Entrevista de Alberto Savorana a Mónica Scholz-Zappa, autora de un estudio que, junto a Massimo Borghesi, nos han propuesto en Rímini
«Un hombre culto, un europeo de nuestros días, ¿puede creer, verdaderamente creer, en la divinidad del hijo de Dios, Jesucristo?». Romano Guardini y don Giussani han sido testigos ejemplares del tipo humano descrito por Dostoievski: profundamente cultos, europeos y modernos, en cuanto defensores de la razón y de la libertad, comprometidos en primera persona en la aventura que supone responder a esa pregunta. En un mundo donde todo decía lo contrario, se interrogaron sobre la actualidad de esa fe que la tradición católica les había entregado. Y buscaron una justificación de la fe que la hiciese accesible a sus contemporáneos, abriendo una vía en la que muchos siguen caminando todavía hoy.
Mediante un paciente trabajo de investigación, Mónica Scholz-Zappa nos restituye la figura de Guardini a través de la “lectura original” que de él hizo Giussani, tal como reza el título del libro recientemente publicado en Italia por Jaca Book.
Empecemos precisamente por el título: Giussani e Guardini. Una lettura originale. Son muchos los que se han ocupado del gran teólogo italo-alemán. ¿En qué consiste la originalidad de la lectura que de él realizó don Giussani?
La originalidad de su lectura consiste ante todo en la actitud original con la que Giussani lee las páginas de Guardini. La suya es una postura sintética y dialógica, no analítica. Giussani empieza a leer a Guardini durante su formación en el seminario; algunas intuiciones y concepciones están ya fuertemente vivas y presentes en él; a partir de ahí él encuentra y se confronta con los textos guardinianos. Enseguida capta una profunda sintonía, no solo con las respuestas, sino sobre todo con las preguntas de Guardini. En efecto, sintoniza precisamente con esas preguntas, con esos nudos problemáticos que Giussani pone de relieve, por ejemplo, la diferencia entre religiosidad, religiones y fe; la profundización en la naturaleza del cristianismo como Hecho humano en la historia, contrapuesta a una extendida visión formalista o moralista; del sentido de la Iglesia y de la relación yo-comunidad; del papel de la “experiencia” en el proceso cognoscitivo de la fe.
¿Qué supuso para Giussani el encuentro con Romano Guardini? ¿Cuál es la mayor deuda, en su opinión, que contrajo con él?
Describiría el encuentro de Giussani con la obra de Guardini como una experiencia en la que compartieron una gran responsabilidad educativa y un fervor misionero ante la necesidad, sobre todo en el mundo juvenil, de acompañar hacia una recuperación de los fundamentos del cristianismo y de la Iglesia, y de su nexo fecundo con el hombre. Al concebirse, sin solución de continuidad, como su compañero de camino, Giussani dejará a menudo que precisamente las palabras de Guardini expresen lo que le apremia: «¿Por qué tenía Romano Guardini miles y miles de oyentes? Porque presentaba a la Iglesia con un lenguaje y en unos términos en los que se veía su influencia humana. Es inútil una propuesta que no influya en el hombre» (L. Giussani, El atractivo de Jesucristo, Encuentro, Madrid 2000, p. 316). Quizás su deuda más tangible con Guardini fue la de haber asumido, y luego vuelto a proponer incluso lexicalmente, algunos conceptos e imágenes suyos. Giussani los asimiló desarrollándolos luego según una nueva amplitud semántica. Me refiero, por ejemplo, a palabras como “pretensión”, “escándalo”, “acontecimiento”, “poder”. También por lo que se refiere a la reflexión sobre el significado del acto litúrgico, se pueden rastrear algunas inspiraciones en los textos guardinianos.
La frase más citada por Giussani es esta: «En la experiencia de un gran amor todo lo que sucede se convierte en acontecimiento dentro de su ámbito». ¿Por qué Giussani hace de esta afirmación un polo de toda su propuesta educativa?
En esta analogía Giussani capta la síntesis de la experiencia cristiana, entendida como un proceso de conocimiento amoroso, que encierra en sí toda la potencia y la esperanza de cumplimiento y de cambio cultural y moral tanto del hombre como de la sociedad. Giussani ha explicitado, sobre todo en sus detalladas consecuencias, el alcance de una imagen concebida por Guardini quizás todavía de manera más implícita. Resulta muy interesante notar que, en las densas páginas de ese pequeño volumen, Giussani haya, por así decir, “descubierto” o “identificado” precisamente esas breves líneas, con una recepción absolutamente original, dándole un eco inimaginable.
¿Qué es lo que más une a estos dos protagonistas del siglo XX?
Les une una genuina explicitación de la fe cristiana en el marco de una óptica que definiría “moderna”, donde por modernidad no entiendo aquí un momento cultural concreto, sino la pregunta acerca de la posibilidad de conocer la verdad, la naturaleza de la razón y, por lo tanto, también la relación entre fe y razón; una pregunta que planteó un escritor muy amado por ambos, Dostoievski: «Un hombre culto, un europeo de nuestros días, ¿puede creer, verdaderamente creer, en la divinidad del hijo de Dios, Jesucristo?».
Giussani y Guardini advirtieron con antelación los signos de un cambio de época, el primero en la Milán de los años cincuenta, el segundo en la Alemania de los años treinta. Ambos interceptaron una urgencia que Benedicto XVI ha expresado recientemente con estas palabras: «Para el hombre de hoy, en comparación con el tiempo de Lutero y la perspectiva clásica de la fe cristiana, las cosas son a la inversa […]. El hombre ya no cree que necesita la justificación ante Dios, sino que sería Dios el que estaría obligado a justificarse ante el hombre por todas las cosas horribles que existen en el mundo y frente a la miseria humana, todos hechos que en última instancia dependen de Él». ¿Cómo contestaron?
Es la cuestión de la razonabilidad de la fe, proféticamente advertida por ambos, provocados también por los acontecimientos históricos con los que tuvieron que medirse, por ejemplo las ideologías nacionalsocialistas en el caso de Guardini o el laicismo y el secularismo de la posguerra en el caso de Giussani. Ya no se podía dar por descontada la autoridad del cristianismo y de la Iglesia, era necesario ponerla a prueba, no mediante disputas apologéticas, sino en el cauce de un encuentro y de una amistad, a través de la invitación y el acompañamiento en un recorrido de reflexión y convicción, alimentado en el terreno de la experiencia personal.
Ambos se midieron con la cuestión del poder en una época marcada por el levantamiento de los muros de las ideologías y por la pretensión salvífica de la política. ¿Qué pueden decir ambos a nuestro tiempo presente, marcado por el progresivo desafecto de la gente por la política y por la sospecha acerca del poder?
En su fortísimo anhelo por contribuir responsablemente al destino de la vida civil, su aportación fue ante todo respecto de los fundamentos, movida por la búsqueda de las razones, es decir, del origen y la finalidad de la acción del hombre. Diría que su aportación no se puede reducir a indicaciones sobre la praxis con respecto a uno u otro grupo; constituye más bien una reflexión sobre la naturaleza del poder y de la acción responsable, inscrita en el corazón del hombre. Yendo casi contracorriente, ambos no lo demonizaron, sino que trabajaron para presentar una pars construens, casi una rehabilitación del sentido del poder.
Para concluir, ¿qué contribución ofrecen los dos protagonistas de tu libro a la Iglesia del Papa Francisco?
Lo que en ambos me llama la atención es la pasión y la intensidad de su diálogo con los hombres de su tiempo: no con el hombre como “debería ser”, sino con el hombre tal y como es, en la situación concreta en la que se encuentra, con las preguntas que le atormentan. Un abrazo y un deseo de acompañar a la humanidad, tan congénitos y congeniales en ambos y tan característicos del Papa Francisco; en fin, tan propio de la Iglesia misma.
HAN DICHO
MOHAMED FADHEL MAHFOUDH, Premio Nobel de la Paz 2015
«Para hablar de nuestra experiencia, creo que no hay mejor contexto que el Meeting de este año: “El otro es un bien para mí” es exactamente lo que ha pasado en Túnez (…). Se ha intentado utilizar el instrumento que son los encuentros. Ha sido un trabajo de perseverancia, de escucha del otro. Gracias a esto, los partidos, que estaban al límite de la más dura confrontación, se han sentado alrededor de una mesa»
LUCIANO VIOLANTE, presidente emérito de la Cámara de Diputados italiana
«La cuestión es justo esta: hay que ver el significado que cada uno de nosotros da a la vida. Perdonad, a todos los voluntarios que hacen posible esta fiesta, ¿alguien les ha obligado? No. Han madurado una idea de lo que es su propia vida. Entonces vuelvo al lema de este Meeting. No es una expresión angelical, “Tú eres un bien para mí”. Comporta responsabilidades para toda mi vida»
CLAUDIO BURGIO, capellán de la cárcel de menores de Milán y guía de la comunidad Kayros
«“Tú eres un bien para mí” porque me ayudas a entender quién soy, me haces comprender cuánto valgo (…). Somos un bien desde el origen. A veces nos cuesta creerlo, a veces no somos capaces de reconciliarnos con nuestras sombras, nuestros pecados y límites. Pero somos siempre un bien que precede a cualquiera de nuestras faltas. Así, en este camino que se ha abierto ante mí, he aprendido a reconocer en el otro un recurso»
GIOVANNI LEGNINI, vicepresidente del Consejo Superior de la Magistratura
«Creo que este es el momento de generar, por utilizar una expresión que usa Carrón en su libro, “un imprevisto”. Un imprevisto sencillo, porque los imprevistos que cambian las cosas son los sencillos. Hay que cerrar el conflicto permanente de estos 25 años entre magistratura y política. Hace falta que cada uno deje a un lado el armamento del conflicto y empuñe las herramientas del trabajo de reconstrucción»
EUGENE B. KORN, director del Centro para el Entendimiento y la Cooperación Judeo-Cristiana, Israel
«“Tú eres un bien para mí”. Es decir, Dios quiere que seamos mutuamente benevolentes, los unos hacia los otros, no quiere enemistad entre nosotros. Ni la iglesia ni la sinagoga pueden realizar solas el gran designio de Dios en el mundo. Necesitamos cooperar y trabajar juntos para poder lograr plenamente esta misión»
EL COMUNICADO FINAL
“LO QUE HEREDASTE DE TUS PADRES, VUELVE A GANÁRTELO, PARA QUE SEA TUYO”
«Hay una palabra que no debemos cansarnos nunca de repetir, y sobre todo testimoniar: diálogo». Estas palabras del Papa Francisco nos han acompañado y desafiado durante toda la semana para ir cada vez más a fondo del lema propuesto este año. Hemos intentado ofrecer ese «testimonio creativo» que el Papa nos ha propuesto como modalidad para responder a los desafíos de la realidad presente, ante un cambio de época que exige respuestas nuevas para interceptar las profundas heridas del hombre contemporáneo.
El presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, en su intervención inaugural, nos ha dicho: «El otro nos conduce mejor hacia el mañana». «Para romper la cadena de la autorreferencialidad, (…) es necesario dar el valor adecuado al otro. Dar valor al diálogo. Unir las esperanzas y la amistad. (…) También por esto es cierto que “tú eres un bien para mí”». Deseosos de corresponder a lo que nos ha dicho en su intervención: «Sois un recurso muy valioso para nuestra sociedad», nos hemos puesto en juego para ofrecer a todos la contribución de una experiencia, exaltando el bien que hay en cualquiera de los que hemos encontrado estos días, para construir juntos un futuro mejor.
Durante esta semana muchos nos han testimoniado la verdad de esta valiente afirmación, nos han mostrado que abrirse al otro no empobrece nuestra mirada sino que nos hace más ricos.
Empezando por el abrazo entre Maria Grazia Grena y Agnese Moro con Adolfo Ceretti, el testimonio sobre la vida de los cristianos en Oriente Medio de Camillo Ballin, vicario apostólico en Arabia del Norte, la exposición dedicada al tema de los inmigrantes con el presidente Romano Prodi y monseñor Silvano Maria Tomasi. Y aún más: el relato de Moncef Ben Moussa, director del Museo del Bardo, en Túnez, Mohamed Fadhel Mahfoudh, Premio Nobel de la Paz 2015, el arzobispo de Bolonia, Matteo M. Zuppi, y el padre Firas Lutfi, vicario parroquial de San Francisco en Alepo, Siria, el diálogo con el rabino Eugene Korn sobre judíos y cristianos asociados en su misión en el mundo, y con el ortodoxo Legoyda sobre el abrazo entre Francisco y Kiril que ha cambiado la historia.
También el análisis sobre el futuro de Europa con Jan Figel, de la Comisión por la promoción de la libertad religiosa y de credo fuera de la Unión; y el profesor Joseph Weiler, y sobre el islam europeo con el Gran Muftí de Croacia, Aziz Hasanovic, y Wael Farouq, todas ellas ocasiones de testimoniar que el otro es un bien.
El encuentro con los que han colaborado con nosotros en la construcción del Meeting también ha supuesto una oportunidad para comprobar la verdad del lema. Basta pensar en Luciano Violante con la exposición de los 70 años de la República, y con él todos los invitados que han participado en el ciclo de encuentros dedicado a este aniversario; o el embajador ante la Santa Sede de Honduras, Carlos Ávila Molina, con la exposición sobre el perdón y la misericordia; Giorgio y Marylin Buccellati, comisarios de las exposiciones sobre Georgia; el encuentro con la postulación para la causa de la Madre Teresa, que ha llevado al Meeting la gran exposición sobre la monja canonizada el 4 de septiembre.
Relevantes los foros ligados a temas internacionales a cargo de la presidenta de la RAI, Monica Maggioni, en los que ha participado, entre otros, Claudio Descalzi. Y por último, los extraordinarios artistas de los espectáculos: Tosca, Tania y Mirna Kassis, Gioele Dix, Paolo Cevoli, los intérpretes del espectáculo dedicado a Tomás Moro, Franco Branciaroli y Matteo Fedeli.
Una semana que nos ha testimoniado una esperanza que vence incluso al miedo ante el terremoto que ha sacudido el centro de Italia y nos urge a ser más serios y decididos al compartir las heridas y las necesidades de estas personas. Una historia, una vida, en la que todos son protagonistas: los más de 3.000 voluntarios, que han llegado de varios países del mundo, los casi 270 ponentes, los comisarios de las exposiciones y los representantes del mundo de la economía, la empresa, la política y los negocios que han decidido hacer el Meeting con nosotros.
Después de esta semana, en estos días tan trágicos para nuestro país y para el mundo, volvemos a casa, al trabajo, al estudio, seriamente deseosos de descubrir cada vez más que, como decía don Giussani: «La razón profunda que nos mueve en cada uno de nuestros gestos, de presencia social y de anuncio al mundo, es conocer la potencia salvadora de Jesucristo. Esta motivación única y originalísima se hace patente solo mediante el testimonio de una pasión por el hombre, que acepta su situación concreta y está dispuesta, por tanto, a asumir los riesgos y la fatiga que implica».
Por ello, el lema de la XXXVIII edición del Meeting por la amistad entre los pueblos, que se celebrará en Rímini del viernes 18 al jueves 24 de agosto de 2017, es una frase tomada del Fausto de Goethe: «Lo que heredaste de tus padres, vuelve a ganártelo para que sea tuyo».
Oficina de prensa de la Fundación Meeting
por la amistad entre los pueblos
Rímini, 25 agosto 2016
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón