La importancia de la razón en la vida religiosa y la relación con sus estudiantes. Un joven filósofo chino nos ofrece una mirada nueva sobre la cultura occidental. Y sobre nuestro tiempo secularizado: «Una gran ocasión para los que creen»
«Es un lugar estupendo. Lo que más me impresiona son los voluntarios, la cantidad de rostros jóvenes. Aquí se puede ver la potencia vital de la fe. Me gustaría llevar esta experiencia a China». El asombro genuino de Tianyue Wu ante el Meeting es el mismo que percibió Tobías Hoffmann hace un año, cuando se conocieron. Hoffmann, profesor de filosofía medieval en Washington, había sido invitado a la Universidad de Pekín, y no se creía lo que se encontró allí: «¡Alguien en China interesado por san Agustín y santo Tomás!». El promotor del congreso era Wu, profesor de Filosofía antigua y medieval. «Me impresionó la apertura de su mente y la libertad con la que decía que era católico», cuenta Hoffmann. «Y no sólo: en China es sorprendente el interés por el origen de la cultura occidental». Wu ha conquistado al Meeting por esto: por habernos devuelto un modo que habíamos perdido de mirar aquello a lo que pertenecemos.
Nació en 1979,el año en que se volvieron a abrir las iglesias en su país. Su intervención en el Meeting ha sido el relato de lo que significa ser católico en China. O más bien, de qué significa llevar una vida religiosa en una sociedad secular. «Vosotros y yo vivimos en una época en la que todo lo que tenemos es la vida aquí, en la tierra, y nada más». Y aquí radica, en su opinión, la emergencia de nuestro tiempo: «La persona no consigue encontrar su dignidad humana». Aplastada entre la larga tradición de secularización, la ideología atea y el ciego crecimiento económico que impone el carpe diem. Y sin embargo, la necesidad espiritual no muere. «No se consigue vivir en el vacío. La ausencia de la vida religiosa ha aumentado la necesidad de algo fuerte que sostenga la existencia. Después de todas las preocupaciones, desde la carrera hasta la casa, los hombres piensan en el sentido de la vida». Y los cristianos están llamados a vivir dentro de esta “mezcla”: «Un creyente no puede separarse de la sociedad secularizada: su testimonio sería invisible. Las condiciones de dificultad suponen una gran ocasión. En mí han forjado el crecimiento de la fe».
De niño era escéptico ante la tradición católica de su familia. «Han sido las circunstancias de laicidad las que me han obligado a comprender las razones de la fe». En la escuela le enseñaban la Internacional y una mirada sobre la religión opuesta a la que escuchaba en su casa. Un día le pregunta a sus padres: «Mostradme dónde está Dios», y ellos le llevan a un tal padre Jacob, que le da a leer libros que no le persuaden. El encuentro con la fe se produce a los catorce años. Muere su abuelo y Wu pasa tres días y tres noches en la iglesia para velar su cadáver. En ese pequeño edificio de piedra escucha resonar los cantos y las oraciones de los niños adoptados por el padre Jacob. «Todas las frases oscuras de repente se volvieron comprensibles: De profundis clamavi ad Te, Domine… La conmoción profunda de aquellos días hizo de la fe algo mío». Todo lo que sentía lejano se vuelve cercano. «Pero la fe requiere la comprensión. Y yo me puse a leer y a estudiar todos los libros de la tradición cristiana que encontraba». Hasta el punto de elegir la carrera de filosofía.
Relata los primeros cursos,el desánimo por el número tan bajo de estudiantes y cómo cambia su convicción de que el único camino hacia la verdad y la vida es una aproximación teórica. Hoy habla de sus alumnos con amor, cuenta cómo comparte con ellos el tiempo y la vida. «Se cuentan entre los alumnos más brillantes del país, y nunca aceptarían una fe barata. Yo espero testimoniarles con acciones y palabras que un hombre religioso es racional: si aceptan la fe después de haber indagado su racionalidad, su fe será estable para toda la vida. Quiero que cada uno encuentre su propio camino, y yo, para ayudarles, sólo puedo hacer bien mi trabajo y esperar. Dios es paciente. También nosotros debemos serlo». Él, con paciencia y pasión, planta en su país la semilla de una razón que es decisiva en el camino de la vida. De aquí su entusiasmo por Benedicto XVI y por el carisma de don Giussani que acaba de conocer, por lo que este carisma origina, «la fuerza vibrante que veo aquí en el Meeting».
HAN DICHO
GIORGIO NAPOLITANO Presidente de la República Italiana
La emergencia que vivimos es la de una grave forma de empobrecimiento espiritual, cultural (…). ¿Quién puede reaccionar ante esto? Puede reaccionar la cultura, (…) las instituciones, los sistemas educativos, el sistema de información. Pueden contribuir mucho las grandes organizaciones sociales, incluidas las que están inspiradas en una fe religiosa. Está también la contribución que procede, a los más altos niveles, de la Iglesia católica, que sólo los ciegos no ven.
ENRICO LETTA Presidente del Consejo italiano
En estos años no han funcionado en Italia ni la política, ni las instituciones (…).
Todos nosotros debemos ser exigentes a la hora de pedir transparencia, reducción
de gastos, responsabilidad, intercambio (…), pero hemos de saber que existe una necesidad de política de altura. (…) Cuando se me pregunta cómo lo lograremos,
no tengo ninguna duda, porque a nosotros, los italianos, nuestros padres y abuelos nos han transmitido el culto al tiempo, a la tierra y a la belleza.
JEAN-LOUIS TAURAN presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso
Creer no es sólo una realidad personal: se cree siempre dentro de una comunidad
de creyentes. Pero toda persona es libre cuando nada ni nadie le impide elegir
y decidir en función de sus opiniones o acciones. Elegir o decidir tener una relación con Dios es el acto más importante que uno pueda realizar. Por eso tal elección
y decisión deben realizarse sin coacción.
JOSEPH WEILER profesor de Derecho en la Universidad de Nueva York y presidente del Instituto universitario europeo
No hay nada en la fe judía que nos pida a nosotros judíos decir que la narración del Nuevo Testamento, por lo que respecta al resto del mundo, es falsa. ¿Cómo podemos decir a Dios cómo tiene que revelarse al resto del mundo? (...) No veo en mi fe ninguna razón para negar tu fe, y no por proselitismo, sino por razones teológicas. No puedo decir de ningún modo que Dios no pudiera enviar a su Hijo al resto del mundo.
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