EL BIEN, ORIGEN Y FUENTE DE LA REALIDAD
El hecho de vivir una temporada dura en lo que se refiere a algunas relaciones importantes, un periodo de mayor exigencia en el trabajo y el verme reclamado a medirme con las preguntas (a veces la incomprensión) de algunos amigos, ha compuesto una ocasión privilegiada para verificar a fondo el camino del capítulo X de El sentido religioso. Lo primero que he verificado es que en ningún momento, por doloroso y opaco que haya sido, he perdido la certeza última de que la realidad es positiva. Veía a la gente enfadarse por esto y me obligaba a ir al fondo de esta conciencia. Más aún porque yo atravesaba a veces el desierto. Recuerdo una mañana muy temprano en que, llevando a cuestas ese dolor, me vi conducido por la invitación de la Escuela: empecé a mirar al cielo y a la tierra, a la gente que salía camino al trabajo, gente que ríe y que llora, que trabaja y sufre, y me miré a mí mismo, no a mis lamentos, sino a mi corazón. Empecé a mirar la realidad como signo, sin detenerme en la apariencia sin dejar que “mi problema” bloqueara el recorrido de mi razón. ¿Qué era todo eso sino un deseo incontenible de vida, un deseo de plenitud y de significado? Fue una intuición tremenda de que la vida (incluso en medio del dolor) es muy buena, porque anhela el Infinito y porque la realidad está llena de sus huellas. Me vino a la mente un texto de Vasili Grossman en su libro Por una causa justa: «La belleza del mundo sobrepasó aquella noche su cota más alta, hasta tal punto que nadie pudiera dejar de reparar... ni de pensar en ella. Semejante triunfo de la belleza sólo se manifiesta cuando…, también el obrero que acaba de terminar su jornada y el caminante con los pies llagados abarcan lentamente con la mirada la tierra y el cielo, olvidándose del cansancio (…). Aquella belleza, la auténtica belleza, sólo quiere transmitir al hombre un mensaje: la vida es un bien» (ver sección de Lectura, p. 57). Me impresiona que Grossman era agnóstico y comunista cuando escribió esto, su libro es un gran servicio a la causa del Partido, pero es de una belleza increíble porque rompe las costuras de la ideología y deja hablar continuamente al corazón. La verdad es que el mal con el que nos topamos dentro y fuera de nosotros mismos no explica nada, si acaso nuestra debilidad. El Bien es el origen y la fuente de la realidad, lo que explica los montes y los ríos, la aventura de mis hijos, mi propio corazón que late y no se conforma. En estos meses he visto que lo más evidente (mucho más que la enfermedad o el fracaso) es lo que cantamos en Povera voce: «La nostra vita, canta con un perché». Para mí el trabajo de la razón y de la libertad, y el reconocimiento de la contemporaneidad de Cristo han ido de la mano. El primero es absolutamente necesario, pero a la larga imposible sin el segundo. Y el segundo, cuanto más vivo es, más exige a la libertad y a la razón que se jueguen dentro de cada circunstancia. Yo no sería nada sin el Movimiento, sin el carisma, sin la compañía y la corrección, sin el reclamo constante de tantos amigos para que mantenga despierto el corazón y no se convierta en piedra.
José Luis, Madrid (España)
KILOS DE GRACIA
Desde hace algún tiempo, me llama la atención que nuestro pequeño “sí” a las responsabilidades que implica el Banco de Alimentos suscite un interés en los demás. Una amiga me dijo: «Pensar que ese interés que manifiestan otras personas es momentáneo y circunstancial, es una tentación que debo mirar y corregir continuamente». Desde hace un tiempo disfruto viendo como una persona se interesa por otros aunque sea sólo por un instante, como realiza una acción gratuita con alegría o con un sentido. Es un regalo del Señor para mí. Yo con mi fragilidad sé que no es mucho lo que puedo hacer, pero también sé que es mucho lo que “puedo ser”. Así, siempre que hago algo por el BdA con mis amigos, agradezco el solo hecho de verlos, y también conocer a las personas de las instituciones que van a buscar las donaciones. Mientras cargaba alguna caja, pensaba: «Pero si esto es un ¡milagro!», y me acordé de don Gius y del caballero con el que habló para que empezara en Italia el Banco de Alimentos y de las miles de personas que hoy participan de esta iniciativa. Veo como el Señor vuelve a cumplir mis deseos, a mostrarme su amor, nos vuelve a invitar a ser libres. Creo que eso es lo más importante, ser libres frente a un fracaso al igual que frente a un éxito. Esto lo he aprendido colaborando con el BdA, ya que lo más importante es el crecimiento de cada uno de los voluntarios, para mirarnos por lo que somos, dar gracias porque existimos y poder amar y ser amados a través de lo que se nos pide. Así crece la certeza de que «cada momento tiene un peso infinito», y yo puedo gozar de ese momento, de esos kilos de gracia infinita.
Angélica, Santiago (Chile)
UN CAMPAMENTO DE GS DIFERENTE
Ya hacía unos dos años que nos veníamos juntando las comunidades del interior de Argentina, antes del comienzo de clases. Pero esta vez, después de las vacaciones de Tanti 2012 en los primeros días de enero, surgió un deseo de nosotros los chicos. Los adultos no creían posible un encuentro de todo el país, por tema de tiempo y de dinero. Pero el deseo pudo más. Lo primero que hicimos fue elegir el título, el texto que nos guiaría y la película que íbamos a ver. Para poder tener el sí de los adultos responsables teníamos que presentarles una propuesta firme y motivada. Una vez elegido el contenido, había que pensar en la comida, el lugar y demás. Unos amigos muy queridos, padres de unas chicas de GS, nos prestaron su quinta. El lugar es hermoso y tiene espacio. Nosotros pensamos en una cantidad aproximada de 60 chicos, pero los confirmados fueron ¡105! Todo un desafío. Los responsables de GS estaban en Brasil, en el encuentro de responsables de CL de América Latina. Medio que estábamos a la deriva. Pero todo tiene solución, y el deseo pudo más. En las vacaciones del mes anterior se había despertado en todos los que participamos el deseo de una amistad verdadera, que no dependa ni de la distancia ni del tiempo, sino del deseo de compartir una vida. Los días de organización fueron únicos. Ver a alguien entusiasmado es una cosa, ver a tu amigo con sed de verdad es totalmente distinto. A la comunidad de Sunchales nos tocó ver la película y hacer una conclusión. Y también decidimos hacer un cartel con el título, pero decidimos hacerlo a lo grande. Propuse hacerlo personalizado, que las letras tuviesen nuestra personalidad. Dejar todo en cada paso. Para mí fue hermoso vernos trabajando. Y nos daba gusto. Una amiga muy querida decía: «Eran las 3 de la tarde, calor de 40 grados, y no me importaba estar encerrada trabajando en el cartel; en cambio, si mi mamá me hubiera pedido algo, seguro que me habría quejado». No es muy difícil de explicar. Cuando pongo todo mi interés en algo y lo comparto con otros, pueden ser las 3 de la tarde y yo estoy feliz de hacer lo que estoy haciendo, porque no estoy sola. Llegó la tarde del día 17, y la comunidad de Rafaela y Sunchales ya estábamos en la quinta organizando todo para recibir a los amigos. El campamento fue para mí un acontecimiento inigualable. Cada cosa, cada paso que daba era un grito al Señor, un regalo, una gracia. Todos nos agradecían a las chicas que organizamos, pero yo les agradecía a ellos, porque sin los amigos que vinieron de tan lejos no hubiera sido lo mismo, y le agradecía a Dios porque permitió afrontar todo lo que se nos presentaba. Soy una persona que no tiene problema para relacionarse, y siempre estaba dando vuelta y charlando con todo el mundo. Pero lo que más me impresionó es que hablábamos de cosas serias, de nuestra vida. Y hablar así no era aburrido. Por ahí me cuesta entablar una conversación seria. Pero las conversaciones serias surgieron. En un grupo me encontraba hablando de la muerte de mi abuela. En otro grupo hablaba de las Crónicas de Narnia (libros que me encantaron). Y así de todo lo que te puedas imaginar. De todas las personas me llevo algo. ¿Qué otro signo puedo querer? Lo que hemos vivido es signo de que estamos llamados a una vida verdadera. Y la alegría del estudio nace cuando se ama la vida.
Lucía, Santa Fe (Argentina)
ANTE EL MISTERIO DE LA VIDA
Querido Julián: Hace algunas semanas estuve en Encarnación, en Paraguay, en las vacaciones del CLU. Volví a mi casa con el corazón ensanchado. Tenía pensado quedarme con unos amigos y después ir con ellos a las vacaciones de familias en Corrientes donde me iba a encontrar con mi papá. Pero el segundo día de las vacaciones lo llamé y me dijo que mi abuela, que estaba enferma de cáncer desde hacía varios meses, había empeorado mucho, tanto que él no se iba a mover de su lado. Entonces me planteé: ¿me quedo o me vuelvo a Rosario? Después de mucho meditar, decidí volver porque era la mejor manera de abrazar lo que la realidad me ponía en ese momento, que también incluía las inmensas ganas de quedarme. El día que fui a ver a mi abuela, la encontré dormida, respirando con dificultad, y me acordé de lo que se había dicho en Paraguay, que tenemos que ser mendigos. Entonces sentí el deseo de arrodillarme para pedir que pudiera abrazar esa circunstancia. Me arrodillé y recé en voz alta el Angelus. Después me senté al lado de ella, le conté sobre las vacaciones y sobre la fe que me estaba siendo dada por Dios en ese momento. Ella abrió los ojos, me miró y volvió a cerrarlos. Fue una gracia. Y estoy totalmente agradecido a Dios por eso y por los amigos que puso a mi lado, porque sin ellos jamás habría decidido volver a Rosario. Ahora no quiero menos que esto para mi vida. Pido poder sorprenderme todos los días de estos amigos y nunca darlos por descontado. Esto me muestra, como tanto se insistió en las vacaciones, que todo lo que Dios nos pone en la realidad es bueno y hace que me dé cuenta de que ni siquiera la muerte tiene la última palabra. Y esto lo pude ver con mis ojos. Hace unas semanas, fui a conocer a la beba de una amiga. Y fue algo impresionante, ver a esa beba de 11 meses tan pequeña y tan hermosa. Ver todo el amor que sus padres, sus abuelos y sus tías le daban. Y yo pensaba… mi abuela había fallecido tres días después de que esa beba naciera. Y ver eso, la celebración de una vida nueva, algo tan grande en esa nena chiquita, me hizo evidente que la vida de mi abuela no puede terminar así, que murió y listo. Y hoy en día, cuando veo a esta beba, me recuerda siempre a mi abuela y a la promesa de que la muerte no tiene la última palabra, de que hay algo más. A través de ella, Dios me sigue dando esa fe en que la muerte física de mi abuela no fue su fin.
Francisco, Rosario (Argentina)
DISPONIBILIDAD Y DEPENDENCIA
Dentro de algunas difíciles situaciones personales, irrumpe de repente un embarazo que nos pone a mi familia y a mí en la necesidad de volver al origen de nuestra historia. Era un hecho que necesitábamos que sucediese. Seguidamente, vivimos una “casi segura” pérdida del embrión, pero finalmente, con un reposo total, el embrión siguió adelante. En tres días vivimos la vida, la muerte y la resurrección. Cuando ya casi estaba todo muy bien, vuelvo a asustarme por algunas pérdidas. Y me doy cuenta que, a pesar de que el Señor no nos ha dejado solos ni un instante, tengo miedo, y me entra un enfado terrible con Él, la Virgen y todos los santos a quienes pedimos. Y les grito: «¿Por qué? ¿Por qué a nosotros?». Surge en mí la inmoralidad tremenda de pensar que quizás sea una especie de castigo por el mal cometido. Sin embargo, al ver la paz, que tantas veces envidio, de mi marido, sé que su manera de vivir es más cercana a lo que yo soy, más próxima a mi corazón que toda mi imaginación. Cierto es que desearía que todo saliera bien, pero muchas veces, las personas que están a mi lado me recuerdan que es importante que tenga sentido este tiempo de espera y que sepa aceptarlo con sencillez. Sé que estoy en el lugar adecuado y si hago memoria de mi vida, en pasado y en presente sobre todo, no puedo no decir que quiero volver a buscar al Señor, quizás (aunque me duela) porque esto vale más que la curación. Recuerdo bien a amigos y a personas muy importantes en mi vida que en los momentos en los que se han rendido literalmente en manos del Señor, se les ha concedido experimentar la “vida eterna” aquí en la tierra. Quizás no de la forma en la que uno imaginaría a priori, pero con el corazón tranquilo y agradecido. Ahora necesito y pido ser sencilla para que esta intranquilidad de fondo, que me aleja de Cristo, se convierta en una cosa buena para mí.
Carta firmada
OS HE LLAMADO “AMIGOS”
José Javier, conocido como Mele, acude periódicamente a la cárcel de Huelva, colaborando con la pastoral penitenciaria local. En concreto, visita dos módulos (la UTE). Junto con un amigo, prepara algunos montajes de cine, sobre la amistad, la familia, u otros temas que los presos quieren o en los que están interesados, y los propone a los detenidos. El otro día fue el cumpleaños de su hija y uno de los presos, Carmelo, creyendo que era el suyo, le escribió una carta. La entregó a un funcionario para que se la diera a José. La publicamos a continuación.
Amigo José, hoy que celebras tus tantos y pocos años (discúlpame si con esta presunción te he puesto algún año más que otro) he querido, como muestra del cariño que siento hacia tu persona, honrarte a través de este grato relato que me sucedió unos meses atrás en este asfixiante recinto en el que estoy.
Acababa de levantarme de la vieja litera enclavada en la pared que adorna mi humilde celda. Me despertaba de una de esas siestas durante las cuales eres constantemente martilleado en sueños por los recuerdos del pasado. Al ponerme en pie, sentí que el hormigón que rodea los ocho metros cuadrados al que se reduce mi batallada vida, me oprimía aún más. Y a pesar de llevar conviviendo con mi compañero, que al igual que tú, se llama José, hace ya casi un año y es como de la familia, ese día en concreto, éramos como unos auténticos desconocidos; la presencia del pasado ausentaba la amistad que en el presente me allega a mi camarada de celda. Era uno de esos días que no quieres saber nada de nadie y si no fuese por las normas que tengo que acatar ni siquiera me habría levantado del catre. Logrando el gris sombra que es pincelado por los barrotes de la ventana atrapada, tintar hasta la mismísima alma. Así que, como el que no quiere la cosa, me acerqué a la ventana y reposé mis manos sobre los barrotes apretándolos fuertemente; la intención no era otra sino que se hicieran añicos entre los dedos, pero al ver que esto no sucedía desistí en el empeño, quedando la mirada suspendida en el vacío de la imaginación, rebuscando en su contenido algún brebaje mágico que lograra sofocar ese fuego que me quemaba, ahí adentro, en las profundidades del abismo. A continuación, como no encontré el agua que buscaba, le puse alas a la mirada y suavemente la di en vuelo y como una paloma mensajera se perdió en la lejana fina línea del horizonte. El repicar del martillo que resonaba en el descanso del sueño. Seguía ahora insistiendo incluso en la búsqueda del vuelo mensajero. Todo era chapuzón de dudas, dudas que se ahogaban en complejas preguntas, preguntas que se transfiguraban dando paso a la realidad y la realidad no era otra que, con cuarenta y pocos años, me encontraba sujetando unos barrotes de una apenada celda.
¿Qué amigos tengo? ¿Con qué amigos cuento? Preguntas y más preguntas sonaban como campanas tocando a su antojo. En consecuencia seguí viajando en el tren de los recuerdos anhelados, recorriéndome uno por uno los vagones que lo compone y con destino hacia la deseada ciudad de la amistad.
De repente, el truculento viaje lo interrumpió el ruido chirriante de la puerta automatizada de la celda, que con celo custodia a la persona que se haya en el interior, y que en este caso no era otra que yo, mi querido José. Por lo que, la curiosidad me llevó en busca del tímido aire que se adentraba en el aposento y, sin pensármelo dos veces, traspasé el portón chapado camino hacia el patio que el señor, un tal penitenciario, te brinda como descanso en este conmovido espacio. En la breve pausa, hicieron honor a mi nombre por la megafonía del recinto e inmediatamente acudí a la persona que me reclamaba y cuando estuve a este lado del cristal, tú te encontrabas en el otro y fue entonces cuando comprendí, yo que soy admirador de Jesucristo, que esa tarde estaba siendo escrupulosamente preparada para recibir un regalo.
Ahí estabas con semblante bonachón, cargado de obsequios como haces casi siempre que vienes a visitarnos: un proyector, un DVD saturado de atento trabajo, etc.
¡Qué decirte!, que cuando te acompañaba en el paseo hacia el aula donde iba a tener lugar la reunión y me revelaste los pormenores de tu atento trabajo, no había duda de lo que momentos antes mis sentidos hubieran percibido. Las preguntas formuladas en el vuelo de la paloma mensajera estaban siendo contestadas a través de las imágenes que concienzudamente elaboraste en la realización de tu buen trabajo.
¡Qué cosas me pasó ese día! Venías a hablarnos de la AMISTAD.
Carmelo
UN AMIGO NOS AYUDA A LEER
Por fin he leído el primer volumen del libro del Papa Benedicto XVI sobre Jesús de Nazaret. Con un dominio completo del mejor uso de la razón que hoy se hace entre los sabios más reconocidos de nuestro tiempo, de una tendencia o de otra, Benedicto XVI nos ha trazado una imagen difícilmente superable de esa figura única. Es imposible reseñar en una carta la prodigalidad de sus conocimientos. Escojo «La introducción a la cuestión joánica»*, como núcleo de esta disertación, por su amplitud y profundidad. «En Juan – empieza diciéndonos – la divinidad de Jesús aparece sin tapujos». En los sinópticos, la unidad con el Padre está siempre presente, pero permanece como escondida bajo su humanidad. El estudio actual del cuarto Evangelio, señala el Papa, comienza con Bultmann, que se da cuenta de que el autor tiene «un conocimiento extraordinariamente preciso de lugares y tiempos, que solamente pueden proceder de alguien perfectamente familiarizado con la Palestina del tiempo de Jesús». Además otro importante exégeta, Pesch, ha visto que el autor «piensa y argumenta totalmente a partir del Antiguo Testamento». Por su parte Hengel, un tercer estudioso decisivo en el tema que tratamos, nos dice que «en la época de Herodes se había formado en Jerusalén una clase alta judía, más o menos helenizada» en la que, muy probablemente, estaba incluida la «aristocracia sacerdotal», donde se hablaba una especie de koiné griega muy sencilla. Ahora tenemos en cuenta lo que nos dice el mismo Evangelio acerca de Pedro y el otro discípulo (indudablemente Juan), que siguieron a Jesús, y que este último era conocido del sumo sacerdote, «y su amistad con él era tanta que le permitió facilitar la entrada a su casa también a Pedro», es razonable que este discípulo, que aparece muchas veces sin poner su nombre, sea el autor del cuarto Evangelio y no sea necesario pensar en un gnóstico, que inventó tantas cosas antes de tiempo. Pero no es esto lo más importante que el Papa nos dice. El acontecimiento llega con toda su fuerza cuando el evangelista habla de un recordar. «Lo que existía desde el principio, lo que nosotros hemos visto con nuestros propios ojos, lo que palparon nuestras manos: la Palabra de Vida (pues, la Vida se hizo visible…), nosotros os damos testimonio)».Este recordar, dice el Papa, es la tradición viva de la Iglesia guiada por el Paráclito. Nunca es un simple recuerdo privado: «lo que “nosotros” hemos visto es un recuerdo con la comunidad de los discípulos, inserto en la memoria de la Iglesia», que sobrepasa nuestra comprensión y así las palabras de la Escritura adquieren un valor mucho más grande tras la resurrección de Jesucristo.
Carta firmada
* J. Ratzinger-Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, Primera parte: desde el Bautismo a la Trasfiguración, cap. 8 “Las grandes imágenes del Evangelio de Juan”, Ed. La Esfera de los Libros, Madrid 2007, pp. 262; 264-265; 274; 277-278.
JERZY POPIELUSZKO
Un acto así – el martirio – sólo es posible si es por Cristo. ¿Quién habría muerto así por Hitler o por Stalin? ¿Quién habría soportado semejantes injusticias y vendavales de mal en torno a sí sin tocar un solo pelo de su enemigo? ¿Quién habría pedido, y por tanto deseado (o al revés), no desear la venganza contra quienes querían matarlo y lo humillaban y lo apaleaban? ¿Cómo es posible esta postura si no es por una certeza más grande que cualquier otra cosa de este mundo de hombres? ¿Y esa percepción tan clara de que uno no está luchando contra las víctimas del mal, sino contra el mal mismo? Un ser humano, un hombre, que afirma con su vida, con todas las consecuencias, la Verdad de la que, con la que y por la que vive. ¡Y qué fe la del pueblo polaco! ¡Cuántas personas y qué sinceridad para con su propia miseria y grandeza, en total relación con su Creador! Debe de ser terrible estar atado por todas las extremidades sin apenas poder respirar. Tuvo que sentir que Él le sostenía incluso, y espero que sobre todo, en el camino hasta el agua donde le tiraron. Al agua. Qué vida tan cumplida. Tan santa. Tan dolorosa y tan bella.
Carla, Madrid (España)
Studium Christi
HASTA LLEGAR A LA FUENTE
Los Ejercicios del Studium Christi de España, celebrados en Guadarrama a finales de enero, han sido unos días para crecer en la certeza de la predilección de Cristo por mi vida, por mi destino, por mi felicidad. Predilección que se hace contemporánea en este lugar, con estos amigos. Cada gesto de los Ejercicios es una ocasión para verificar este amor de predilección por mí. El silencio, la oración, se convierten en el momento donde uno se hace más consciente de que la fuente de la belleza y la verdad de esta amistad es Él; que el fin de la vida es la adoración, el reconocimiento afectivo de su Presencia. En los Ejercicios del Studium voy descubriendo una diferencia importante con los Ejercicios espirituales que hacía antes. En los Ejercicios del seminario y los primeros años del ministerio, hacía memoria de los rostros y acontecimientos que hacían contemporánea la Presencia de Cristo en mi vida. Recorriendo las distintas meditaciones que se me proponían, traía a la memoria rostros y acontecimientos que me ayudaran a entrar en la meditación de los textos. De aquí nacía un verdadero agradecimiento. Pero ahora reconozco que lo tengo delante. Con estos amigos, en la forma de estar, de cantar, escuchar, comer, rezar... estoy delante de algo excepcional que sólo explica y hace posible la presencia de Cristo Resucitado. Es la realidad que tengo delante la que hace patente la excepcionalidad inconfundible de su Presencia. Esta forma de estar juntos, es el modo más adecuado de educarnos en una mirada verdadera y justa ante la vida. No salgo “con las pilas cargadas” para luego ir descargándolas con el peso de la jornada – como decía antes – sino que he sido testigo de la muerte y resurrección de Cristo, acontecimiento que rescata mi ser de la nada y le devuelve su rostro y estatura verdaderas, permitiéndome entrar en la realidad cotidiana con la certeza de tenerlo todo: «Te basta mi gracia».
Jesús, San Martín de la Vega / Madrid (España)
HACIA EL RETIRO DE LA FRATERNIDAD SAN JOSÉ
Los preparativos para el retiro de la San José, que se celebrará en Brasil, han ocupado mis días durante estas semanas. Me encuentro con muchas expectativas y deseo estar con quienes compartimos la misma experiencia. Los preparativos conllevan ciertas fatigas, como la organización del viaje y los permisos respectivos en los lugares donde trabajo. Pero todo es un signo, mediante el cual Dios me llama a responder con libertad. Hoy puedo decir que el movimiento me educa a estar atenta a la realidad y a aceptarla, para poder mirar de manera completa y con un juicio cierto todos los acontecimientos.
Mónica, (Colombia)
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón