Huellas N.4, Abril 2015

BREVES

La Historia

Coffee break

Santiago lo estaba intentando. Le habían pedido que se hiciera cargo de otro departamento, además del suyo. Tenía que reorganizar las funciones, coordinar el equipo y, mientras, seguir con el trabajo anterior que, gracias a Dios, seguía aumentando, a pesar de la crisis. Claro, todo esto implicaba una mayor estima por parte de su jefe, pero también más responsabilidad, más compromisos, más problemas… Él lo estaba poniendo todo de su parte. Las cosas iban bien, pero: «Me faltaba el aire. ¿Y si me equivoco? ¿Podré con todo?».
Preguntas que le asaltaban a menudo y que volvían a aparecer el lunes, a la vuelta de la audiencia con el Papa en Roma. Solo que ahora le embargaba el asombro y la alegría. «¿Qué tiene que ver lo que ha pasado en Roma con este nuevo trabajo?», se preguntaba Santiago.

En el coffee break, delante de la máquina del café, junto con tres compañeras de trabajo, se habla de todo. Hay un cierto tono de lamento tan común en los pasillos de las oficinas, incluso cuando las cosas van bien: el colega que se ha equivocado, el jefe que no escucha, el problema que no se soluciona… Julia intenta implicarlo: «Santiago, ¿qué opinas tú?». Él corta rápido: «No sé, déjame pensarlo, luego te digo». Pero esas quejas le duelen, porque en el fondo las lleva dentro. También son suyas. «Entonces volví a leer el discurso del Papa en la audiencia». Y, el día después, se lo entrega a sus compañeras.

Pasan los días, llega el viernes. Se cruzan de nuevo. Esta vez es él que pregunta: «¿Lo habéis leído?». «Sí, lo he leído». «¿Y qué?». Julia lo mira y sonríe: «Que lo más importante es la misericordia; solo ella puede salvar al mundo y salvarme a mí». Stop.
Se acaba el coffee break. Hay que volver a trabajar, pero desde entonces Santiago puede decir a sus amigos: «Ahora respiro». ¿Por qué? «He comprobado que lo que dice el Papa es verdad, ¿recuerdas? “La moral cristiana no es el esfuerzo titánico, voluntarista… una especie de desafío solitario ante el mundo”». Un momento de silencio, luego: «¿Y si este nuevo trabajo es una ocasión para aprenderlo?».