.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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