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Huellas N.03, Marzo 2019

PRIMER PLANO

La realidad primero

Paola Ronconi

De la acogida a la ayuda al estudio, de la intervención rápida con menores a la escuela profesional Una iniciativa de dos familias que construye la sociedad (incluso en el extranjero). Es la historia de Cometa. Cuando la vida se hace política y cambia las normas

El legislador no es un adivino. No prevé el futuro. Es esta una verdad tan banal como sagrada: primero está la realidad, algo que sucede, una vida que se mueve dentro de la sociedad civil y que da buenos frutos. Y después se trata de regular esa experiencia, darle una forma jurídica para que sea una posibilidad erga omnes, para todos. Resumiendo, la vida de todos los días, intentando responder a las necesidades cotidianas, en el momento en que resulta un intento eficaz también se vuelve interesante para la política.
En el ámbito de la acogida y la educación, Cometa sabe bastante de realidad, de vida, de bien, de intentos pensados y llevados a cabo. Estamos a orillas del lago de Como, en una casa grande y preciosa situada en Via Madruzza, la carretera que sube del lago a la colina. En 1987, Erasmo Figini y su esposa Serena aceptaron acoger a un niño seropositivo, pidieron ayuda a su hermano Innocente, oftalmólogo, y decidieron irse a vivir juntos a una finca.

Ha llovido mucho desde entonces. Hoy viven allí cinco familias, cada una en su apartamento pero todas con un patio común. Y un montón de niños, biológicos o acogidos. Esta gran casa se ha convertido en sede de experiencias de acogida muy diversas: aparte de la acogida familiar, está la acogida diurna con ayuda al estudio con un equipo de veinticinco educadores, la intervención rápida para menores en situaciones graves, y un polideportivo. En 2009 surgió allí al lado la Oliver Twist, una escuela de educación y formación profesional que ofrece cursos de cuatro años en los ámbitos hotelero, artesanal y restauración. Un lugar donde cada día se crece, se estudia, se trabaja y se aprende junto con otros, a través de la experiencia.
Una preciosa historia que nuestros lectores conocen bien. ¿Pero qué tiene que ver con la política? ¿Cómo incide esta realidad en la legislación italiana? «Cuando empezó la aventura de Cometa, la ley establecía que los menores en acogida debían ser confiados a una comunidad o a una familia», afirma Alessandro Mele, director general de Cometa y de la Oliver Twist. «La intuición de los hermanos Figini y de los que se han unido a ellos partía de entender que un núcleo familiar por sí solo no suele bastar. Las historias vitales de los niños en acogida son generalmente muy dolorosas. Pero si las familias se juntan, si buscan la ayuda de especialistas (neuropsiquiatras, psicólogos), pueden llegar a afrontar hasta las situaciones más dramáticas». El paso sucesivo fue pedir a la política que considerara estas iniciativas ya que los buenos resultados saltaban a la vista. Había ya una legislación regional favorable a las iniciativas familiares. Pero, con la ley regional 23/99 se llegó al reconocimiento jurídico de las asociaciones familiares y, después, a partir de experiencias como la de Cometa, la Región reguló las Comunidades Familiares.
Con el tiempo, la aventura de Cometa contagió a mucha gente y, junto a las peticiones de ayuda, empezaron a llegar muchas ofertas de disponibilidad. Son las “redes de familias". «Aunque los vínculos familiares son cada vez más frágiles y las familias cada vez están menos disponibles a acoger (a los ayuntamientos les cuesta mucho encontrar personas disponibles), las "redes de familias" no dejan de crecer», continúa Mele. «Hay unas sesenta parejas gravitando en torno a Cometa, y nos estamos moviendo para aprobar una norma regional que las reconozca. El Consejo Regional de Lombardía dio el visto bueno en 2017, pero de momento aún no se ha cerrado el proceso. La burocracia tiene sus tiempos. Por lo demás, una normativa es necesaria para poder ser reconocidos como sujetos e interlocutores con la administración pública». En Como no se rinden.
De la experiencia de las familias de Cometa nació la Oliver Twist. «Nos dimos cuenta de que los chicos que habían abandonado los estudios sin acabar el ciclo obligatorio en las empresas eran irreconocibles: funcionaban, trabajaban, tomaban la iniciativa», porque «lo que hacemos en la escuela es pura simulación, pero en la empresa es de verdad», como dijo un día uno de ellos, haciendo saltar la chispa. «Teníamos que llevar el trabajo a la escuela», señala Mele, «abrir la escuela a la relación con la realidad para cultivar su pensamiento, superando el viejo dualismo según el cual la escuela debe transmitir ideas que luego uno utilizará en el futuro». Un simple periodo en la empresa ya no era suficiente, «era necesario pasar de una alternancia escuela-trabajo como "yuxtaposición" a la integración entre escuela y empresa. El trabajo era una ocasión para aprender y verificar las competencias adquiridas, a través de itinerarios ad hoc para cada alumno».

Los chavales de la Oliver Twist empezaron a hacer sillas y mesas para vender a clientes reales, a gestionar empresas de verdad, con clientes de verdad, a asumir responsabilidades. ¿Qué hacer con respecto a la leyes vigentes en esta materia? «Para empezar, promovimos una consulta al Ministerio de Trabajo para ampliar a las escuelas regionales un principio que ya existía en la escuela estatal, el de la "formación en orientación laboral". Es decir, la escuela estatal podía organizar actividades formativas dirigidas a la venta de los productos que los alumnos desarrollan en la escuela, de forma ocasional (por tanto, mediante encargo) o sistemática (mediante una empresa especial que se puede crear dentro de la escuela). Más tarde, aquella consulta se convirtió en ley regional y luego entró en el proyecto de Buena Escuela de Renzi como principio pedagógico regulado. Desde el curso 2015-2016, la Oliver Twist también es un liceo científico artesanal con tres sectores: madera, textil y restauración, con una semana al mes en empresas.
«No esperéis que los cambios lleguen de lo alto. Os toca a vosotros tomar la iniciativa». Era el año 2014 cuando Alessandro Fusacchia, jefe de gabinete del Ministerio de Educación, pronunció estas palabras durante un seminario internacional organizado por la Oliver Twist, dedicado a la innovación social. Cometa no para de tomar esta iniciativa.
¿Qué hay en la realidad de Cometa y de la escuela (aparte de los resultados, que superan con mucho la media italiana en acogida, lucha contra el fracaso y el abandono escolar) que llama la atención del legislador, el político, la universidad e incluso las finanzas? «El interés nació de reconocer el valor de nuestra experiencia», afirma Mele. «El nuestro es un enfoque técnico, no político, que ha permitido el reconocimiento de un valor, el comienzo de una estima hacia nuestra realidad».
Es un camino lento, donde los frutos se ven a medio y largo plazo. «Si la sociedad civil anticipa una respuesta a las necesidades, el legislador está llamado a acoger esas novedades modificando las leyes. Se codifica algo que se considera útil para todos en el momento en que existe una necesidad real y hay algo que responde. No somos un ejemplo aislado dentro del sistema. La sociedad italiana sigue teniendo una importante tradición solidaria».

¿Cometa puede llegar a ser un modelo? La respuesta es sorprendente. «No. De otro modo volveríamos al dualismo del que hablábamos antes, aplicar de manera automática un proyecto, tipo franquicia. Lo que puede llegar a ser un modelo es el método. La seriedad en el cuidado, en la acogida, en la educación, permite mostrar los rasgos de algo que se está transformando. Trabajar leal¬mente en acoger la realidad tal como es, es como quitar de un bloque de mármol lo que sobra y obtener una figura que supone una belleza para todos». Todos lo ven.
Hay otras cuestiones importantes de estrategia. «Un tema de fondo, teniendo en cuenta los problemas de nuestra sociedad, es volver a construir lugares donde se pueda hacer experiencia de un bien común. La tarea de la política, desde nuestro punto de vista, es hacer revivir estos lugares, favorecer su relación con la sociedad civil. Además, hoy, en la era digital, haría falta una política de "conexión", de redes. Desde el punto de vista de la política económica, podríamos decir que, para generar un cambio, los driver son la excelencia, es decir, las cosas que funcionan. La excelencia debe sacar adelante los distritos, los contextos, crear relaciones con el ámbito económico para que se dé esta contaminación positiva».
Por eso, Cometa ha entrado como escuela en la red de Unesco, Unevoc, que tiene como objetivo identificar las bases del mundo de la formación profesional e interconectarlas, tratando de difundir las buenas prácticas.
En junio, Mele visitará Túnez y después Bielorrusia para desarrollar un programa de educación en el emprendimiento con el gobierno y la universidad de Minsk. Igual que con la Universidad Católica de Valparaíso, en Chile, que quiere reconstruir su oferta formativa para los docentes de la formación profesional. Y enseñar a ver una estatua en un bloque de mármol.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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