Entrevista a la madre Cristiana Piccardo
Desde los primeros encuentros con el fundador de CL hasta «esas hijas suyas que abrazaron la Trapa integralmente». La que fue abadesa de Vitorchiano en los años Sesenta cuenta cómo surgió la relación entre este monasterio y el movimiento
En 1964 una joven alumna de don Giussani en el Liceo Berchet entró en el monasterio de Vitorchiano. La acompañaba don Fernando Tagliabue, buen amigo de don Giussani. Después, otras jóvenes crecidas en la experiencia del movimiento abrazaron la vocación de la Trapa. Un vínculo que tiene su origen en la relación entre la madre Cristiana Piccardo, elegida abadesa del monasterio en 1964, y el fundador de CL.
En 1991 la madre Cristiana fue llamada como abadesa al servicio del monasterio de Humocaro en Venezuela, donde vive actualmente. Así nos cuenta ese comienzo, hace treinta y cinco años: «En aquel entonces, don Giussani nos visitó varias veces, también para saber de estas chicas que empezaban su camino vocacional. Guardo en el corazón sobre todo un encuentro, de vuelta de Collevalenza, donde acababa de predicar los Ejercicios para los sacerdotes. Sabía transmitir su experiencia de Cristo como de una Presencia viva, presente hoy».
¿Qué es lo que más la impactó? «Para mí supuso encontrar una continuidad con la experiencia, con ese ímpetu vital que había vivido en la primerísima Acción Católica, nada más acabar la Segunda Guerra Mundial, y que luego fue menguando. Tengo grabada su humanidad desbordante, su capacidad de amistad. Lo que nuestra experiencia llevaba dentro, él sabía expresarlo con una novedad y una pasión maravillosas. Esa misma pasión continúa en sus hijas –pienso en Monica, en Germana– que, entre otras cosas, han enriquecido nuestro repertorio con himnos y músicas nuevas». Himnos que han entrado a formar parte de la tradición del movimiento, gracias a la profunda sintonía de don Giussani con la experiencia monástica. «Ellas, verdaderas hijas de don Giussani, han abrazado el carisma monástico con una integridad, una fidelidad y una obediencia que me han dejado siempre estupefacta y agradecida. Hoy sigue siendo así. Esto me conmueve y puedo decir que nosotras “hemos vivido de él”».
En 1964 las monjas de Vitorchiano eran 63. Tres años más tarde, 90. Nació el monasterio de Valserena, cerca de Livorno. 24 monjas se fueron a vivir allí. En 1973 se abrió la primera Trapa en Argentina. Le siguieron otras fundaciones en el mundo entero.
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