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Huellas N.8, Septiembre 2017

IN MEMORIAM

Esa querida alegría de la que nace la entrega hasta el final

P. Giovanni Paccosi

Publicamos la biografía leída en su funeral, en Florencia el pasado día 26 de agosto.

La familia y el encuentro
Fue el único hijo de Adriano Bargigia, originario de la Lombardía, y de Fosca Grazzini, nacida aquí en Florencia, entre Sollicciano y Cintoia. Ambos peluqueros. Después del matrimonio Fosca perdió 13 hijos durante el embarazo, hasta que nació Paolo, sietemesino, el 2 de febrero del 1960, después de una encomienda a la Madonna di Bocca di Rio.
Creció en el barrio florentino de San Iacopino, y vivió una intensa experiencia en el Grupo Scout, donde conoció al padre Paolo Andreini, capuchino, que entre otras muchas cosas le trasmitió el gusto por la música y el canto, que tanta importancia han tenido en la vida de Paolo. A los 15 años, gracias al padre Dante Carolla, conoció Comunión y Liberación, encuentro que le marcó definitivamente.
Cursó estudios en el Instituto Técnico Industrial Antonio Meucci, en la especialidad de electrotécnica. Desde el ámbito estudiantil se implicó fuertemente en la presencia cristiana en su instituto y en su ciudad. En el marco de esta experiencia viva de una comunidad de jóvenes centrada en la oración y en el testimonio dentro de la realidad social, maduró su vocación al sacerdocio, que desde el principio compartimos y en la que pronto encontramos como compañeros de camino a Andrea Bellandi y a Paolo Milloschi. El padre Pierfrancesco Amati nos ayudó en el discernimiento de la vocación.

El sacerdocio
Al finalizar el bachillerato, presentados por el padre Silvano Seghi, responsable de Comunión y Liberación en Florencia, fuimos acogidos por el cardenal Giovanni Benelli en el Seminario de Florencia. Éramos un grupo de ocho jóvenes, todos con diecinueve años. El rector del seminario, el padre Gualtiero Bassetti, desde ese momento hasta ahora nos acompaña como un padre. El cardenal Silvano Piovanelli nos ordenó sacerdotes en la Misa Crismal del 4 de abril de 1985. Paolo celebró su primera misa la noche de Pascua en la iglesia de San Pío X al Sodo, comunidad a la que el cardenal Benelli le había enviado como seminarista en el año 82 y en la que permaneció 26 años, viviendo todo su sacerdocio, primero como coadjutor del padre Vitaliano Dainelli y después como párroco. Durante esos años Paolo fue además responsable de los bachilleres de Comunión y Liberación de Florencia y del conjunto de la Toscana, encontrando y acompañando a varias generaciones de jóvenes, muchos presentes aquí hoy.

La misión
En el año 2008 partió para unirse a mí en la misión en Perú, país al que yo había llegado en el año 2001. En Perú, llamados por monseñor Lino Panizza, obispo de Carabayllo, a quien estamos tan agradecidos, nuestra experiencia se articulaba en muchas direcciones: la parroquia de Santa María de la Reconciliación, una comunidad de 60.000 personas en la periferia norte de Lima, en la que Paolo seguía en particular a los jóvenes y las iniciativas sociales y de caridad; la Universidad Católica Sedes Sapientiae, fundada por la diócesis, en la que Paolo enseñaba antropología e introducción al cristianismo y se ocupaba de la pastoral universitaria; y la formación de los sacerdotes jóvenes de la diócesis. Y además toda la vida de la comunidad de CL. Don Julián Carrón le pidió también que acompañara  la incipiente presencia del movimiento en Bolivia, país al que viajaba al menos dos veces al año. Fueron años intensos de una extraordinaria fecundidad en el sacerdocio y de descubrimiento de que es verdaderamente cierto lo que nos dice el Papa Francisco: se comprende mejor la realidad desde la perspectiva de las periferias. ¡Qué agradecimiento por este Papa que el Espíritu Santo nos ha dado!

La ofrenda final
Después vino el calvario creciente de la enfermedad. Los primeros síntomas se presentaron en septiembre de 2014 y la gravedad de su situación le hizo volver a Florencia en marzo de 2016. La clave de este periodo ha sido el encuentro con el Papa Francisco, que se despidió de él diciéndole: «Paolo, desde hoy pido para que seas feliz haciendo la voluntad de Dios todos los días». Hasta llegar a este último año, juntos aquí en Casellina, en esta comunidad que el cardenal Betori nos ha encomendado (se lo agradezco con todo el corazón, por este don y por su paternidad excepcional) y que muy rápido se ha convertido en nuestra comunidad.

Los amigos
Quiero destacar a una serie de personas importantes en la vida de Paolo, además de las ya indicadas. De forma particular, Luigi Giussani, cuya genialidad para educar en la fe nos conquistó siendo chavales y ha sido hasta hoy la estrella polar de nuestra experiencia de fe. El padre Divo Barsotti, que tanto y tan bien nos ha querido. Madre Teresa de Calcuta (hoy es su cumpleaños…), a quien Paolo conoció a los a 20 años gracias al padre Antonino Spanò. El Siervo de Dios Andrea Aziani, laico consagrado de los Memores Domini, amigo durante años en Florencia y misionero desde 1989 en Perú, donde murió tres días antes de la llegada de Paolo.
En los últimos años, el padre Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de CL. El padre Julián de la Morena, nuestro gran amigo que vive en Brasil. El padre Leonardo Grasso, de Argentina, que se trasladó a Lima a vivir con nosotros para ayudar a Paolo en sus últimos meses en Perú. El padre Leonardo Marius, de Venezuela, ahora en plena tormenta en su país. Jesús Carrascosa y su esposa Jone, de Roma. Michele Faldi. Nuestros amigos sacerdotes de la diócesis de Florencia y de la diócesis de Carabayllo, y de forma particular los del Studium Christi, con los que compartimos cada día nuestro sacerdocio. Y tantos, tantos otros, amigos aquí y en América Latina, hermanos y compañeros en el seguimiento a Jesús. No puedo nombrar a cada uno, es una familia inmensa.
Para finalizar, quisiera nombrar a los monjes de la Congregación Olivetana de la Abadía de San Miniato al Monte. Paolo se hizo oblato de esta congregación el 11 de diciembre del año pasado, reconociendo en la amistad con el abad Agustín primero y ahora más intensa con el abad Bernardo una llamada precisa de Jesús. Una última mención a la “Asociación AISLA para la tutela, la asistencia y la curación de los enfermos de Esclerosis Lateral Amiotrófica”, por la amistad y la compañía a Paolo y a tantos otros enfermos y sus familias.
Y quiero agradecer de forma muy especial a Víctor Bryan Reloza Espino y Christian Eduardo Sotomayor Vásquez, los dos ángeles custodios que han cuidado a Paolo como hermanos durante este año, así como a Alberto, Emanuele y la gran compañía de amigos que, turno a turno, han estado al lado de Paolo diciendo que no lo hacían por él sino porque estar con él era un privilegio, como estar con el mismísimo Jesús en la cruz; mejor, después de la Cruz, como los apóstoles con Jesús resucitado en el cenáculo.

Ciao Paolo. Tú ya has llegado, espéranos y reza por nosotros.



Queridos amigos: También yo, dentro de un dolor inmenso, quiero hacerme partícipe de vuestro agradecimiento al Señor por el cumplimiento de la vida de nuestro queridísimo Paolo. «El mayor gozo de nuestra vida es el que descubrimos en cada pequeño o gran sufrimiento: “Mira, ahora eres más semejante a Él”, eres “una sola cosa con Él”. La vida por la felicidad de los hombres, por la amistad de Jesús», escribía don Giussani a un joven amigo. 
El P. Paolo ha vivido la enfermedad como una «vocación dentro de la vocación». Despojado progresivamente de todo, su pobreza ha puesto de manifiesto ante todos su única riqueza: Jesucristo. El P. Paolo se ha unido cada vez más  con Cristo haciéndose «una sola cosa con Él», hasta subir con Él a la cruz y esto ha sido el origen de esa fecundidad que habéis experimentado en sus últimos tiempos en Florencia. 
Es la misma fecundidad que le ha llevado a ser padre de muchos en América Latina. Todos los que se encontraban con él se contagiaban del buen humor de su mirada, que trasparentaba a Aquel que era lo más querido para él. Que don Giussani, que estuvo en el origen de su vocación por el encuentro con el movimiento, le reciba con los brazos abiertos como se acoge a un hijo que vuelve a casa, para introducirle en la presencia del Padre que nos da el aliento, la vida y todas las cosas. Nuestra responsabilidad consiste en seguirle, es decir, en revivir la experiencia de fe que le hizo ofrecer toda su persona. 

Milán, 24 de agosto de 2017
Julián Carrón

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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