Si hay una palabra que se repite en estos días es inicio. Una palabra preciosa, pero a veces difícil o incluso fatigosa a la hora de escucharla o de utilizarla. Porque no se refiere solo al año que empieza sino a todas la incógnitas que conlleva. Enero lleva consigo todos los problemas del pasado diciembre, un gobierno precario en España, la imprevisible presidencia de Trump en EEUU, el eco de los atentados en Berlín y Estambul, la guerra interminable en Siria… Por eso la idea de empezar de nuevo puede albergar ya sombras y desconfianza. O, cosa muy frecuente, entrar en una simple rutina formal, como si el año nuevo en el fondo no pudiera aportar ninguna novedad verdadera.
En cambio, como escribía Cesare Pavese, «la única alegría en el mundo es comenzar. Es bello vivir porque vivir es comenzar, siempre, en cada instante». Pensándolo bien, todo acto o afirmación suponen un inicio, incluso el gesto más banal. Incluso la palabra más repetida y habitual, como decir «adiós» al salir de casa por la mañana, es siempre un puente lanzado entre mi yo y la realidad y manifiesta siempre una espera, aunque sea informe, un deseo de bien, consiente o inconsciente. Caer en la cuenta de esto llena el tiempo de repente de una intensidad y un gusto insospechados, lo convierte en una ocasión de descubrir algo de sí y del mundo.
Lo podéis comprobar en este número de Huellas. Sucede en las aulas universitarias, cuando a chicos de veinte años, que arden a la vez por preguntas e incertidumbres, les sucede un encuentro con otro modo de vivir, con una propuesta que pueden hacer suya. Sucede un nuevo comienzo. O, años más adelante, cuando la verificación de la propuesta recibida llega a otorgar una seguridad tal que permite afrontar, por ejemplo, seis años de gulag y volver a empezar perdonando, como fue para la lituana Nijole Sadunaite. Otro nuevo inicio.
Pero el corazón de este número está ya a la vuelta de esta página, en el regalo que el Papa Francisco ha hecho a todo el movimiento enviando a Julián Carrón una carta bellísima. Hay que estudiarla detenidamente, porque contiene la fuente de donde fluye la savia de este inicio siempre nuevo. El Papa nos indica un programa radical: «Volver a los orígenes no quiere decir replegarse sobre el pasado, sino que es fuerza para un inicio valiente que se dirige al mañana». Feliz año nuevo y ¡buen comienzo!
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