Va al contenido

Huellas N.7, Julio/Agosto 2008

CL - Vacaciones

El tiempo más noble del año

Paola Bergamini

¿Las vacaciones? Son un momento privilegiado, decía don Giussani, «porque uno se compromete libremente con el valor que más estima en su vida. O, por el contrario, no se compromete con nada, y entonces es un necio». La comitiva de Cometa, tres grupos de Fraternidad y una familia de Madrid, cinco testimonios sencillos y concretos de la manera más bonita de vivir el verano y la libertad

Días de vacaciones, libres de trabajo, estudio, obligaciones de la vida diaria. Días en que se puede hacer “lo que se quiere”. Y aquí empieza el partido. Se puede llenar este tiempo de emociones y experiencias que normalmente no se tienen, pero que al final son una huída de la realidad, una compensación que como mucho produce un «Ay, qué pena. Se acabaron». O bien pueden ser un tiempo denso, cargado de sentido, pleno; la ocasión propicia para profundizar en aquello por lo que se vive, mediante la relación con la realidad y con los amigos. En aquello que durante el curso nos ha hecho levantarnos, nos ha movido para ir al trabajo o a estudiar. Puede ser un “tiempo libre” que uno se afana por rellenar o en el que nos disponemos a dejarnos sorprender por el Señor que sale a nuestro encuentro. En esto no se puede hacer trampas. Se pone al descubierto el uso que hacemos de nuestra libertad: la elección del lugar, con quién irnos, los planes que se hacen juntos, cómo se ordena el día, incluso la oración. En fin, el descanso depende de esa libertad que culmina en el reconocimiento del objeto propio de la fe.
Hemos pedido a algunos amigos que nos cuenten sus vacaciones. Los preparativos y el desarrollo. Son ejemplos sencillos que de maneras diferentes hablan del mismo deseo de dar espacio a lo que el corazón anhela.

En busca de la belleza
Sicilia, 9h., Plaza del pueblo de Letojanni, cerca de Taormina, en un espléndido día de julio. Erasmo Figini, sentado en un bar, llama a sus hijos: «Chicos, aquí tenéis el desayuno: cruasanes calientes rellenos de granizado. Ahora, mirad alrededor: el cielo azul, las palmeras, el mar, el horizonte. Demos gracias a Dios por todo lo que nos da, por lo que hace para cada uno de nosotros. Para ti, Juan. Cuando acabéis, vamos a casa y con todos los demás nos iremos a la playa». “Los demás” son las otras tres familias de Cometa (cf. Huellas, septiembre 2007). Pasan sus vacaciones todos juntos. ¿Cómo son unas vacaciones con 40 hijos, entre naturales y en acogida, con edades que van desde los pocos meses hasta la adolescencia? «Guardo en el corazón lo que don Giussani me dijo una vez: “El descanso es la pertenencia segura del corazón a Aquel que lo crea y lo rige todo” –explica Erasmo–. Las vacaciones, por tanto, son el tiempo del descanso físico, de ser consciente de que este tiempo se me da para estar más con la familia dejándote sorprender por la belleza de lo creado. Al margen de la rutina cotidiana, del timbre del teléfono, del ansia del trabajo, tienes más tiempo para dedicar al Señor. Para leer, para pensar, para charlar tranquilamente con tus hijos, para educar con gestos sencillos. Es un tiempo privilegiado para educarse y educar». ¿Qué criterios tenéis en cuenta para preparar vuestras vacaciones? «En primer lugar elegimos un sitio bonito que permita mirar, ver cosas bellas y conocer. Hemos ido a la isla de Ponza, a Sicilia, en otra ocasión, a Puglia. Cuando es posible, nos alojamos en la misma estructura, si no, en casas cercanas. Lugares donde podamos trasladar Cometa». ¿Por qué? ¿No sería más fácil dividiros? «Uno no se toma vacaciones de una experiencia como Cometa. ¿Qué sentido tendría decir “me voy con mi mujer, Serena, así descanso, duermo, por fin estamos solos…”? No. Claro que durante las vacaciones duermes más, pero con tus hijos, con ellos vas a la plaza del pueblo a leer el periódico, cosa que no puedes hacer durante el año, etc. Además, la casa debe tener un espacio para el estudio, porque cada día, los adultos, leemos juntos la Escuela de comunidad. Puede ser en la terraza, en el jardín…». ¿Cómo se ordena la jornada? «Nos levantamos –un despertar cristiano, prudente, para todos–, rezamos el Angelus, desayunamos y decidimos qué hacer ese día. Puesto que el aburrimiento y la costumbre están siempre al acecho, buscamos en justa medida una novedad, sin caer en el frenesí por hacer cosas. Alternamos días de playa con días de excursión. Es una forma educativa de organizar el tiempo, donde cabe alquilar un barco para ir a calas estupendas donde bucear, como hicimos en Ponza; o visitar la “ciudad blanca” de Ostuni en Puglia. Todos los días, si se puede, vamos a misa y luego a cenar. Al acabar la cena, rezamos un misterio del Rosario, luego los pequeños juegan y los más mayores salen a dar un paseo o van al cine. Cosas normales, pero donde hay una intensidad de vida que no siempre se puede dar a lo largo del año. Es una oportunidad de estar juntos que regenera».

Ganas de estar juntos
Cusano Milanino, a las afueras de Milán. Pippo Angélico, el dueño de la casa le espeta a sus amigos: «¿Nos vamos de vacaciones juntos este año?». Silencio. Luego, Hugo: «pero, ¿qué dices?». «Ya. Hará diez años que no me voy de vacaciones con más de cinco o seis personas, que para mí ya son demasiadas; pero lo que estoy viviendo con vosotros es tan verdadero que me entran ganas de estar juntos. ¿Por qué no se lo proponemos a Carrón?». «Así nacieron nuestras vacaciones comunitarias –explica Hugo –. Hace tres años empezamos a hacer la escuela de comunidad con Julián y la amistad que ha surgido se va haciendo cada vez más intensa. Así que en una cena le lanzamos la propuesta, diciéndole: “Y si puedes, te vienes; si no puedes, nosotros empezamos». Lo propusimos a todo el grupo de la Escuela de comunidad. El primer año fuimos 200, contando con los niños. Nos acompañó don Eugenio Nembrini, con el que nació en seguida una amistad. De ahí surgió “el grupo de la cerveza”. Eugenio nos reta siempre a no dar nada por supuesto. Organizamos las vacaciones, dispuestos a cambiar las cosas si la realidad lo pide». El segundo año crece el número: son 500 personas, pero el mismo espíritu. Este año, a una semana de la salida, Pippo propone invitar los amigos de Nápoles, del barrio Sanitá, para que cuenten su experiencia y su cambio. «Desde las primeras vacaciones con ellos me llamó la atención cómo se quieren y cómo miran a la realidad, e intuía que todo esto nace de la Escuela de comunidad. De aquí no me voy, porque esto es también para mí». Este año en La Thuile eran 850. La primera noche se proyectó el vídeo de Cleuza y Marcos Zerbini. La segunda, Eugenio invita a sus amigos para que den su testimonio y entendamos que el cambio es posible para todos. «Se me ocurren siete nombres, pero hay muchos más rostros que me vienen a la cabeza».

¿Quién dice «Tú»?
El año pasado, los amigos del grupo de Fraternidad y otros más, decidimos irnos juntos de vacaciones a Santander. Éramos 20 adultos y 10 niños. Teníamos el deseo de que esos días fueran algo grande. Con este deseo organizamos las vacaciones y nos fuimos. Habíamos preparado una noche de cantos, una buena película, una visita cultural y los juegos. Una vez allí, nos fuimos dando cuenta de que una forma por sí sola no es capaz de hacer que el corazón descanse. Al corazón no le basta una forma. De hecho, comenzaron los reproches, las malas caras, los agobios con los niños. Hasta que en algún momento alguien reparó en que el problema era que el Misterio no tenía nada que ver con lo que hacíamos. «¿Quién de nosotros dice Tú cuando nos levantamos y vemos el mar? ¿Cuando rezamos o jugamos en la playa con nuestros hijos?». Toda la educación que recibimos sirve para este reconocimiento. Si reconocemos la presencia del Señor que actúa, podemos mirar de otra forma a las cosas, al amigo, a nuestros hijos, porque se convierten entonces en signo de su presencia y no en enemigo que te incordia. Reconocer al Señor, finalmente, te hace descansar. Cuando empezamos a darle espacio, las vacaciones cambiaron. Y este año, repetimos.

Una propuesta para todos
St. Moritz, agosto 2007. «Tome, es para usted». Santo, atónito, mira a los tres chicos que le entregan una invitación. Trabaja desde hace treinta y cinco años como barrendero en esta famosa localidad turística. «Le esperamos esta noche en nuestro hotel para la proyección de un vídeo sobre don Giussani y Comunión y Liberación. Luego, habrá fiesta. Tome, esta es nuestra revista Tracce». Santo mira a su alrededor, hay otro chicos y algunas madres con sus niños, que invitan a todo el mundo. Esa noche a la proyección del programa especial de Rete4 dedicado a don Giussani, Vidas extraordinarias, asisten Santo, el alcalde de St. Moritz y otras quince personas. Claudio Bottini comenta: «Para mí las vacaciones son un gesto misionero. En cualquier lugar donde se reúne una comunidad para sus vacaciones, organizamos actos públicos. Lo que vivimos a lo largo del año culmina con las vacaciones. Este año queremos proyectar el vídeo de Brasil e invitar a todo el pueblo con dos palabras que expliquen qué es CL. Llevo muchos años yendo de vacaciones con el grupo de la Escuela de comunidad y siempre aprendo. En St. Moritz seremos 500, de los cuales el sesenta por ciento tienen entre 20 y 25 años, y muchos acaban de conocer la experiencia cristiana. Vendrá don Fabio Baroncini a leernos la obra teatral Miguel Mañara, luego habrá una velada de cantos y, al final, una asamblea para juzgar la vida a la luz de los tres criterios formulados por don Gius. Cultura: la Escuela de comunidad. Caridad: un gesto preciso. Misión: entregar lo que hemos recibido».

Toda una aventura
Este año está siendo muy intenso. No sólo por mi trabajo de profesor en la universidad y por las implicaciones que la vida familiar conlleva, sino por la conciencia que voy adquiriendo de que mi historia, mi familia y mis amigos, no serían lo que son hoy si no hubiera permanecido fiel a la amistad que, con catorce años, comencé con un profesor de mi colegio, que era Carras. Una amistad que es una continua propuesta y un reclamo incansable. Por lo tanto, una historia de libertad. De este modo yo puedo ser protagonista de mi vida y también de mi verano. Reconocer y amar la verdad que se me propone es, en el fondo, lo único que permite descansar. Ya sea estando de vacaciones, ya sea trabajando. ¿Y este verano? Este verano se presenta como un lío. Todo lo contrario a la supuesta “tranquilidad” de una balsa de aceite. Y es que ahora es cuando disponemos de más tiempo para dar cabida a todas las relaciones que resultan más importantes durante el año. Lo mismo para mí, como para Gloria, mi mujer, y para mis cuatro hijos. Todos tenemos relaciones que queremos privilegiar porque son las que más nos importan. Así, mis dos hijas mayores, Marina y Leticia, se van a dos campamentos distintos. Marina, después, en julio se irá de intercambio a Washington y nosotros recibiremos a Madeleine, que viajará a Madrid desde EEUU. Mi mujer se va de pinche de cocina a un campamento que no es el de ninguna de mis hijas. Con mi hija pequeña, yo me iré a las vacaciones de fin de curso de la comunidad de Andalucía en Málaga. Serán cuatro días para compartir la vida con los amigos –seremos unos ochenta– que venimos cuidando y, sobre todo, disfrutando. Después, a finales de julio, participaré en las vacaciones del CLU en los Pirineos y, por fin, en agosto, tras la Asamblea Internacional de La Thuile, nos reuniremos toda la familia para ir en autocaravana a Italia a visitar a los amigos y participar en el Meeting de Rimini junto a unos doscientos españoles. ¡Toda una aventura! Una aventura que se juega en las grandes decisiones y, sobre todo, en los pequeños gestos de cada día. En la pregunta que surge cada mañana de adónde me llevará hoy el Misterio, y en el reconocimiento afectuoso de Aquel que obra sin parar entre nosotros. Es bonito ir aprendiendo lo que significa de verdad estar juntos. El verano es un tiempo privilegiado para aprenderlo y, así, poder descansar. Qué paradoja y qué gratitud: no hay descanso sin este trabajo, sin poner en juego continuamente la propia libertad.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página