23-F. Una mesa redonda inusual en nuestro país. En el marco incomparable de la Cámara Alta tres políticos, Pablo Casado, vicesecretario del PP, Juan Carlos Girauta, portavoz de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados, y Ramón Jáuregui, portavoz del PSOE en el Parlamento Europeo, debatieron sobre algunos pasajes del libro La belleza desarmada
El libro de Julián Carrón es una provocación para los cristianos dentro de un contexto de «desmoronamiento de las evidencias». Y nos desafía a afrontar los retos de la modernidad. ¿Tiene el cristianismo la capacidad de juzgar el momento actual? ¿Pueden los cristianos realizar una aportación positiva para el bien común? ¿El otro puede ser un bien, también en política?
Ante la actual situación de bloqueo que es el resultado de la percepción del adversario político como un enemigo cuya influencia debe ser neutralizada, Carrón observa que «sin la experiencia de una positividad real, capaz de abrazar todo y a todos, no es posible volver a empezar» un diálogo real.
Desde el periódico Páginas Digital hemos aceptado el desafío que nos plantea la lectura de La belleza desarmada y hemos invitado a algunos políticos con lo que teníamos una relación personal dispuestos a conversar sobre este tema.
Cristina Ayala, senadora del PP por Burgos, presentó el acto. En un momento de crisis de valores, el valor del otro es fundamental y se hace necesario el diálogo, aseveró la senadora que nos recibió con gratuidad en su casa.
Fernando De Haro, periodista de la COPE y director de Páginas Digital, moderó el debate. Según De Haro, existe un creciente interés por la política en España, un deseo de cambio al tiempo que se diluyen las evidencias que sustentan la democracia y que defendió la Ilustración. Como escribe Bauman, «estamos asistiendo a la disolución minuciosa de los principios de la democracia, que se presumían intocables». Uno de los efectos de esta situación es lo que en el libro se define como «la percepción del adversario político como un enemigo cuya influencia debe ser neutralizada o por lo menos reducida a la mínima expresión».
No siempre fue así. «¿Qué ha pasado para que el adversario se haya convertido en enemigo? ¿Cuál es el origen de la frontera entre el “nosotros” y el “ellos”, frontera que entre los más jóvenes es especialmente acusada?», se preguntaba el moderador. Además esto no siempre fue así, el proyecto europeo tras la II Guerra Mundial o nuestra Transición hizo que los europeos y los españoles fueran menos presuntuosos, más permeables al diálogo, más conscientes de la necesidad de abrirse al otro.
Según Juan Carlos Girauta hay una respuesta coyuntural a esta pregunta que tiene que ver con la crisis que tiene efectos disgregadores. Pero además, señaló el portavoz de Ciudadanos, «hay una cuestión más de fondo. La democracia hay que regarla, hay que recordar su sentido. En una democracia lo importante no es lo ideológico sino lo metodológico».
Ramón Jáuregui planteó que la aceptación del otro exige primero un reconocimiento mutuo. El veterano político socialista recordó la percepción del recientemente fallecido Zigmunt Bauman de que vivimos en una sociedad líquida: «La aceptación del otro exige reconocimiento y respeto. Y en la cultura española no tenemos hábito de reconocimiento del otro. Los padres fundadores de Europa se reconocieron entre ellos, pero en España ese reconocimiento no llegó hasta la Transición». El portavoz socialista continuó señalando que, con el tiempo, se han ido perdiendo los valores que vertebran a la sociedad española. Después de la Transición y durante los 80 había un país que sabía a dónde iba, «después el debate político se ha banalizado y los liderazgos se han disuelto».
Por su parte, Pablo Casado empezó reivindicando el valor de la política que además no tiene sustitutivo. Citando a Vargas Llosa, Casado advirtió que estamos amenazados por nacionalismos y populismos que pueden devenir en totalitarismos.
Imprescindible. El otro, en su diferencia, puede ser un recurso, es un bien. El otro sigue con su diferencia, con su sensibilidad diferente a la mía, con su identidad que desafía mi identidad política y que pone de manifiesto lo que soy. «¿Tenéis experiencia personal de que el adversario político ha sido un bien?», desafió el moderador a los ponentes.
Pablo Casado aseguró que el otro no es solo un recurso sino alguien imprescindible. El político popular citó la frase del Rey Emérito Juan Carlos I: «Todos cedieron para que todos cupieran», retomando así lo mejor del espíritu de nuestra Transición. Como también afirmaba Ramón Jáuregui, en ese trance histórico decidimos perdonarnos y reconocernos. La esencia del pacto es que te enriqueces con la otra parte y siempre se gana. El socialista alertó de que en España actualmente no hay condiciones para el pacto y que las necesitamos.
A modo de anécdota, Jáuregui recordó el pacto de Gobierno al que llegaron los socialistas y nacionalistas en el País Vasco del que él fue protagonista. Un pacto que a mediados de los años 90 resultó ser, a juicio del socialista, decisivo para acabar con el terrorismo de ETA. Con ironía, Jáuregui aseguró que está considerado como un mal negociador en su partido porque se suele dejar convencer por aquellos con los que negocia. «Cuando he tenido ocasión de pactar y negociar, España ha ganado», afirmó Jáuregui. Y recordó los versos de Machado: «El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve».
Juan Carlos Girauta afirmaba que su experiencia personal de negociador es la de ser una persona privilegiada. «Sin el otro no somos nada ya que somos seres sociales. Lo sano es estar abierto. Vivimos en una incurable otredad», señaló el portavoz de Ciudadanos.
Regar la democracia. Una convicción no existe por sí misma, necesita ser conquistada siempre de nuevo. Citando algunos fragmentos de la Spe Salvi el moderador seguía la provocación a los ponentes: «el recto estado de las cosas humanas nunca puede garantizarse solamente con estructuras humanas». En este sentido, Juan Carlos Girauta remarcó la necesidad de regar o reconquistar estas convicciones. «Es necesario explicar a los jóvenes que la democracia no estaba en la naturaleza. Esta feliz condición es el resultado de un esfuerzo de padres, profesores, políticos… Reconocer esta evidencia es llegar a la madurez», afirmó el político catalán: «Hay que hacer una épica de la Transición. ¡Cuán valientes fueron los hombres de la UCD, del PSOE o del Partido Comunista!».
«Ya decía Cervantes que por la libertad se puede y se debe aventurar la vida. No podemos renegar de lo que ha ido bien. Tenemos razones para el optimismo», subrayó Pablo Casado.
Como conclusión el moderador agradeció que los ponentes hablaran de cosas de las que no se suele hablar y que hayan querido subrayar el valor del otro. «Nosotros también –afirmó De Haro– tenemos experiencia de que el otro es un bien porque en su diversidad te obliga a narrarte. El otro, en tiempo de crisis, es ocasión de gratuidad que hace la vida más grande».
La ovación cerrada de las casi doscientas personas que abarrotaban la Sala Europa en el Senado quería expresar el agradecimiento y la sorpresa de poder escuchar palabras que surgen de la experiencia personal de políticos de primer nivel.
¿Podemos los cristianos realizar una aportación positiva para el bien común, también en política? Dice el Papa Francisco que la verdad es una relación. El debate en el Senado ha sido una ocasión para comprobar lo que dice Julián Carrón en su libro: «un espacio en el que se puedan encontrar los diferentes sujetos, cada uno con su identidad, para ayudarse a caminar hacia el destino de felicidad que todos anhelamos». Y todos deseamos que esta conversación continúe.
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