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Huellas N.1, Enero 2016

ORIENTE MEDIO

La otra cara de Turquía

Andrea Avveduto

A su predecesor le mataron hace cinco años. «Pero aquí los extremistas son muy pocos y, en cambio, hay muchísimos jóvenes a los que les gustaría conocer algo más del cristianismo…». PAOLO BIZZETI, el nuevo vicario apostólico de Anatolia, cuenta qué significa para él testimoniar la fe hoy en una de las tierras en donde nació el cristianismo

«Esos cristianos tienen derecho a tener un pastor. Además, en esos lugares están las raíces del cristianismo». El padre jesuita Paolo Bizzeti, nuevo vicario apostólico de Anatolia, habla con una certeza inconmovible. Sesenta y siete años, florentino, hace cincuenta años entró en la Compañía de Jesús. Apasionado de la Biblia y de Oriente Medio, sucede a monseñor Luigi Padovese, muerto mártir en 2010 a manos de su chofer. «Vengo a vosotros con el sincero deseo de serviros y de aprender de vuestra valiente vida de cristianos a menudo en situaciones difíciles», había declarado nada más ser nombrado por el Papa. Monseñor Bizzeti, antes de asumir este encargo de gran responsabilidad, ejerció de guía en Tierra Santa y Turquía. Conoce muy bien la realidad de esos lugares y, hace unos años, publicó una guía dedicada a la tierra ampliamente relatada en los Hechos de los apóstoles. Sabe perfectamente que «las iglesias actuales son el fruto de múltiples avatares históricos y que han aprendido a vivir como una pequeña minoría. Han de ser sostenidas, también en favor del acercamiento de las iglesias de Oriente a las de Occidente».

Excelencia, usted ha sido nombrado vicario apostólico en una región en donde los cristianos son apenas el 2% de la población. Es un buen reto…
He recibido la ordenación para ser obispo de un lugar donde el panorama religioso es extremadamente variado. En su mayoría estas personas gozan de una hermosa religiosidad y son hombres de buena voluntad. Existen, ciertamente, reductos de extremismo, pero la realidad de esta zona tiene facetas muy distintas y muchos no son practicantes.

¿Es una ventaja?
En seguida, registré un dato. Los jóvenes, incluso a través de internet, son muy curiosos acerca del cristianismo, quieren conocerlo mejor. Por eso, todas las iglesias cristianas han elaborado un pequeño libro –hablo de un centenar de páginas– firmado por todas las confesiones, que se publicó justo hace unas semanas, con el fin de presentar nuestra fe. Se trata de un hecho de sumo interés desde el punto de vista ecuménico. ¿En qué otras partes del mundo hubiera podido darse algo así? Y no olvidemos que se trata de un instrumento requerido explícitamente por el Ministerios de Asuntos Religiosos de Turquía.

En su opinión, ¿qué significa esto?
Quiere decir que hay una curiosidad extendida. Si por una parte –es cierto– existe la tentación de una deriva extremista, por otra he visto un mundo muy abierto, en donde muchísimos han estudiado y han tenido la oportunidad de conocer la cultura y los valores de Occidente. Por esto no quieren renunciar a una Turquía laica, aunque esta expresión no signifique lo mismo que entendemos nosotros, es decir, un país en donde se relega a la religión a la esfera privada.

¿Esto también nos ayuda a redimensionar el fenómeno del extremismo islámico?
Las familias intransigentes son realmente pocas. Esta reducidísima minoría recibe una publicidad extrema, que beneficia a los terroristas. Estos no anhelan otra cosa que ser considerados adversarios fuertes. En este sentido, los medios juegan una baza importante. Además, si me lo permite, hay que tomar con pinzas las intervenciones que se están llevando a cabo en Siria. Hablemos claro: la lucha contra el Estado islámico se ha librado más con palabras que con hechos, cuando no se ha sostenido al Isis directa o indirectamente…

En este contexto, ¿qué testimonio pueden dar los cristianos?
En primer lugar, los cristianos de Anatolia están llevando a cabo un trabajo muy serio con sus hermanos refugiados de Siria e Iraq. Nuestras estructuras están atestas de personas que se acogen de manera verdaderamente generosa. Además, en las aldeas y en las ciudades en donde hay una buena presencia de cristianos, estos se convierten en un factor de equilibrio social.

¿Por qué, entonces, están perseguidos?
Porque su presencia se asocia, de manera muy confusa, con los comportamientos de las naciones occidentales que hasta ayer se definían cristianas y que hoy están arruinando toda la región. El Papa Francisco tiende toda la razón cuando llega a decir que también de parte occidental hay enormes intereses en juego. Por lo tanto estas guerras, en cierta medida, están incluso sostenidas. ¿Qué hay de cristiano en esto?

¿Qué significa el testimonio cristiano en un país como Turquía?
Significa tener este respeto por el otro, por el que es distinto, que a veces puede costar incluso la vida, pero es el Evangelio. Cuando al comienzo del Año Jubilar, el Papa dijo que hoy está en juego lo específico del cristianismo, es decir, el amor gratuito y el perdón, acertó de pleno: este es el testimonio que estamos llamados a dar nosotros, los cristianos, en estos lugares, y que ciertamente nos diferencia de otras religiones, islam incluido.

Sin embargo, el miedo levanta barreras más que favorecer el encuentro…
Levantar muros es muy fácil, pero no resuelve los problemas. Más aún, los radicaliza. Tenemos que ser muy claros: la paz y la convivencia con los que son distintos no están reservadas solo a unos pocos buenos o a unos listos; es la única solución posible. A corto plazo, se puede caer en la ilusión de que la violencia y los muros resuelvan algún problema, pero a largo plazo se ponen en marcha y se alimentan procesos que se retorcerán contra nosotros. Paolo Dall’Oglio, hace unos años, poco antes de que le raptaran, decía: «Si no sostenéis este movimiento inicial de Primavera árabe que une a cristianos y musulmanes, un movimiento verdaderamente popular y genuino, llegarán otras fuerza que antes o después atacarán también a Europa». Lamentablemente, fue realmente profético, así como lo fue Juan Pablo II cuando decía que las guerras del Golfo serían un autogol de Occidente. También en este caso, por desgracia, fue así.

Los cristianos huyen de Oriente Medio. Ante lo que está sucediendo, no se les puede reprochar…
La vocación de los cristianos de Oriente Medio es heroica; difícil, pero indispensable para la Iglesia universal. Es el testimonio de una minoría que, como al comienzo del cristianismo, está llamada a testimoniar los valores propios del Evangelio incluso en un contexto tan duro. Desde siempre el cristianismo ha crecido sobre la sangre de los mártires y no sobre los libros de teología.

Al comienzo del Jubileo, ¿qué valor tiene para usted la misericordia? ¿Y qué significa para la tierra que le recibe como su pastor?
La misericordia existe para quienes se reconocen pecadores. Y como no hay nadie en el mundo libre de pecado, debemos empezar a entender que no tienen sentido tirar piedras contra el otro. Para la gente de mi diócesis, creo que el primer paso necesario es precisamente este. Reconocer que todos, de alguna manera, somos cómplices del mal que también se comente en nuestra región. Y luego invocar la misericordia del Señor, que es la mejor manera, si no la única, de apagar el fuego de la guerra, del odio y del extremismo.


El escenario

ERDOGAN Y LOS MISTERIOS DE ANKARA

Ambiguo acerca de Siria y de la lucha en contra del Isis, en conflicto con un aliado histórico como Putin, fluctuante acerca de Europa. Pero decididísimo en acabar con cualquier oposición interna. ¿Adónde quiere llegar el líder turco?

Marta Ottaviani

Lo que debía ser un puente entre las dos orillas del Mediterráneo se ha convertido en una variable enloquecida y peligrosa para toda la región. La Turquía de Recep Tayyip Erdogan, en un tiempo fiable aliado estratégico de EEUU, Unión Europea e Israel, parece haber cambiado no solo de socios de referencia, prefiriendo a Egipto y Qatar, sino también y sobre todo de vocación, pasando de anillo de conjunción a elemento de disturbio.
El artífice de esta mutación de 180 grados es el propio presidente de la República, Erdogan, cada vez más decidido a marcar, dentro y fuera de las fronteras del país, su impronta, oficialmente velando por los intereses nacionales, pero más bien inclinándose por una omnipotencia con consecuencias preocupantes.
«La política exterior inaugurada por el actual premier, Ahmet Davutoglu, debía basarse teóricamente en la buena vecindad», explica a Huellas Burak Bekdil, analista del periódico Hurriyet: «En cambio ahora no solo tienen problemas con todos los estados limítrofes, sino en la región entera. Han intentado extender su ámbito de influencia a toda costa, pero sin resultados apreciables. Y con la gestión de la crisis siria se han dado el golpe de gracia. Estaban seguros de poder convencer a EEUU para declarar la guerra a Assad, pero se han revelado como un aliado ambiguo, con relaciones algo turbias con el Estado Islámico».
Hace años que Turquía está en el punto de mira de parte de la comunidad internacional por su actitud vacilante y contradictoria, donde el abatimiento del avión ruso en dirección a Siria, acusado de entrar ilegalmente en el cielo de la Media Luna, es solo el último episodio. Ya durante el asedio de la ciudad kurdo-siria de Kobane por parte del Daesh, en octubre de 2014, Turquía no movió un dedo para intervenir en defensa de la población, cosechando acusaciones difamatorias como la de colaborar con el califa Al-Baghdadi o la de no actuar con el fin de debilitar a los kurdos del otro lado de la frontera.
Pero con Rusia, Erdogan se ha equivocado completamente de enfoque, al no calcular bien los posibles efectos colaterales. El abatimiento del Sukhoi Su-24 llegó una semana después de que el G-20 se reuniera precisamente en Turquía, donde se habló más de Siria que de otra cosa. El líder turco esperaba imponer una solución para el país y sobre todo para el destino de Assad, pero la foto se la llevó el encuentro entre Vladimir Putin y Barack Obama, dejando a Turquía reducida sustancialmente al papel de comparsa.

Gas y petróleo. El problema es que Putin aprovechó los acontecimientos para poner en su sitio a este socio cada vez más incómodo. Moscú anunció una serie de represalias, desde la provisión de gas (Rusia es el principal socio de Turquía en este sector), hasta la importación de fruta y verdura, pasando por proyectos vitales para el futuro del país, como la construcción de la central nuclear de Akkuyu, en el mar Mediterráneo, que de momento está parada, y la reactivación de los visados de entrada. Ankara alzó la voz, pero por ahora sirve de poco. Después de una escalada de acusaciones que culminó con Putin culpando a Erdogan de traficar con petróleo del Isis para enriquecerse él mismo y su familia, al ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, no le ha quedado más remedio que pedir un encuentro con su homólogo, Sergei Lavrov, y tratar de reanudar un diálogo donde Ankara parte en clara desventaja. Posiblemente, Moscú no implementará todas las medidas porque en parte también tiene mucho que perder, pero con su gesto ha hecho entender claramente al país de la Media Luna que existe una línea roja que no debe cruzar.
«La crisis con Rusia puede costarle especialmente cara a Turquía también desde el punto de vista económico, y no solo político», explica a Huellas el economista Emre Deliveli: «El crecimiento de la Media Luna empieza a ralentizarse. Por un parte se trata de un proceso natural, con una tasa de crecimiento al nivel de China y la etapa de crisis que atravesamos a nivel global. Pero por otra parte corre el peligro de agravarse porque a Siria, que era un socio muy importante, ya lo ha perdido, y las relaciones con Rusia, antes de que surgieran estas complicaciones, ya habían empezado a enfriarse por problemas relacionados con el precio del petróleo».

Tres mil millones. También están preocupados los EEUU. Obama, en la inauguración de la Conferencia sobre el clima en París, no tuvo más remedio que tratar de mediar entre Erdogan y Putin. Solo la Unión Europea sigue dando crédito a Erdogan, que de pronto recupera el interés por su entrada en la UE después de haberla desairado en sus dos últimas campañas electorales. Un renovado interés recíproco dictado por razones de conveniencia, donde por una parte el Viejo Continente necesita que Turquía mantenga en su territorio a los más de dos millones de refugiados sirios (y para eso no duda en gastar tres mil millones de euros), y por otro Ankara necesita un aliado para no quedar aislada.
Bruselas parece actuar ignorando conscientemente lo que está pasando en el país. Tras su última victoria electoral, Erdogan se dispone a llevar a votación una reforma constitucional en sentido presidencial que le concederá un poder casi ilimitado, y entretanto se está quitando de en medio a los opositores, sobre todo a los intelectuales. El arresto de Can Dundar, director del periódico Cumhuriyet, que está en la cárcel por haber difundido fotos y videos que documentaban el paso de armas al Isis por parte de la inteligencia turca, ha generado la indignación de la comunidad internacional aunque, lamentablemente, no es un caso aislado.
Erol Ozkoray, periodista e historiador, para escapar de la cárcel, ha huido a Europa y ya no volverá a Turquía. «Erdogan lleva años siendo presa de un delirio de omnipotencia», declara a Huellas: «Mi país está abocado a ser cada vez más autoritario. La justicia ya persigue a cualquiera que se interponga entre él y su plan. Incluso en la vida cotidiana, o estás de su parte o no trabajas. Tiene una nación entera en su poder. Ahora en Turquía reina el miedo».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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