¿Nos creemos de verdad que «el otro es un bien para mí»? ¿Nos damos cuenta de ello en nuestra experiencia cotidiana? Cuando lo afirmamos, repitiendo una frase que nuestros lectores han visto aparecer varias veces en esta revista, no lo hacemos para articular teorías sociológicas o animar a un esfuerzo ético por un mal entendido «hay que quererse». Lo hacemos para remitir a la experiencia, para comprobar si es verdad que sin la comparación con el otro yo no podría crecer, tomar conciencia de lo que soy y poner a prueba lo que pienso. Sin ti,yo no sería lo que soy. ¿Es cierto o no?
No hablamos solo de los lejanos, sino también de los vecinos. La persona que tenemos al lado, sintonizado con mis ideas y parte de mi historia personal desde hace años -un amigo, un hijo, el marido o la mujer-, sigue siendo otro distinto de mí. Comparte la misma connotación que la persona con la que me cruzo por primera vez: no está hecho a mi imagen y semejanza, como imaginaría o me gustaría. Es otro y me es dado.
Por ello es esencial retomar el hilo del diálogo. Lo es ciertamente en un mundo en donde levantar barreras entre hombres y pueblos se ha convertido en un atajo para huir de muchos miedos. Y aún más si miramos nuestra vida cotidiana. La mejor forma para entender, como siempre, es mirar. Ir a ver dónde nace, cómo puede florecer esa «relación con el otro, sea quien sea y sea como sea», indispensable «para que mi existencia se desarrolle, para que lo que soy tenga dinamismo y vida», como escribía Don Giussani. Ir a ver, porque siendo una relación concreta y no una idea, una experiencia y no una teoría, el diálogo acontece donde menos te lo esperas.
El 26 de diciembre en la histórica Biblioteca de Alejandría en Egipto -el corazón milenario de la cultura islámica- se dio un hecho de este tipo: se presentó la traducción al árabe de La belleza desarmada, el libro de Julián Carrón, guía de CL. Un evento que ha pasado algo en sordina debido a las fiestas navideñas, pero que es útil retomar. No solo por el evento en sí (sigue siendo imponente que el libro de un sacerdote católico, que se centra en la propuesta cristiana, encuentre una puerta abierta en el mundo musulmán), sino porque indica un método: el diálogo. Un encuentro entre personas, una amistad, que permite ampliar la razón y abrir espacios de libertad y de enriquecimiento mutuo donde parecía imposible.
La apuesta es que lo que pasó allí, al igual que las otras historias que contamos en esta revista (desde las palabras de Pierre Claverie, obispo mártir de Argelia, al gesto del papa Francisco viajando a los Emiratos Árabes y a Marruecos), nos ayude a medirnos con la realidad que nos rodea indicando un camino posible para cada uno en las relaciones con los otros que pueblan nuestra vida. Porque lo necesitamos más que nunca.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón