Viaje a un liceo de la periferia de Roma donde una pregunta lanzada en una asamblea («¿Por qué vienes a clase?») ha alterado la rutina habitual. Y donde, un encuentro tras otro, nace simplemente el cristianismo
Octubre de 2018. En el liceo científico y lingüístico "Edoardo Amaldi", en Tor Bella Mónaca, un barrio al sur de Roma, se acercan las elecciones escolares. Se presentan cuatro listas de candidatos. Federico Giorgetti, para todos Gió, cuarto curso del liceo lingüístico, ha decidido presentarse para las elecciones. Se lo pidió un amigo, Alfiero, y se fía de él. Pero no acepta solo por él. Cuando entra en las aulas para la campaña electoral dice: «Hasta hace un año, vivía pasivamente. No me importaba nada de nada, ni siquiera el estudio. Me quedaba callado en la clase, sin molestar a nadie. Un año, incluso suspendí. Pero el verano pasado fui a las vacaciones de GS y fue algo que me cambió radicalmente. Vi que hay una esperanza. Quiero decir, no una esperanza abstracta en un futuro mejor, sino una esperanza de bien en lo que vivo. Me pasan cosas dolorosas o difíciles igual que a vosotros, pero ahora no las miro como una mala suerte o una condena, como algo que olvidar lo más pronto posible. Ahora me interesa todo. Ese bien que he visto lo deseo vivir aquí en el instituto». Los dos mil estudiantes del Amaldi se quedan en silencio. Federico, último curso, mientras le escucha, piensa: «A este le voto. Los demás piden jardines más limpios, un bar en el instituto. Él en cambio habla de sí mismo, de lo que desea para su vida».
«Una esperanza», «un bien», «algo que acontece». Mirando a estos chicos mientras pronuncian estas palabras, se ve a todas luces que indican una novedad concreta que irrumpe en su vida. Llevan en el rostro y en los labios ese “algo más" que es el cristianismo. «Algo más, imprevisto e imprevisible» del que nos hablaba don Giussani en la Jornada de apertura de curso. Simple y llanamente, el cristianismo.
La lista electoral se llama "La realidad supera a la idea”
y en su programa se lee: «1. Mejora de la relación escuela/alumno; 2. Cine fórum y fiestas escolares, 3. ¿?». Sí, solo una interrogación. A quienes le preguntan si es una errata, Gió le contesta: «No. Quiere decir que estamos abiertos a comprobar cualquier propuesta que nazca de los estudiantes». En las elecciones ganan 2 puestos de 4. Resultan elegidos Gió y Mirco, que no participa en la experiencia de GS.
El 22 de noviembre, se celebra la primera asamblea de instituto organizada por Gió. Orden del día: «¿Por qué vienes al Amaldi?». En el aula magna se reúnen doscientos estudiantes, un número absolutamente excepcional. Las primeras intervenciones son anodinas: «Vengo para sacarme un título», «.porque me obligan mis padres», «.para labrarme un futuro», etcétera. Viviana, sentada en las primeras filas, sale al micrófono y dice: «Si dentro de un año morís en un accidente, sin haber sacado un título ni haber tenido éxito, ¿entonces es del todo inútil lo que estáis haciendo? ¿Por qué ir a clase? Yo vengo al instituto porque existe un bien para mi vida de hoy, desde ahora. Cada cual puede pensar como prefiere, pero yo necesito participar de un bien ya desde ahora». Alguien, haciendo los conjuros, se ríe: «Vaya gracia que me hace la idea de la muerte». Pero el clima de la asamblea cambia completamente. Los que intervienen hablan de sí, de sus familias, de un dolor o de una esperanza entrevista. Luego es el turno de Alfiero: «Viviana tiene razón. El cambio es posible. Yo antes me emborrachaba, fumaba algún porro, suspendí curso. Luego Marina, la profe de filosofía, me invitó a las vacaciones de GS. No tenía ni idea de qué era eso de GS. Fui para divertirme, sin más. Me llevé una caja de Gin. Y me lo pasé bien, a mi manera. Pero el último día, durante la excursión a la montaña, pensé: “No me paro. No me basta. Quiero seguir subiendo, buscar una meta". Allí pasó algo, empecé a cambiar. Seguí viendo a estos amigos y fui con ellos al Triduo de Pascua. Ahora puedo decir que ha sido un regalo para mi vida. Un regalo para mí, que pensaba que no valía nada. Ahora no soy mejor que antes, simplemente Alguien me ha salvado de la dejadez, la desesperanza, el sinsentido». Lorenzo participa por primera vez en una asamblea de instituto porque, en seis años, es la primera vez que le llama la atención un orden del día. Interviene después de Alfiero: «Yo no sé si en el Amaldi hay un bien para mí, pero sé una cosa: que mi hermano ha encontrado GS entre estas cuatro paredes, le ha pasado algo que lo ha hecho feliz. El instituto sigue siendo el mismo, pero ahora viene a clase con ganas». Al final de la asamblea, Gió invita a todo el mundo a una excursión en los campos de Tor Vergata.
Por la tarde Camila encuentra una dirección en las redes sociales y escribe a Alfiero. Él le contesta: «Vente mañana al encuentro que tenemos». Camila va aunque no conoce a nadie. No entiende muchas de las cosas que escucha, pero la seriedad y la atención de la gente le gustan. Y vuelve a la semana siguiente.
Las vacaciones, la campaña electoral, la asamblea, las tardes de estudio juntos, todo sirve de cauce para una novedad que irrumpe. Cinetta, que lleva veinte años dando clase de lengua italiana y, junto con Marina, lleva el grupo de GS, cuenta: «Siempre hubo un grupito de chavales de GS, pero este año estamos viviendo algo absolutamente nuevo. Y no por el número de los que participan. Muchos tienen situaciones familiares difíciles, viven en un barrio donde hay droga y violencia. Esta amistad no es una “buena alternativa" a todo esto, que ya es mucho; es una experiencia que da consistencia a sus vidas». Por eso no pueden dejar de contárselo a todo el mundo, de decirlo abiertamente. «A veces nos cuentan lo que han hecho en el instituto, la iniciativa que han tomado, porque en el momento del encuentro semanal aparecen nuevos compañeros suyos. O por la mañana cuando vemos caras nuevas en el rezo del Ángelus en la entrada del instituto, antes de que empiecen las clases. Muchos no saben qué es CL ni qué significa GS, pero allí están. En cierto sentido, estoy reviviendo el comienzo de mi experiencia cristiana. Utilizando sus palabras, tomadas de Giussani, “es algo que sucede ahora". Es un espectáculo ver que no se paran ante ninguna dificultad». Así pasó con el centro de ayuda al estudio. En junio de 2018 el Ayuntamiento denegó el permiso para utilizar los locales cerca del instituto que veníamos utilizando desde hace unos años. ¿Y ahora qué se hace? Empiezan a quedar en casa de uno o de otro. En diciembre, mientras el instituto cierra cuatro días, quedan en casa de Lorenzo: en cada habitación se estudia una asignatura. «Para mí esos días supusieron un revolución», cuenta Ilaria. «Nunca estudié tan seriamente, disfrutando incluso de las matemáticas, que normalmente odio».
Al comienzo del curso, en septiembre, obtienen el permiso de la directora del instituto para usar un aula para la ayuda al estudio y para actividades extraescolares, es decir, para el encuentro semanal, el radio. Un viernes por la tarde, Lisa y Daniela ven a un grupito de chavales fuera del instituto. En el medio, Cinetta, su profe de Lengua. Les pica la curiosidad, se acercan y le preguntan a una chica rubia: «¿Qué estáis haciendo?». «Entra y descúbrelo». Olvida el estudio y entra en el aula para el radio. «Me quedé estupefacta», cuenta Lisa. «Me quedé sorprendida por lo que vi: un grupo de chavales que se escuchaban de verdad y se planteaban las mismas preguntas que siempre me he planteado yo. Esto de GS es estupendo». Desde entonces no se pierden un encuentro. Al final de una asamblea de los grupos de GS de la región de Lacio, Danila escribe al padre Pigi Banna que acompaña la experiencia de los chavales de Gioventú Studentesca-. «Hasta aquel momento siempre me había guardado esas preguntas para mí, porque en mi grupo de amigos me consideraban un poco loca por planteármelas, pero ese día conocí gente que podía entenderme. Mis amigos son los clásicos que han nacido y morirán tirados en un banco de la calle. Pensaba que ese era mi mundo, pero me he dado cuenta de que no estaba viviendo, de que ese no era mi camino. Siempre he soñado cosas distintas de las suyas, salir de mi barrio, hacer algo distinto, viajar al extranjero. Ahora he conocido gente que me comprende de verdad. Como ha dicho una amiga mía en una asamblea, vivía con subtítulos y no lo sabía, pensaba que esa era mi vida. Por carácter soy un poco cerrada, nunca le cuento a nadie mis cosas, porque es como si la persona a la que se las cuento tuviese que sentir a la fuerza “pena" o “malestar" por mí, y por eso evitaba hacerlo. Pero en GS he conocido chicos que están dispuestos a escucharme, chicos a los que les interesa de verdad lo que pienso y que pueden ayudarme a encontrar esas respuestas que nunca he encontrado». La chica rubia del «entra y descúbrelo» se llama Alexandra. Hace dos años era la novia de Alfiero. «Me contó de esas vacaciones, de aquella excursión. Pero más le preguntaba y menos entendía». Al final Alfiero le dijo: «Vete a ver a Cinetta». Alexandra le pregunta a la profe: «¿Qué le ha pasado a mi novio?». «Vente al Triduo de Pascua». «Fui. Entendí poco o nada de las palabras, pero sí entendí que allí estaba lo que andaba yo buscando. Nunca lo he dejado».
De regreso de esos tres días de Pascua, Lorenzo le cuenta a Ilenia que Alfiero y él, en un momento dado, rompieron a llorar. La chica los conoce perfectamente, sabe que no son tipos de lágrima fácil. ¡Qué intensos deben haber sido esos tres días! «Los miraba y pensaba que yo también quería esa luz que brillaba en sus ojos. Empecé a ir a los encuentros, al rezo del Ángelus, al estudio juntos, a las fiestas. A compartir la vida con ellos. Por fin era yo misma, libre como nunca. Ellos son el regalo más grande de mi vida».
La asignatura de lengua y literatura italiana es la preferida de Stefania. Hasta la mitología griega, cuando la explica esa profe, tiene que ver con su vida. Cinetta la tienen fascinada. Un día la invita a la fiesta de cumpleaños de Marta, una chica de GS. No conoce a nadie, pero se fía de su profe y va. «Se pusieron a hablar de cosas que se me escapaban, pero yo seguía pensando: quiero estar con esta gente. Son como todos los demás, pero entre ellos hay una tensión por la que todo se vuelve significativo, interesante. Y mi vida cambia». Su madre se da cuenta del cambio de Stefania. Su hija no consigue explicarse bien y a veces sus diálogos acaban en peleas. En enero, arrastró a su madre a la asamblea con el padre Pigi. Al día siguiente, su madre le dice: «Has encontrado algo muy hermoso. Todos deberían poder disfrutar de lo mismo». También la madre de Alejandro se ha dado cuenta del cambio de su hijo. «Si le digo que salgo con estos amigos, no me hace un interrogatorio de tercer grado». Había suspendido el segundo curso del liceo. No había sido una sorpresa. La sorpresa fue la invitación de Cinetta, su profe, a participar en las vacaciones de GS. ¿Irse de vacaciones después de suspender curso? No tuvo valor para pedir el dinero a sus padres. Alfiero le dice: «Sé por lo que estás pasando porque me ha pasado a mí también. Por eso quiero que vengas a GS». La primera vez que acude al encuentro de GS no conoce casi a nadie. «Entro y descubro que me habían guardado un sitio. Me llamó la atención ese detalle». Pero el verdadero descubrimiento llega al escuchar las preguntas de los chavales. «Las mismas que tengo yo, sin saber encontrar una respuesta». Tampoco él se ha ido. Quiere estar con esa gente.
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