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Huellas N.01, Enero 2019

BREVES

La Historia

Limpieza en la oficina

Lucas entra en su oficina y salta: «¡Uf, otra vez la papelera llena!». «La mía también. Y estas manchas en el suelo...», remacha Andrés. Desde hace unas semanas el problema de la limpieza se agrava. «Así no podemos seguir. Voy a hablar con el jefe. Tenía que ir a verle por otro asunto, así que aprovecharé la ocasión», dice Lucas en voz alta.
A las 2:00 se presenta en el despacho de Pablo, el delegado de administración. Tras tratar del asunto de trabajo, Lucas aborda la cuestión: «Quería plantear el problema de la limpieza». «Dígame. Alguien ya me dijo algo al respecto y, a decir verdad, yo también lo he notado». «Hay que señalarlo a la dirección o cambiar a la empleada que limpia nuestros despachos, o...». «Calma», lo corta Pablo. «Esta señora lleva muchos años trabajando con nosotros y nunca hubo quejas. Todo lo contrario. Antes de tomar cualquier decisión, hay que entender lo que pasa. Me ocuparé personalmente del tema».
Unos días después, Pablo se queda hasta tarde en la oficina para esperar a la señora de la limpieza. Cuando oye el ruido del carro que avanza por el pasillo, sale del despacho y va a su encuentro. «Buenas noches». La mujer casi no se había dado cuenta de su llegada. «Buenas noches, abogado. No sabía que seguía aquí. Si quiere, paso más tarde». «No, no. Me he quedado para verla y hablar con usted». A la mujer se le muda la cara. «No se preocupe. Solo he notado que últimamente pone menos cuidado en su trabajo y quería saber si pasa algo...». La mujer suspira hondo: «Ya no sé dónde tengo la cabeza. Es un momento muy duro para mí».
Poco a poco le cuenta su vida. El viaje desde Filipinas, la búsqueda de un trabajo. Cuando por fin las cosas parecían marchar bien, llega un golpe terrible: descubre que su hijo ha caído en la droga. «Estoy haciendo todo lo que está en mi mano para que lo deje. El poco dinero que tenía ahorrado me lo estoy gastando por él. No duermo ni descanso. Es la primera vez que le cuento esto a alguien externo a la familia...».
Pablo la interrumpe: «Cuánto lo siento por su hijo. Soy padre y sé por lo que está pasando usted. Si puedo ayudarla en algo, dígamelo». «Gracias, de veras». «Pero quería también decirle que para nosotros su trabajo es importante». La mujer abre los ojos de par en par: «¿Mi trabajo?». Pablo prosigue: «Claro. Si los locales están limpios y en orden, las tazas de café, por ejemplo, en la bandeja y no en la pila... son todos detalles que dan una buena impresión al cliente. Su trabajo es importante para mi trabajo». «¿Lo dice en serio? Nunca lo había pensado. Entonces, ¿yo también tengo un valor?». «Ciertamente».
Unas semanas después; Lucas vuelve al despacho de Pablo. «A propósito de la limpieza... Ya lo habrá visto, ¿se da cuenta con qué cuidado están ahora ordenados los despachos? Hasta las tazas del café parecen preparadas con esmero. Justo el otro día, un cliente me lo hizo notar: “¡Cómo cuidáis cada detalle en vuestra empresa!". La señora de la limpieza lo hace de modo ejemplar. Hay que aprender de ella».
Pablo sonríe. «A lo mejor, una tarde te quedas a esperarla y se lo dices». «La verdad que sí, lo haré».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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