El invitado egipcio Sayed Mahmoud cuenta su primer Meeting. Y por qué el Papa «ha salvado a mi país»
«Aquí hay un pueblo que abraza una cultura, y una cultura que abraza a un pueblo». Sayed Mahmoud, 48 años, es el director editorial de Al Ahram, uno de los principales diarios egipcios, y colabora con varios periódicos árabes. Pasó tres días en el Meeting, antes de intervenir en el acto del viernes por la tarde sobre el viaje del Papa Francisco a El Cairo (junto a Wael Farouq y Mostafa El Feki, director de la Biblioteca de Alejandría). Ha paseado, ha visto, ha hecho preguntas. Ha escuchado a su hija Mona, de 19 años, que le acompañaba, decir que «el año que viene quiere volver como voluntaria». Y se ha hecho una idea muy concreta de un lugar del que su amigo Farouq, antiguo compañero de estudios, le había hablado mucho. «La cultura aquí no es algo abstracto. Interesa a todos, tiene que ver con la gente».
¿Qué es lo que más le ha llamado la atención?
Muchas cosas. Por ejemplo, la capacidad para actualizar la historia, leyéndola a través de las preguntas contemporáneas. La exposición sobre la revolución rusa era muy llamativa en este sentido. También la diversidad. He visto gente de todo tipo: culturas distintas, religiones distintas. Personajes muy alejados entre sí que aceptan venir al Meeting para conocer y para aportar su intervención. Eso quiere decir que aquí han encontrado algo más que la particularidad de cada uno de ellos. Me han contado cómo empezó el Meeting, hace muchos años. Vaya, si algo que nace de un simple encuentro entre amigos llega a hacerse tan grande, eso significa que detrás tiene una realidad humana sorprendente, más que la inteligencia de quien lo hace, algo más que humano… Y luego, sin duda lo más bonito, los voluntarios. Es extraordinario. Mire, yo he estudiado bastante sobre Europa y su historia, y lo que veo aquí es único.
¿En qué sentido?
Los grandes giros sociales siempre han estado marcados por una dinámica: una idea que luego se convierte en movimiento, sociedad, pueblo. Aquí sucede lo contrario: es un movimiento el que genera ideas. Es super interesante. Luego hay un vínculo muy fuerte entre religión y razón. Los intelectuales suelen mirar la religión como un obstáculo, algo que entorpece la razón. Aquí, en cuyo origen está un movimiento espiritual y religioso, hay una forma de usar la razón que muestra armonía.
¿Dónde lo ha visto?
Por ejemplo, en el encuentro sobre la unicidad del lenguaje con Andrea Moro y Giorgio Vallortigara. Dos científicos que decían: la libertad y la creatividad humanas hablan de un misterio que te lleva más allá de lo que vemos. He encontrado una idea muy interesante: no solo Dios puede crear, el hombre también puede crear. Pero la creatividad del hombre no niega la de Dios sino que muestra aún más su grandeza. Es decir, razón y espiritualidad van juntas. Basta mirar cómo he pasado la jornada de hoy. Empecé rezando (en la oración comunitaria con monjes budistas, católicos y judíos, inspirada por Shodo Habukawa, ndr) y termino viendo un espectáculo. Es como un río que discurre entre dos orillas: la oración y el arte. Me viene a la mente una frase de Gandhi: «Dios vive en una plaza a la que llega gente desde muchas calles distintas».
Su intervención ha sido sobre el viaje del Papa Francisco a Egipto el pasado mes de abril, ¿qué efecto ha causado esta visita?
Enorme. Ha cambiado el sentido de la presencia de los cristianos en el espacio público. En cierto sentido, ha salvado a Egipto. Francisco llegó después de dos graves atentados contra iglesias católicas. Existía un serio peligro de aislamiento. La visita del Papa rompió ese aislamiento antes aún de que se produjera. Su presencia ha dado una señal de seguridad a la gente. Los egipcios estaban entusiasmados. Entendían el peso que tenía la visita de un personaje de este nivel justo mientras la herida estaba sangrando.
En su intervención ha hablado de “diplomacia espiritual”, ¿qué quiere decir?
La espiritualidad puede jugar el papel de la diplomacia cuando la diplomacia tradicional es incapaz de hacerlo. El Papa lo ha mostrado muy bien. Por eso los egipcios han celebrado su presencia. Había publicidad por todos los rincones. Incluso el eslogan elegido era muy indicativo: el Papa de la paz entra en la tierra de la paz.
¿Pero por qué la diplomacia espiritual puede ser más fuerte que la diplomacia política tradicional?
Porque afianza los corazones del pueblo. Más que la política, que llega a acuerdos para servir a ciertos intereses. Es una diplomacia que reúne los corazones de las personas. Hay mucho miedo en el ambiente. Es una época de grandes miedos, hace falta un hombre religioso como Francisco. La escena final de su visita fue extraordinaria. Quiso estar en la embajada vaticana, en un palacio junto al Nilo. Cuando supieron que estaba allí, muchos fueron en barca a saludarlo y cuando se asomó, me pareció como un ángel sobre la ciudad. Para nosotros los egipcios, un hombre religioso siempre lleva bendiciones. Y el Papa lo es.
¿Qué contribución pueden ofrecer los cristianos en Egipto?
Una gran contribución. Los cristianos forman parte de nuestra sociedad; no son una isla, una parte separada. Así los ve la mirada occidental, pero no la nuestra. Hasta los extremistas más feroces en su experiencia vital han tenido alguna relación con algún cristiano: un compañero de trabajo, de clase, un vecino… De modo que aunque uno sea hostil, no puede arrancar de su vida el cristianismo. Es como censurar un pedazo de su experiencia. Sin contar con que los cristianos prestan una contribución enorme a la educación, a la sanidad… Mi hija estudia en un colegio cristiano y tiene muchos amigos cristianos. En el renacer de la cultura egipcia del último siglo, los nombres más insignes son cristianos: Makram Ebied, Louis Awad… Esa lectura occidental que considera a los cristianos como una realidad apartada de la sociedad egipcia no es correcta. Y crea problemas, añade incomprensiones a las que ya hay. Antes había problemas pero existía un lenguaje común y una manera de buscar soluciones. Como dos hermanos en una familia: discuten e incluso se pelean, pero luego se reencuentran. Hay que recuperar ese clima.
En octubre de 2010 se celebró el primer Meeting de El Cairo. Tres meses antes de la plaza Tahrir y de la revolución que cambió su país. En su opinión, ¿se puede pensar en una nueva edición ahora?
Por supuesto, sin problemas, incluso en la Biblioteca de Alejandría.
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