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Huellas N.7, Julio/Agosto 2017

EDITORIAL

Con la mano abierta

Son palabras que resultan siempre nuevas. Sorprendentes. Distintas de las que se suelen escuchar cuando se habla de vacaciones. Llega «el tiempo de la libertad», como lo definió don Giussani desde los primeros años de GS: «El tiempo de vacaciones es el más noble del año, porque uno se compromete como quiere con el valor que reconoce más relevante en su vida; o bien no se compromete con nada, pero entonces es un necio». «Lo que de verdad quiere una persona, sea joven o adulta, se comprende por cómo emplea su tiempo libre».
Estos días, por tanto, ponen de manifiesto lo que queremos. Lo que cada uno estima como lo más valioso y querido. Pero lo que nos propone don Giussani es algo más: las semanas que nos esperan suponen una ocasión privilegiada para comprender más a fondo qué es la libertad, ese don precioso e inestimable, esta capacidad misteriosa de adherirnos al bien, de buscarlo en los pliegues de la realidad, de estar disponibles ante lo imprevisto, de abrirnos ante lo que muchas veces no nos gusta (una prueba, un dolor, un deseo no correspondido) o de cerrarnos en banda.

Es un don que la mayoría de las veces damos por supuesto. Y en cambio resulta decisivo darse cuenta, porque de ello depende la actitud que asumimos ante cualquier circunstancia concreta. Julián Carrón lo recordaba recientemente hablando con un grupo de responsables de CL: «Siempre se ponen en juego dos concepciones distintas: la de quienes ya saben y tienen en la cabeza una medida propia, una idea de cómo tienen que ser las cosas (normalmente distintas de como son…), y la de quien es pobre, como el Innominado de Manzoni, hasta tal punto consciente de su necesidad que está totalmente disponible ante las palabras que le dirige el cardenal Borromeo». Los primeros confían su esperanza a lo que hacen ellos; los otros se abren, esperándolo todo de Cristo.

Son dos actitudes opuestas, dos formas de vivir las circunstancias concretas. De nosotros depende siempre optar por una u otra. Podemos «mantener nuestra mano abierta, o cerrarla», como explicó Francisco a los Cavalieri, los cinco mil chavales de entre 11 y 14 años que participaron en la audiencia con el Papa (lo podéis leer más adelante, en estas páginas). La libertad es algo tan vivo y siempre fresco que nos dispone a aprender de nuevo lo que ya creíamos saber. El Meeting de Rímini de este año (al que dedicamos el reportaje en Primer Plano) se centra precisamente en esta virtud de la libertad que nos abre a la realidad, en lugar de encerrarnos en una actitud defensiva ante el «cambio de época», sin instrumentos válidos para afrontar los retos actuales: la educación, los jóvenes, el trabajo, la inmigración…
También el artículo de Ignacio Carbajosa para Jot Down, que recorre el Libro de Job y que proponemos como lectura, presenta la alternativa de la libertad: mantenerse abiertos ante la realidad o encerrarse en la propia medida. Proponemos la lectura de este texto bellísimo y sorprendente que –entre múltiples reflexiones interesantes– muestra cómo Dios confía a nuestra libertad intransferible la respuesta ante la pregunta sobre el dolor inocente. La actitud ante la realidad depende de nuestra libertad. Bien lo entendió Cervantes en el crisol de su experiencia: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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