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Huellas N.2, Febrero 2016

ACTUALIDAD

La reconciliación de México

Stefano Filippi

Un pueblo herido por los conflictos sociales, el narcotráfico y la violencia. Y el riesgo de sentirse «inútiles» ante problemas tan enormes. En vísperas de la visita del Papa Francisco (del 12 al 18 febrero), hemos recogido la voz de los pastores, los fieles y los expertos. ¿Qué espera este país que lleva en su ADN las apariciones de la Guadalupana?

Hugo León ha entendido qué supone la inminente visita del Papa Francisco mirando a su hija, la mayor. Hasta ese momento, tenía en la cabeza las respuestas que ofrecen los medios: «Una sacudida política, un tirón de oreja a los obispos, una denuncia contra la corrupción y la violencia». Pero una tarde, Raquel empieza a recoger objetos para un mercadillo en favor de un jardín de infancia de la zona. Las catequistas están explicando las obras de misericordia y han invitado a los chicos a implicarse. Su padre construye carretillas de madera, su tía mete al horno bandejas de galletas, los hermanos recuperan juguetes aquí y allá. Raquel no ha querido dejarlos en los contenedores de la parroquia. Quiere entregarlos personalmente a los niños de la guardería. «Fue un espectáculo conmovedor», cuenta Hugo. ¿Qué supone, por tanto, la llegada del Papa? «La misericordia de Dios que nos alcanza y nos contagia. Descubrir que su poder es mayor que cualquier otra cosa».
México espera a Francisco con ansia febril. ¿Qué llevará Bergoglio a este país tan rico y frágil, que lleva en su ADN las apariciones de la Guadalupana? ¿Qué le dirá a un país con más de 100 millones de católicos practicantes y sin embargo lastimado por los conflictos sociales, la pobreza de los interminables barrios de chabolas, el narcotráfico, la violencia, la trata de migrantes que huyen hacia la tierra prometida de los EEUU? Tras visitar el Estado de Chiapas, el Papa concluirá su viaje en Ciudad Juárez, la ciudad más peligrosa del mundo, sometida por los cárteles de la droga y los que mercadean con los clandestinos. ¿Qué germen de cambio llevará hasta estos confines inútilmente blindados, que son a la vez un desierto y un infierno?
María Luisa Aspe Armella guía el Departamento de Historia de la Universidad Iberoamérica de Ciudad de México, una de las principales instituciones culturales de América Latina. Es especialista en Historia de la Iglesia. «Del Papa espero que afiance la esperanza cristiana y el compromiso que de ella deriva. Desde el punto de vista de mi trabajo, espero que ofrezca puntos de encuentro con quienes tienen una identidad débil o viven al margen de la Iglesia. También que reclame a la jerarquía y consuele al pueblo, tan oprimido por las desigualdades». ¿Y la denuncia de las injusticias? «He debatido varias veces públicamente sobre este viaje. Periodistas, académicos, intelectuales, piden que el Papa denuncie los horrores mexicanos y los nombres de los responsables. Se le mira como a un líder político, esperando que resuelva lo que nosotros, los mexicanos, no sabemos afrontar. La gente no pide castigos, necesita esperanza, pide consuelo y cercanía».

La alcaldesa asesinada. A primeros de enero, monseñor Ramón Castro, obispo de Cuernavaca, celebró el entierro de Gisela Mota, la alcaldesa de Temixco asesinada por los narcos, el día después de tomar posesión de su cargo. «El pueblo sufre, anhela la dicha de la paz», afirma el prelado. «Espero que la visita del Papa nos ayude a aprovechar la inmensa oportunidad de dejar atrás el amodorramiento. Su mensaje será un desafío para nuestro compromiso evangelizador. México le pide a Francisco que toque sus llagas para consolar al pueblo y denunciar las injusticias; que en sus mensajes mencione las causas de estas heridas y que aliente a todos en el compromiso por la verdad y la justicia. Y le pide que sea un mensajero de la misericordia».
Según un sondeo, tan solo el 5% de los católicos mexicanos considera el compromiso social relacionado con su fe. ¿Existe una disociación entre la vida y la fe, entre la inmensa devoción por Nuestra Señora de Guadalupe, patrona del continente americano, y el testimonio público? Jorge Traslosheros, profesor del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, habla de un catolicismo «vergonzante»: «Muchos se avergüenzan. En términos sociales y culturales, la Iglesia es un bien para la sociedad, pero es cierto que nosotros, los católicos, no hemos sabido generar una ciudadanía promotora de una sociedad justa y pacífica. Generar personas que sean, como decía don Bosco y también don Giussani, buenos cristianos y ciudadanos virtuosos».
Añade Traslosheros: «La fe sigue siendo algo de lo que uno se avergüenza, que genera católicos tímidos, que no participan en el debate público, o también católicos anticlericales, que se dedican a reprochar a la jerarquía». ¿Qué contribución pueden dar los católicos para construir un país más justo? Monseñor Castro contesta: «La de combatir la cultura del descarte y vivir la alegría del evangelio, generando ambientes familiares sanos, vivificando los valores tradicionales como la vida y la familia, compartiendo los bienes y la búsqueda de Dios».
Francisco es el tercer Papa que viaja a México. Juan Pablo II lo visitó en 1979 y en 2002, con cuatro peregrinaciones a la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Benedicto XVI lo visitó en 2012. ¿Qué novedad puede aportar la visita del primer pontífice latinoamericano? «Juan Pablo II nos hizo descubrir la alegría de la fe», prosigue Traslosheros, «que, sin embargo, corre el peligro de caer en el sentimentalismo. Benedicto XVI nos solicitó a vivir la inteligencia de la fe. La invitación de Francisco es que la alegría y la inteligencia lleguen a conformar la acción en bien de la sociedad mexicana». María Luisa Aspe Armella especifica: «No podemos ser católicos olvidándonos de nuestros hermanos. La palabra del Papa reflejará la de Jesús con la Samaritana. La Samaritana está en el corazón de su mensaje: la certeza de que él nos ama y nos busca siempre».
Amedeo Orlandini, director del Departamento de Filosofía de la Universidad Lumen Gentium de Ciudad de México, identifica este riesgo para los católicos: «Cultivar una sensación de inutilidad frente a los enormes problemas del país, como si la fe no pudiera vencer estas circunstancias. El paternalismo estatal ha inducido a la gente a replegarse en lo privado; en lugar de apoyar el protagonismo de los mexicanos, la política lo ha frenado y casi liquidado. También en la Iglesia existen ciertas dificultades. Con algunas hermosas excepciones, la Iglesia mexicana es bastante clerical y los laicos son consideros –y se consideran– como un apéndice del clero. Es cierto que existen realidades eclesiales vivas, obras concretas de ayuda a los migrantes que promueven el diálogo y la paz, presencias significativas en el campo educativo. De la visita del Papa espero ser confirmado en la fe, que mi fe y la de todos se renueve, que suponga un nuevo inicio que le devuelva frescura y entusiasmo».

Las sorpresas. «El primer cambio se da en mí», confirma el arquitecto Oliverio González, responsable de CL en México. «El Papa irá a las periferias más extremas del país, donde el dolor y la desesperación, que han generado la violencia y las desigualdades sociales, parecen ganar terreno cada vez más. Pero él no llega para “salvar” a México, viene por un amor a mí, a cada hombre. Si yo cambio, todo mi país puede cambiar. En este Año de la Misericordia, su visita supone una gracia enorme para profundizar en lo que significa ser objeto de misericordia».
Un encuentro personal. Es la misma convicción de monseñor Christophe Pierre, Nuncio apostólico en México. «El Papa viene para ser testigo de Cristo mediante un encuentro humano. Quiere conocer a las personas, a los grupos, las situaciones y los problemas. Durante estos meses de preparación, el Papa desea que sea un viaje lleno de sorpresas, que se salga de lo “ya sabido” para permitir que las personas descubran algo nuevo. El mexicano sigue siendo profundamente religioso. Todos, incluso los que se alejan de la Iglesia, piensan que el Papa puede ofrecer una esperanza para salir de la pobreza, la violencia, la inseguridad. Le miran sabiendo que puede ofrecerles un sentido».
El Nuncio subraya que en el centro de la cultura mexicana está el acontecimiento de Guadalupe: «El Papa lo sabe perfectamente, por eso empezará su visita ahí. La historia del país está marcada por el encuentro con la Virgen y, a través de ella, con su Hijo, las apariciones reconciliaron a los conquistados con los conquistadores, la Virgen rescató a este pueblo. Se pudo reconocer un valor dentro del drama de la violencia asociada a la conquista, una vía de reconciliación. Este es el rol de la Iglesia y tenemos que asumirlo también hoy».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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