Las listas del ateneo, los programas electorales, una pasión que los mueve hacia todo y todos. La voz de algunos jóvenes que trabajan como representantes de los estudiantes, elegidos por los alumnos, en los órganos de gestión de la universidad. «Son años decisivos para toda la vida». Y nace el deseo de hacer política
También en la universidad italiana se habla de listas, elecciones y plataformas, porque en mayo se vota para la formación del Consejo Nacional de los Estudiantes Universitarios (CNSU). Una especie de Parlamento donde se formulan propuestas y sugerencias que presentar al Ministerio de Educación. En fin, algo que tiene cierta relevancia.
Luca Galli, estudiante del último curso de Derecho en la Università Statale de Milán, culmina su mandato como representante del "Comité para coordinar las listas en favor del derecho a la educación". Durante tres años, una vez al mes, ha ido a Roma junto con los otros cinco amigos elegidos. Un compromiso serio. «Sin duda. Han sido años estupendos, diría que decisivos para mi vida. Para mí ha sido la ocasión para comprobar que el modo de afrontar la vida generado por la fe es válido y responde a todos los desafíos de la realidad». Tres años apasionantes, pero no fáciles, en los que jugarse a tope. En la mayoría de los casos, en efecto, las sesiones de trabajo dentro del CNSU son un muro contra muro, con el riesgo de razonar de modo esquemático, ideológico: si tú propones algo, yo a priori me opongo. Y viceversa. Luca y los otros cinco han introducido un nuevo dinamismo a partir de la amistad que viven entre ellos. «Hasta las elecciones, prácticamente no nos conocíamos. Veníamos de universidades y ciudades distintas. Ahora se han convertido en las relaciones más importantes de mi vida». Una amistad operativa que abre de par en par, que construye. Tanto que una chica que participa en el Consejo un día les preguntó: «Vosotros sois distintos. ¿Por qué? ¿Qué os mueve?». Quedaron para tomar un café y Luca le contó de su encuentro con la comunidad cristiana, de la fe que llena su vida. «¿Sabes lo que de verdad me ha llamado la atención? Que vuestra amistad se ofrece a todos, estéis entre vosotros o con los demás, sois los mismos. Nadie os dice "qué debéis hacer". Sois vosotros en todo».
Sorprende esta amistad. Una tarde, Luca invita a una compañera del CNSU a dar un paseo por Roma. Mientras andan por la capital, le pregunta qué tal van los exámenes, qué piensa hacer después de graduarse. Y ella: «Me encuentro más libre a la hora de hablar contigo que con los otros, de las listas "aliadas" con la mía. Con vosotros de verdad se puede ser amigos, a pesar de las diferencias ideológicas. Fíjate, me pasó lo mismo cuando me eligieron como representante de los estudiantes en el Senado académico de mi ciudad y conocí al representante de vuestra plataforma».
Hablan con todos, trabajan con todos para formular hipótesis, propuestas que puedan contribuir al derecho a la educación. Algo muy concreto, como el incremento del número de becas para las especialidades de Medicina. Días de trabajo, de análisis de los datos estadísticos, para redactar un documento que, una vez aprobado en el CNSU, llegó a la mesa del Ministerio de Educación y se incluyó en la Ley de presupuestos. «Habíamos pedido 1.600 becas. Aprobaron 900. Vale, está muy bien. Las instituciones dicen que solo somos capaces de reivindicar o pedir dinero. Moraleja: somos una contraparte poco fiable. Este trabajo ha demostrado lo contrario. Para mí, esto es hacer política, es decir, contribuir al bien común», explica Luca.
Con vistas a las elecciones, han preparado un dossier con las propuestas y los estudios realizados en estos tres años. «Queremos enviarlo a todas las listas que forman parte del Comité de coordinación», añade Guglielmo Mina, segundo curso de Filosofía en la Statale de Milán y, desde hace unos meses, presidente del Comité. «A todo el mundo le pedimos una contribución para redactar el programa electoral. Queremos convocar un encuentro con todos los que se han implicado. Trabajar así es apasionante. Es una pasión por la realidad en todos los aspectos».
Vuelven esas dos palabras: pasión y realidad. ¿Cosas de los jóvenes? Guglielmo ha sido elegido en el Consejo de administración de la Universitá Statale. «La pasión se concreta en preocuparte por cada detalle: los servicios destartalados que hay que renovar o el traslado de las facultades científicas en el área de la Feria de Milán. Un proyecto de 350 millones de euros. Hasta pedir al rector que vuelva a permitir la tradición estudiantil del "salto del seto" después de graduarse, cosa que se había abolido porque creaba confusión. Cabe todo».
Una pasión que permite entrar en relación con todos, incluso con los alumnos de las otras listas. Este verano, Guglielmo encuentra en los pabellones de la feria de Rímini, durante el Meeting, algunos chavales de una lista de izquierdas. «¿Qué hacéis aquí?». «Tenemos curiosidad. Queremos entender». «Entonces, si queréis os acompaño». «Vale». Tras la visita de la muestra sobre el 68, dice uno de ellos: «También nosotros hablamos del 68 como de una etapa fundamental. Pero vosotros utilizáis una palabra que a nosotros nos falta: felicidad». En febrero los representantes de todas las listas deciden constituir una comisión para el derecho a la educación. Se ponen manos a la obra para definir la composición y las funciones. En un momento dado, aparecen posiciones contrastantes. Todo está a punto de saltar por los aires. Guglielmo comenta: «Era demasiado importante ese proyecto. Decidimos ceder en un punto: de la comisión formarían parte solo algunos estudiantes delegados de las listas y no los elegidos en los organismos de gestión de la universidad. Fue suficiente para desbloquear la situación y creció nuestra credibilidad ante todos».
Los números dicen que a la población estudiantil le interesan muy poco las elecciones, el porcentaje de votantes a nivel nacional ronda el 12%, muchos no saben siquiera qué es el CNSU. Lo que les importa son las clases, los exámenes, los planes de estudio. ¿Por qué entonces comprometerse a fondo en la campaña electoral? «Las elecciones no son un pretexto, son una ocasión para entrar en relación con las personas y comunicar lo que nos apasiona, lo que nos mueve», prosigue Guglielmo. «Luego habrá quien se presente como candidato y otros que se encargan de preparar un spritz que ofrecer en la entrada de la universidad. Todos somos protagonistas y esto redunda en una intensidad llamativa. Nunca he percibido como ahora la importancia del estudio, ni he percibido la necesidad de no perder el tiempo. Brota una curiosidad inteligente por el momento histórico que estamos viviendo, hasta preguntarnos: ¿qué significa para la universidad este "cambio de época" del que habla el Papa?».
Todavía unos viajes a Roma, el dossier para las próximas elecciones, luego para Luca la aventura política podría concluir. «Para mí no se trata de un paréntesis que se acaba. El trabajo realizado en estos tres años ha sido tan intenso que me lleva a pensar: quiero seguir incluso después de graduarme, incluso cuando sea abogado, que es el oficio que me gustaría ejercer. No sé cómo ni de qué manera, pero con mis amigos quiero seguir trabajando para el bien común. Y, en este sentido, hacer política».
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