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Huellas N.9, Octubre 2008

CL

Huellas en la universidad

a cargo del CLU

PUNTO&APARTE

Un saber a la altura de nuestras exigencias

Publicamos el texto que un grupo de universitarios de Madrid ha realizado y distribuido con ocasión del inicio de curso académico


Comienza el curso. Los estudiantes volvemos a la universidad y empieza el día a día otra vez. Como en todo inicio, surge en nosotros de forma potente el deseo de aprovechar el tiempo, de disfrutar de la universidad, de entender los nexos entre las cosas, de alcanzar el significado de todo lo que estudiamos: desde la estructura de un poema hasta el funcionamiento del aparato digestivo, los motivos de la crisis económica o el funcionamiento de un motor de dos tiempos.
Pero este verano algunos hechos nos han impactado de modo especial. La catástrofe de Barajas, el reciente atentado de ETA, o el enésimo episodio de un joven que la emprende a tiros con sus compañeros de Instituto (o simplemente las mil circunstancias que cada uno de nosotros ha debido afrontar) nos han enseñado que el deseo de entender es más grande de lo que pensábamos. Necesitamos una respuesta a las preguntas e interrogantes que nos surgen: ¿por qué vale la pena vivir? ¿Qué sentido tiene mi estudio? La exigencia de significado que nos urge en este inicio de curso, cuando nos ponemos a estudiar, no puede ser ajena a estos hechos, es más, se trata de la misma exigencia.
Hace poco Benedicto XVI retaba al mundo universitario afirmando que “la universidad jamás debe perder de vista su vocación particular a ser una universitas, en la que las diversas disciplinas, cada una a su modo, se vean como parte de un unum más grande”. Por eso, seguía diciendo, es esencial que la tarea universitaria se abra al interrogante existencial del sentido de la vida misma de la persona. La investigación tiende al conocimiento, mientras que la persona necesita también la sabiduría, es decir, la ciencia que se manifiesta en el “saber vivir”.
Nosotros deseamos que la Universidad sea un lugar en el que aprendamos a “saber vivir”. No podemos limitarnos a adquirir conocimientos parciales. Es un tiempo para aprender a vivir, un tiempo para un saber a la altura de nuestras exigencias.


CONGRESO EN ROMA
Emmanuele Michela
La razón y la fe de quien ama la verdad


Ninguno de ellos se hubiera imaginado un encuentro así: los protagonistas son algunos estudiantes de Filosofía de la Universidad Católica de Milán invitados al congreso “The Grandeur of the Reason” (La grandeza de la razón) organizado en Roma del 1 al 4 de septiembre por el filósofo anglicano John Milbank y el teólogo estadounidense Stanley Hauerwas.
Ya en los primeros días, tuvieron alguna dificultad para seguir el encuentro, ya que trataban temas de alto nivel teológico y se hablaba sólo en inglés. Los seis amigos, aún así, intentaron entender lo más posible: pedían los textos de las intervenciones, hacían preguntas con el poco inglés que sabían. De ahí en adelante no han faltado las sorpresas: sobre todo el encuentro con el arzobispo de Granada, Javier Martínez, que los animó: «Mirad que aquí está todo. Yo tampoco entiendo muchas cosas, pero el núcleo de personas que está detrás de este encuentro es gente que ama realmente la verdad». También conocieron a Nathan-un americano convertido recientemente al catolicismo gracias a los textos de san Agustín y a los discursos de Benedicto XVI- y a otros estudiosos anglicanos y luteranos que conocían a la perfección algunos textos de don Giussani; su deseo de conocer a Cristo es tan grande que no han puesto ningún tipo de impedimento para leer textos de un cura católico italiano. Forman parte del “Radical Ortodoxy”, un movimiento fundado por Milbank en el que encuentran sitio anglicanos y protestantes unidos por su credo, entendido como un elemento del que parten para juzgarlo todo. Estos teólogos y filósofos tienen la conciencia de que aquello que estudian puede cambiar el mundo, no por su inteligencia, sino por la verdad de su fe, que sin la encarnación de Cristo quedaría drásticamente limitada.


DE PARÍS A LOS ATENEOS
Matteo Forte
El Papa se sienta en la cátedra y la universidad vuelve a debatir


Después de Ratisbona y La Sapienza, el diálogo entre el Papa Ratzinger y los intelectuales y académicos da un paso más. En este caso, gracias a la visita de Benedicto XVI al Colegio de los Bernardinos de París, justamente al cumplirse dos años de Ratisbona. El discurso no ha tenido la resonancia mediática de los precedentes, pero esto no significa que tenga menor valor. Para comprobarlo los chicos del CLU estan difundiendo el texto del Papa en muchas universidades. El Papa tiene mucho que decir al pensamiento contemporáneo. Podemos pensar, por ejemplo, en «la multiplicación irracional de derechos a la que estamos asistiendo» dice Marta Cartabia, catedrática de Derecho constitucional en la Universidad Bicocca de Milán. «El Papa ha enmarcado con insistencia el drama de nuestro tiempo, que se mueve entre dos polos, el del arbitrio subjetivo y el del fundamentalismo: “Sería algo terrible si la cultura europea de hoy entendiera la libertad como la ausencia total de vínculos, favoreciendo de este modo el fanatismo y el arbitrio. Ausencia de vínculos y arbitrio no implican libertad, sino su destrucción”. En nuestra época, libertad y verdad se reducen a caricaturas de sí mismas: la libertad es puro arbitrio y la verdad es fundamentalismo» explica. «Las batallas por los nuevos derechos están dominadas por la consigna de la libertad, entendida como ausencia de vínculos, como anti-prohibicionismo. A estas batallas “libertarias” se reacciona con fundamentalismos de todo tipo. Ambas posiciones separan artificialmente libertad y verdad y las contraponen». Pero, ¿es posible concretar una “razón creativa” que dé fundamento a la convivencia pacífica entre hombres y pueblos (considerando los diferentes contextos sociales, políticos y culturales)? «En el mundo jurídico contemporáneo –prosigue Cartabia– hay un gran soberano querido por todos: la voluntad. Lo que es querido por el Parlamento y por el Pueblo es ley, permitir al sujeto actuar como le apetezca es libertad. Este dominio de la voluntad sólo se redimensiona de alguna manera gracias a los valores constitucionales. Estas son las grandes conquistas de las democracias liberales contemporáneas, que han superado la tiranía de los poderes arbitrarios y opresivos de los siglos pasados. Habiendo realizado estas conquistas, hoy es necesario llevar el derecho a una dimensión cognoscitiva, valorizando el principio de razonabilidad que todos las ordenamientos jurídicos reconocen como fundamental». Después subraya: «El uso de la razón no es exclusividad del mundo científico y tecnológico: toda dimensión humana se nutre de ello. Si la voluntad y la decisión son factores constitutivos imprescindibles del derecho positivo, es necesario que la voluntad y la decisión sean razonables si no queremos volver a caer en el puro capricho y en el arbitrio. Todo ejecutor del derecho está llamado a contribuir a la “experiencia jurídica” –como decía un gran jurista italiano, Giuseppe Capograssi– investigando la razonabilidad dentro del orden de las cosas, de los hechos y de la vida social». Concluye Cartabia: «Esto exige la actitud “sensible a la verdad” o “deseosa de encontrar lo que vale para siempre”, mirando las cosas penúltimas en función de las últimas: esto es lo que permitió a los monjes dispersados por todos los rincones de Europa levantar una cultura interesada en todos los aspectos de la vida humana, como recuerda el discurso del Papa».


DESPUÉS DEL MEETING
Lorenzo Margiotta
Tras esos barrotes empieza otro modo de estudiar


Un hecho extraordinario es algo que nunca se puede olvidar. Sin embargo, se puede traicionar o relegar al pasado. También quien ha trabajado en un evento extraordinario como el Meeting corre este riesgo. Pero, para el grupo de universitarios que ha colaborado en la exposición sobre la cárcel, no ha sido así. «Hagamos la prueba –se dijeron volviendo a casa– veamos si todo lo verdadero que hemos visto en Rimini no se vuelve falso ante nuestros ojos. Para descubrirlo, la primera ocasión fue un encuentro con Giorgio Vittadini. La exposición “Libertá va cercando” fue capaz no sólo de conmover con las famosas anécdotas de Franco y de los otros presos, sino también de sugerir una novedad de cara al estudio y a las profesiones jurídicas. Y el mismo Vittadini subrayó: «Lo que habéis visto os ayudará en vuestro estudio. Si no fuera así, el Derecho se convertiría en un mecanismo, una técnica. En cambio, las leyes son el modo con el que el hombre se ayuda a sí mismo y a los demás, no es una convención social sin preguntas ni respuestas. Vivid esto, buscad esto durante el curso, en vuestro estudio: tened en vosotros una pasión crítica sobre todo lo que estudiáis». Pero, ¿cómo mantenerla viva? «Es útil vuestra implicación y sobre todo vuestro juicio –prosigue Vittadini–. Los instrumentos pueden ser muchos: la asociación universitaria “Lucerna Juris”, la caritativa en Beccaria o los exámenes dentro de vuestro plan de estudios». La conversación sigue adelante. Cada respuesta abre nuevas preguntas. Entendemos cuál es la complejidad de las propias asignaturas, algo que nos permite amarlas de verdad dentro de una comparación permanente con la propia vida.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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