Muchos de nuestros lectores saben de dónde nace esta portada. Otros, los que no hayan leído el Página Uno de octubre, el texto de la Jornada de apertura de curso de CL, no. En esa ocasión, Julián Carrón citó una página del libro del entonces cardenal Ratzinger Introducción al cristianismo. Se trataba del “apólogo del payaso” de Soren Kierkegaard. Un circo fue pasto de las llamas. El director del circo envió para pedir auxilio a la aldea vecina a un payaso, que ya estaba preparado para actuar. Pero los aldeanos creyeron que se trataba de un truco para que asistiesen en gran número a la función. En vano el payaso trató de persuadirles y de explicarles que no se trataba ni de un truco ni de una broma, y que el circo estaba ardiendo realmente. Su llanto no hizo sino aumentar las carcajadas… hasta que por fin las llamas llegaron a la aldea.
Los cristianos, decía más o menos Ratzinger ya en 1968, corremos el riesgo de resultar excéntricos o incomprensibles. Ciertas formas de comunicación de la fe parecen tan extrañas que no son tomadas en consideración.
Incluso cuando comunicamos cosas verdaderas, éstas resultan lejanas o fuera del mundo, no siempre por un prejuicio o por un rechazo, sino porque se apoyan en evidencias que ya no se perciben como tales, y se ofrecen a una razón que sufre «un extraño oscurecimiento del pensamiento» (por utilizar otra expresión de Benedicto XVI).
¿Cómo puede hoy la fe volver a ser creíble? ¿Cómo puede volver a ser interesante para el hombre de hoy? Este número de Huellas pretende ofrecer algunos testimonios para responder a este desafío. Testimonios que tratan de «mostrar la pertinencia de la fe a las exigencias de la vida». Ya sea en un suburbio de Londres, en un hospital de Barcelona, una parroquia de San Martín de la Vega o en una comisión del Ayuntamiento de Madrid. O también en el ámbito de la teología y de nuestra cultura posmoderna.
Siempre y en cualquier lugar, lo que abre paso al interés y al diálogo es un encuentro entre personas. El encuentro con una realidad humana (una persona o una compañía de personas) que llama la atención por su manera de ser, simplemente por su humanidad. Por su valoración de lo que es más humano, por su razonabilidad.
Un encuentro y una compañía. Del mismo modo que sucedió con los discípulos, sucede hoy. Porque detrás de las palabras hay una persona que las pronuncia. Una persona que, reconociendo a Cristo en su vida, muestra al mundo un reflejo de Su presencia.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón