En medio de las tensiones del Líbano. Ante los suicidios en la universidad de Taipéi. O en Ucrania, de celebración con los ortodoxos entre sesiones de teatro y encuentros en el trastero. El gesto con el que se ha retomado el trabajo común en los distintos países «no es la reproducción de una forma, sino una vida». Desde Ecuador hasta Costa de Marfil, una lección que toma cuerpo a la vista de todos
Kharkov (Ucraina)
Una Jornada de apertura de curso sui generis por la gente que se ha reunido en Kharkov: unas cuarenta personas, procedentes también de Kiev y de Minsk, en Bielorrusia. Sui generis porque ha durado dos días y ha comenzado con un espectáculo teatral. Los actores: un grupo de niños discapacitados de los orfanatos de la ciudad. En los años setenta, la compañía del Teatro Timur comenzó sus andanzas gracias a la idea de Vasilij Sidin, que juntó a un puñado de chicos de la calle, gamberros y ladronzuelos con la intención de ofrecerles una ocasión para salir de su situación. Gracias a esta experiencia se convirtió, y llegó a ser uno de los hijos espirituales del padre Aleksandr Men, transformando su obra en una propuesta cristiana. Sidin murió el año pasado. Gracias a su mujer, el 13 de octubre se ha podido representar “24 horas para la Gospa”, un espectáculo sobre la Virgen de Medjugorje. El tema de la obra es la misericordia de Dios y su constante invitación a la conversión.
Bastaría con esto para ver y comprender lo que puede surgir cuando un gesto “normal”, al que tal vez estamos más acostumbrados aquí, se convierte en algo “personal”, propio. No es casual que al terminar el espectáculo, Aleksandr Filonenko, filósofo de prestigio y responsable del movimiento en Ucrania, introduzca de este modo la lección de don Stefano Alberto (más conocido como don Pino): «Estamos aquí para ayudarnos a descubrir que nuestra vida es un camino, es vocación… Encontrarnos precisamente hoy encierra un gran significado». Efectivamente, el 14 de octubre la Iglesia ortodoxa festeja el Pokrov (manto), la fiesta de la Protección de la Madre de Dios: en el siglo X la Virgen salvó a los habitantes de Constantinopla de los invasores bárbaros, protegiéndoles bajo su manto. «Aquellos bárbaros éramos nosotros, los eslavos, que habíamos llegado allí procedentes de rincones lejanos de Rusia, y la Virgen se interpuso», explica Filonenko. «Con frecuencia, cuando pedimos algo a Dios esperamos que nos mande un ángel que nos resuelva los problemas. Pero sucede justamente como en la historia del Pokrov: Dios envía a personas y circunstancias que muchas veces son un problema y un desafío. Para nuestros antepasados, que habían llegado hasta Constantinopla cargados de triunfos, ¡no podía haber nada peor que ser derrotados! Pero mañana festejaremos una gran derrota que se ha convertido en una fiesta, se ha transformado en una victoria».
¿Cómo no ver en esto un hilo conductor con la lección impartida por don Julián Carrón, pocas semanas antes, y con la apertura del Año de la Fe cincuenta años después del comienzo del Concilio Vaticano II? «Este encuentro nuestro, de forma un tanto misteriosa, se sitúa en medio de todos estos acontecimientos», continúa Filonenko. «Por ello, este año el milagro y el misterio de la fe serán el centro de nuestra atención». Al final de la lección, Filonenko propone un camino; el mismo que hace él, a través de instrumentos como la Escuela de comunidad, las actividades culturales, la asociación Emaús (que se ocupa de chavales huérfanos), y Sled, la versión rusa de Huellas.
Al día siguiente, una nueva representación, esta vez en una parroquia ortodoxa a las afueras de la ciudad. Es la parroquia del padre Potapij, un sacerdote ortodoxo amigo de Filonenko y guía espiritual de los niños del Timur. Dos autobuses llevan hasta allí a los pequeños actores y a la gente de la comunidad, que asiste de nuevo al espectáculo y festeja allí el Pokrov con la liturgia ortodoxa. «Una representación teatral sobre la Virgen de Medjugorje en una parroquia ortodoxa es un evento bastante increíble», comenta Elena Mazzola, que ha venido desde Moscú.
Pero no ha llegado aún la hora de dejar a los amigos. Por la tarde, una veintena de ellos se reúnen en un trastero alquilado: normalmente se reúne aquí un grupo de universitarios que invita a algunos profesores para profundizar en temas que les importan. El domingo por la tarde acude allí Dima Strocev, poeta bielorruso, y entre una poesía y otra, se enciende el debate: la lección de don Pino ha dejado huella, y se leen bajo una luz nueva los sucesos políticos, la actualidad del país, la situación de la Iglesia en Ucrania y la tarea de los cristianos. «Ha comenzado un camino», comenta Elena. «Un camino personal que se liga a lo que uno vive. No es una realidad de gente que “copia” lo que se ha hecho en Italia en la Iglesia católica, ni la reproducción de una forma, sino una vida». Como han demostrado estos dos días tan intensos.
Libano
El sábado 13 de octubre se reúnen una decena de adultos en Jounieh, dieciséis kilómetros al norte de Beirut, en la parroquia Mar Fauca. En libanés no existe el Desciende Santo Espíritu. Se puede hacer en italiano. O también puede no hacerse. «Hemos encontrado un salmo de la liturgia maronita en árabe», cuenta Giuseppe Parma, responsable de las comunidades libanesas. «Lo hemos leído. Es significativo que el hecho de encontrarnos para la Jornada de apertura se esté convirtiendo en un gesto cuidado, un gesto suyo. A medida que hablaba y retomaba las palabras de Carrón, veía los rostros de la gente iluminarse. Pero cómo, me decía, si esa tiene a su madre enferma, el otro tiene problemas con su mujer. El matrimonio que está sentado a la derecha, que ha venido por primera vez, es ortodoxo, y escuchan conmovidos las palabras del Papa. Entonces, las cosas que se dicen en Italia valen también para aquí – concluyó –, para esta pequeña comunidad, en un país tan distinto». La historia de Francesca habría podido suceder en Beirut. La misma necesidad, el mismo corazón.
El domingo 14, en el convento de los franciscanos de Fanyoun (localidad chiita al norte de Jounieh), les toca el turno a los bachilleres. También con ellos se va al núcleo de la cuestión: comprender quién es uno, y poder vivir lo que la realidad pone delante, «bombas incluidas», dice Giuseppe. Para los chicos ha sido un año difícil: en 2011 eran cuarenta chavales en las vacaciones. Este año eran diez. Pero «la venida del Papa ha sido un hecho extraordinario: ha venido para hacer crecer mi deseo», le dice a Giuseppe Francesco, estudiante de bachillerato. «Nos ha dicho que podemos vivir bien incluso en un lugar agitado como este».
Taiwan
El domingo 14 de octubre comienza la Jornada de apertura con el recitado del Desciende Santo Espíritu y de la Hora intermedia en chino, en Xinzhuang (New Taipei City), en la parroquia de San Pablo. Hay unas treinta personas escuchando a don Emmanuele Silanos mientras propone las palabras de Julián Carrón y de Davide Prosperi en la Jornada de apertura de Milán. A continuación, media hora de silencio y asamblea. Para terminar, cena y cantos.
«El reto es hacer que los taiwaneses perciban que están en comunión con el resto del mundo, superar el “síndrome de la isla”», dice don Emmanuele, que vive en Taipéi desde hace años. «Lo que Carrón ha dicho en Italia es también para ellos. Poder mirar los hechos que más han tocado a la comunidad en estos meses – el bautismo de Sara y de Estella, el drama de los suicidios en la universidad – y poder dar un juicio ha sido un paso decisivo». Ha impresionado mucho la historia de Francesca, citada por Carrón. «Una amiga nuestra, que es psicóloga, preguntó en la asamblea: “La primera vez que te dicen que tienes un tumor puede vencer la fe, pero la segunda vez, ¿cómo puedes evitar pensar que la vida es una tomadura de pelo? Yo no quiero esperar a tener una enfermedad y descubrir que todo es falso. Me interesa saber ahora dónde está mi consistencia”».
Otras intervenciones expresan qué quiere decir seguir un camino. La señora A-mei tenía que recuperar el dinero que le debía un cliente. En el trabajo, el otro puede ser un adversario, un obstáculo, o «una ocasión que el Señor me da para hacerme madurar. Con ese cliente he cambiado de actitud, él se ha dado cuenta y ha seguido haciendo pedidos». Steve fue bautizado hace algunos años. Dio su disponibilidad para entrar en el consejo parroquial de su zona, pero recibió graves amenazas. Finalmente, el culpable confesó. «Desde que os conozco, no sólo he conocido a Jesús», cuenta Steve, «sino que he comprendido también cómo se puede perdonar».
COSTA DE MARFIL
«Cuando se habla de circunstancias difíciles, aquí lo entienden estupendamente». Marco Bertoli es médico psiquiatra. Originario de Friul, tiene desde 1997 un vínculo especial con Costa de Marfil. El pasado domingo 21 de octubre, con la ayuda de Valeria Roffi, de Lugano, ha desgranado en francés la lección de don Carrón en el convento de los capuchinos de Angré, localidad cercana a la capital Abidjan. Escuchándole había unas veinte personas, representantes de las cuatro comunidades del movimiento esparcidas por todo el país. «La lejanía y el coste del viaje ha dificultado que estuviesen todos presentes». Estaba Jacques, el responsable de la comunidad local, biotecnólogo. También estaba el padre Simeone, sacerdote diocesano de Abidjan. «Ahí se han quedado sin sacerdote, y él puede ser una ayuda para la comunidad, a la vez que él necesita de gente que siga un carisma», dice Bertoli. Costa de Marfil ha sobrevivido a una larga guerra, y todos sus habitantes, de un modo u otro, han conocido su violencia y han pagado un precio (fuera del convento, durante la reunión, había personal armado). ¿Qué es lo que más les ha sorprendido de la lección? «La palabra “renazco”», cuenta Bertoli: «Es decir, si uno hace experiencia de la fe consigue mantenerse en pie ante la oscuridad. Aquí la gente no se lamenta, pero poder mantenerse con una humanidad distinta ante las situaciones graves de la vida es una cuestión que ha centrado el tiro». Ha habido otro punto iluminador: «La referencia a san Pablo náufrago: Dios no ahorra nada, ni siquiera a los más cercanos. Pero todo, todo, sirve para madurar, para que uno viva mejor. ¿Cómo no sentirse querido a cada instante?».
ECUADOR
Aquí han podido ver cómo la «vida como vocación» toma forma pocas horas después de haber participado por vídeo en la lección de Julián Carrón («en español, por primera vez: un acontecimiento»): a medio día las ochenta personas que se habían reunido para la Jornada de apertura de Ecuador suben en autobús al Santuario de Guapulo.
Allí se casan Vidal y Sara. No han podido estar por la mañana en el encuentro («habrían querido estar, pero no lo han conseguido: habían venido todos sus familiares…», cuenta Stefania Famlonga, responsable de la comunidad), pero sí por la tarde: «Han querido que fuese un gesto: cantos y bailes y una fiesta como las que hacemos habitualmente. Verles decir “sí” a Cristo y percibir el nexo con lo que acabábamos de oír ha sido algo inmediato».
La Jornada de apertura tenía lugar en la Hostería Pukará, un pequeño resort en el valle de Tumbaco, a las afueras de la ciudad. La introducción, el vídeo, tres cuartos de hora de silencio. Después asamblea, para contarse el impacto. «Un gran impacto, de los fuertes», cuenta Stefania: «Ha sido fácil, tal vez más que otras veces, reconocer el nexo inmediato entre lo que se estaba escuchando y lo que uno vive. Muchos estaban conmovidos. Muchísimos dijeron: me hablaba a mí». Como Pato, que entre la lección y la asamblea recibe una llamada de sus padres: su sobrino acaba de morir de leucemia. «Una provocación fuerte. Pero él dijo enseguida: me doy cuenta de que lo que nos ha dicho Carrón pasa por aquí. Ha sido como ver la lección en acto». O Pancho, que se casará en diciembre, y «ha comprendido mejor qué supone el paso que va a dar».
Después de comer, todos a la boda. Y más tarde vuelven a Tumbaco, para la fiesta. Cantos y marimba hasta la una. Y conmoción, verdadera conmoción. «Su “sí” era también nuestro. Ver ahí a dos personas para los que la vocación se cumple hasta en la forma es un signo». ¿De qué? «De que la experiencia que estamos haciendo es verdadera».
FRASE?DESTACADA
«El Señor llama a todos a reconocer la esencia de su propia naturaleza de hombres, que es estar hechos para el infinito. Esto es lo que documenta la Revelación: que todo lo que se nos ha dado se nos da para nuestra maduración, se nos da para crecer en esta autoconciencia. Por eso podemos decir que este es el tiempo de la persona, el tiempo de cada uno de nosotros, porque cada uno es llamado, a través de esas circunstancias particulares, a responder a Cristo que le llama»
Julián Carrón
«La dependencia originaria constituye la verdad de nosotros mismos: somos fruto de un acto de amor de Dios. ¡Existimos! Y ningún error, ninguna distracción, ninguna circunstancia, ningún dolor puede eliminar el hecho de que yo existo. Y, si existo, por el hecho de existir, el Misterio que me hace me está gritando: “Tú eres un acto
de amor Mío”»
Julián Carrón
GS
«También nosotros queremos ser “vergonzosamente felices”»
Eran más de mil los chavales que escucharon a Carrón en la Jornada de apertura de curso de GS. Nos hemos dado una vuelta por Italia para ver el impacto que ha producido, y el trabajo que está empezando…
Paolo Perego
«¿Piensas alguna vez en el futuro, Linus?», pregunta Charlie Brown. «Oh sí… Siempre». Pero Charlie insiste: «Y, ¿qué piensas que te gustaría ser de mayor?». «¡Me gustaría ser vergonzosamente feliz!».
Una tira de los famosos Peanuts, que un profesor de un liceo de Bolzano muestra a dos alumnas. «También nosotras queremos serlo». Siempre, aunque parezca una utopía, dicen Caterina y Elisabetta. Pero la pregunta permanece, y es tan vital que desemboca en una asamblea pública: «¿Se puede ser “vergonzosamente feliz” en la escuela?».
Lo cuenta don Julián Carrón leyendo la carta de las dos chicas en la Jornada de apertura de GS en Milán, el pasado 6 de octubre. «¿Quién no desea esto?», pregunta Carrón a los mil cuatrocientos bachilleres reunidos en el teatro Dal Verme y a todos los que están conectados en directo desde decenas de ciudades italianas. Ha tenido lugar hace poco. Pero hemos tratado de dar una vuelta por Italia para ver el impacto de sus palabras, y para sorprender el comienzo de un trabajo.
«No podemos llegar a esta felicidad si no es a través de las circunstancias de nuestra vida», dice la frase que ha subrayado Nicola, bachiller de Brianza: «Algo así cambia radicalmente la forma de mirar cada día», dice ahora. Él, que no quería ir a la Jornada de apertura. Pero ese sábado, en la comida, le salta una alarma. «El Misterio espabilado ya desde por la mañana…», dice él. Que hace saltar por los aires los proyectos: la mañana tranquila, la tarde con los amigos.
Que no basta la felicidad te lo dicen todos. La quieren dentro de las cosas de todos los días. Dentro de los deberes de matemáticas que no salen, como Chiara, de Roma: «Estaba triste, y no me encontraba bien». ¿Dónde está toda la belleza que había visto en la Apertura de curso y en los días siguientes? «¿Acaso soy sólo esto? ¿Una a la que no se le dan bien las mates?». Una pregunta que no consigue acallar: «Me he sorprendido pensando: “Pero yo estoy hecha para la felicidad”». La tarea no ha salido bien, los ejercicios que no salían siguen sin salir. Pero incluso físicamente estaba mejor: «Volvía a casa y tenía el corazón lleno de alegría».
También está Letizia, que habla del “amor a sí misma”. «El profe me lo decía siempre: “Deberías apreciarte más a ti misma”». Una conversación con él, la Apertura de curso… «No se trata de ser orgullosos, no. No depende de mí. Ya lo he entendido», piensa. «Sólo que luego la dificultad llega enseguida». El estudio se vuelve agobiante y aburrido, los compañeros insoportables. Hasta que una compañera suelta en medio de todos: «Estoy aburrida del día. Estoy insatisfecha». Estaba como ella. «Y yo, que ya había decidido convivir con el aburrimiento…», dice Letizia. «Me giré hacia ella agradecida. Me pedía ayuda. No pude evitar mirar lo que me había sucedido, y se lo conté. A la vez, me daba cuenta de que crecía mi afecto por mí misma al revivir aquel encuentro. Y estaba contenta como nunca. Incluso delante de los deberes de griego en la hora siguiente. Me sentía “preparada para todo”, como Carrón nos había dicho del ciego de nacimiento».
Para Federica, de Perugia, el eco de aquellas palabras resuena ante una obra de Kafka, Carta al padre. «Un libro inútil». Lleno de lamentos, de búsqueda, de espera vana. «Como si Kafka tendiese a ese “falso infinito” del que hablaba Carrón. Qué impresión escuchar esas palabras». De este modo, Kafka se convierte en una provocación: «Una ocasión», dice ahora Federica. Para ser, en el fondo, «vergonzosamente felices».
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón