LIBRO RECOMENDADO
Mijaíl Bulgákov
El maestro y Margarita
(Traducción de Amaya Lacasa Sancha)
Alianza, Madrid 2012
pp. 528 – 10,00 €
Lo que encaja a la perfección
Emmanuel Éxitu
Es ciertamente un libro de dimensiones inagotables. La primera se puede definir irónicamente como anchura: la sociedad comunista conformada por los «enemigos de todos los misterios», donde lo que no se puede explicar no existe. Dentro de este búnker sin ventanas – muy parecido al nuestro –, un indomable supersticioso como Bulgakov insufla el viento cálido de los cuentos populares, reino de la educación a lo posible. En el choque entre fantasía y realidad, el autor despliega su grandioso estilo cómico. A este infierno terrenal llega Satanás y, con sus palabras y obras, pone constantemente en ridículo al homo sovieticus. Quien se cruza con él por el camino pierde la cabeza (tema recurrente tanto en el sentido de ser decapitado como en el de volverse loco). Se trata de un diablo muy especial porque trae fuego y confusión, pero lo hace desenmascarando el mal: ¿de dónde viene de verdad este Extranjero?
Esta dimensión ancha, lo cómico, se dispersa, y da paso a la altura de la historia de Pilatos, que por cobardía abandona al Inocente (un casi Jesús como Satanás es un casi Satanás: el planteamiento es ambiguo, no coincide nunca perfectamente con la estricta ortodoxia). El estilo va subiendo de tono hasta alcanzar lo trágico: opresivo como el Imperio que vive sólo de intrigas y traición, tormentoso como el vacío que estrangula a Pilatos cuando éste comprende que «se ha dejado escapar algo irreparablemente». (A propósito, Pilatos, al que atormentan continuamente crueles dolores de cabeza, sólo se verá curado en los breves instantes que pasa con Jesús).
En Margarita la novela adquiere su dimensión de profundidad, pues es la única que le planta cara a Satanás, no porque sea buena, sino porque está enamorada. El estilo se afina cuando entra en escena ella: bella, inteligente, rica, esposa de un joven guapo, exitoso y enamorado. «En fin… ¿era una mujer feliz? No, ni por un momento». La felicidad empieza cuando encuentra al Maestro, autor del libro sobre Pilatos que la crítica ha hundido, y se acaba cuando él desaparece. Al arreciar el amor, lo cómico y lo trágico se apartan, revelando un núcleo de humanidad que lo va asimilando todo y que exige un cambio de tono. Aquí se requiere un tono “dramático” porque Margarita tiene un objetivo, casi podríamos decir una tarea: volver a encontrar a su amado. Y lo logra. «Donde no te lleva el diablo te lleva la mujer», dice un proverbio ruso. ¿Es esta una victoria? De ninguna manera. Vuelve al final lo trágico: los dos amantes reciben en premio el “eterno refugio” imperturbable, que nada tiene de paradisiaco. El búnker se desploma, pero fuera no hay nadie: la inextinguible aspiración nostálgica de lo humano sigue intacta en cada línea y no deja de tender hacia otra cosa.
Bulgakov es un poderoso narrador porque es un místico: quiere ir al fondo de la realidad cautivado por la atracción del Misterio. Lo prueba el incipit: el director de una revista rechaza el poema anticristiano que había encargado porque es un error crear a un Jesús sombrío pero vivo, es preciso demostrar que se trata tan sólo de un mito. En este momento, aparece en escena Satanás y lo desmiente por la simple razón de que él estuvo allí, cuando Jesús vino a la tierra. «Este es el hecho. Y el hecho es lo más testarudo del mundo». Este hecho encaja a la perfección con el corazón humano: no le dejará nunca tranquilo, sino que prenderá fuego en él. Del corazón siempre se puede escapar, y así perderse, pero nadie ni nada puede impedir que arda: así sucedió en la Pascua de 1929, así el pasado 25 de enero, así sucede todos los días hasta el fin del mundo.
Joseph Fadelle
El precio a pagar
Rialp, 2011
pp. 208 – 16.00 €
Nos habla este libro de la historia de conversión al cristianismo de su autor, iraquí musulmán y heredero de una reconocida estirpe de la capital de Iraq, Bagdad. Contada de manera sencilla y breve, su historia no tiene nada que envidiar a las mejores novelas y películas de huidas de cárceles o campos de concentración. Dicho sea de paso, el capítulo de las fugas del tercer tomo de Archipiélago Gulag de Alexander Solzhenitzin es increíblemente mejor y más intrigante que cualquier película del género. Con la salvedad de que tanto esta historia como el capítulo de Archipiélago Gulag hablan de historias reales acaecidas en pleno siglo XX. La historia de Mohamed, ahora llamado Joseph, nos recuerda algo esencial dentro del mundo actual: la objetividad de la experiencia religiosa.
Como se comprueba al leer la historia de un joven musulmán convencido, que, en contacto con un compañero cristiano mientras hacía el servicio militar y entrando en relación con él para convencerle del error del cristianismo, se convierte inexplicablemente a la religión de Cristo.
Se nos recuerda la existencia de un Dios vivo que llama a hombres y mujeres por todo el mundo para sí y cómo esta experiencia se adecua al corazón y deseo de cualquier persona de este mundo, sea cual sea el origen y cultura de la que provenga. Sólo hace falta, como en los 2.000 años de existencia del Cristianismo, personas que vivan la fe con sencillez en medio de los quehaceres del mundo, porque el resto, lo que llamamos la gracia de la fe, es el mismo Dios vivo hoy quien se encarga de darla (dato que se nos olvida con frecuencia). Semejante testimonio de objetividad es un baño de gracia para el lector empapado de una cultura como la actual donde el terreno de lo humano y la experiencia es fundamentalmente algo opinable, sin base alguna racional y razonable, donde cada cual opina según su antojo.
Además de poder reconocer de nuevo el espectáculo del Dios vivo que profesamos, se observa una segunda característica: por este Dios vivo merece la pena incluso dar la vida. Viene a la memoria de nuevo la increíble frase pronunciada por Cristo: «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo?». Libro ideal para nosotros cristianos occidentales que vamos olvidándonos por el camino de los años la potencia infinita de Aquél con quien tratamos todos los días. Como reza el salmo: «¿Qué Dios es tan grande como nuestro Dios?».
(Jesús de Alba)
Aharon Appelfeld
Flores de sombra
(Traduc. de Raquel García)
Galaxia Gutemberg, 2012
pp. 272 –18,9 €
El gueto en el que han sido confinados los judíos va a ser liquidado por los nazis y sus habitantes deportados a los campos de concentración. Conocedora del destino que les espera, la madre de Hugo, un niño de once años, sólo piensa en cómo salvar a su hijo. Finalmente encuentra a Mariana, una joven que trabaja en un burdel, quien acepta ocultarlo en la recámara de su habitación. Mariana es una chica infeliz que noche tras noche recibe en su habitación a soldados y oficiales nazis y odia lo que ha hecho con su vida forzada por las circunstancias. Sentado en la oscuridad de su escondrijo, Hugo escucha los ruidos y las conversaciones y va tomando conciencia de las masacres que se perpetúan y de la sexualidad que despierta. A la vez que mantiene al lector en vilo sobre el destino de los dos protagonistas, la novela se convierte en un maravilloso canto a la amistad primero y al amor después en un mundo en plena destrucción. A medida que la novela se acerca a su desgarrador final Aharon Appelfeld, con una profunda comprensión de lo que significa ser humano, describe con creciente maestría el renacer de la vida después de la tragedia.
Vasili Grossman
Por una causa justa
(Traduc. de Andréi Kozinets)
Galaxia Gutenberg, 2011
pp. 1.079 – 26 €
«Publicada en 1952, una década después de los hechos narrados, el libro de Grossman se convierte, desde la primera línea, en una lección de historia, política, sociología, psicología y de la condición humana en momentos extraordinarios. 1.079 páginas en las que viven más de 200 personajes cuyos destinos recuerdan a la gran narrativa rusa que busca retratar el curso del Tiempo germinado de Historia. Y con ellas un mosaico de la sociedad soviética de la época y sus seres en todos sus matices. Muchos de ellos aparecen en Vida y destino. Pero en medio de toda esta desolación, de la tragedia que se abate sobre Stalingrado, y sobre el propio Grossman, éste no se olvida de la verdadera Vida y su aliento superior; del amor, la bondad, la nobleza, la comprensión, la belleza: “En momentos como aquel, el hombre percibe la luz, el espacio, el susurro, el silencio, los olores dulces y las caricias de la hierba y las hojas en su hermoso conjunto: todas aquellas centésimas o, tal vez, milésimas y millonésimas partes que componen la belleza del mundo. Aquella belleza, la auténtica belleza, sólo quiere transmitir al hombre un mensaje: la vida es un bien”. Y eso es lo que recuerda Vasili Grossman en esta novela dura y conmovedora».
(Winston Manrique en Babelia / El País)
Joseph Pierce
Roy Campbell. España salvó mi alma
LibrosLibres, Madrid 2012
pp. 406 – 22 €
¿Por qué proclamó el poeta surafricano Roy Campbell (1901-1957) que España había salvado su alma? Porque fue en Altea donde en 1935 completó su conversión al catolicismo. Porque el sacerdote que le bautizó fue luego asesinado en odio a la fe. Porque en 1936, en Toledo, vio caer mártires a sus amigos carmelitas. Porque ellos le confiaron en custodia los manuscritos de San Juan de la Cruz. Porque se jugó la vida para impedir su destrucción por los milicianos. Porque tradujo al inglés con belleza aún no igualada los versos místicos del santo. Porque vació su espíritu en el más intenso poema sobre la guerra civil, Flowering Rifle. Porque apoyó al bando nacional ante la amenaza que suponía el comunismo para la civilización cristiana. Roy Campbell conoció el Oxford de una época literariamente irrepetible. Se vinculó a Virginia Woolf y el círculo de Bloomsbury y se desvinculó después ante el desprecio de aquel progresismo decadente hacia las virtudes más elementales. Su mismo matrimonio con Mary Garman, a pesar de que se amaron sin fisuras hasta el final, lo sufrió en sus propias carnes. Y fue amigo de C.S. Lewis, Evelyn Waugh, TS Eliot y JRR Tolkien, quien vio representado en él uno de sus personajes de El Señor de los Anillos: nada menos que Aragorn. Una vida, pues, que valía la pena contar, y que la contase un biógrafo de renombre como Joseph Pearce, rescatando para España la memoria de un hombre que la amó hasta sus últimas consecuencias.
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